“Joumondoki, Yayoidoki, Dochigasuki?”, o lo que viene ser, “¿Qué te gusta más, la cerámica del periodo Jōmon, o la del periodo Yayoi?”. Esta es la frase que el grupo Rekishi (“Historia”) repite una y otra vez en su canción «de la caza a la cosecha”. Este grupo japonés se caracteriza por combinar historia japonesa, música y comedia, un high concept imbatible; a su vez, no tiene reparos en dar voz a la última peli de Shin Chan (la cual aprovecho para recomendar). Sin embargo, más allá de recomendar este grupo, hoy escribo para compartir un momento concreto de uno de sus conciertos:

Es difícil desgranar todo lo que ocurre en esos 13 minutos. Cuando la canción está en pleno clímax, a los 5:20 minutos, Hiromi Uehara, una mastodonte del piano, irrumpe en escena… y ahí comienzan casi 10 minutos de improvisación, stand-up comedy y puro virtuosismo. Tras el shock inicial, a partir del 8:05, el cantante trata de amarrar a su banda, pero esta persigue continuamente el ritmo febril marcado por Hiromi; ese tira y afloja se marca visualmente tanto por la colocación de los implicados como por los tiros de cámara, fraguando en una especie de número teatral imposible que pueden disfrutar tanto los afortunados allí presentes como nosotros. La guinda final la pone Hiromi a partir del minuto 9:50, con una despedida arrolladora que no para de golpearnos hasta que el cantante le invita “amablemente” a dejar el escenario. El conjunto funciona tan bien como comedia visual que es disfrutable incluso si no entendemos lo que dicen. Son 13 minutos mágicos que ojalá den para mucho: nos descubren a Rekishi como grupo inclasificable y a Hiromi Uehara como virtuosa total, además de recordarnos que seguir un tracklist no es todo lo que un concierto puede dar. Ah, y casi se me olvida… también nos enseña algo sobre historia y cerámica japonesa… Yo soy más de Yayoi, la del periodo Jōmon me parece demasiado barroca… ¿y tú?