La historia del norteamericano Sixto Rodríguez, relatada en el aplaudido documental ‘Searching for sugar man’, nos dejó completamente aturdidos. Es la triste crónica de un músico que fracasó estrepitosamente en su país, mientras que en la otra punta del mundo, en Sudáfrica, se convertía en un ídolo de masas… sin que él llegara a saberlo. Sin embargo, su leyenda (a la que ya pusimos algunos matices) no es tan excepcional. Otros artistas han vivido suertes similares, convirtiéndose en la voz de toda una generación, de todo un pueblo, sin ser conscientes de ello. Señoras y señores, con todos ustedes, Seona Dancing.
No hay nada inusual en los primeros pasos de Seona Dancing. Dos jóvenes británicos, obsesionados con la new wave y cansados de las clases en la University College London, deciden formar una banda. Graban una maqueta, que llega a las manos de algún responsable de London Records. La música suena bien, los muchachos tienen potencial y son los días de vino y rosas de la new wave. Parecía un plan perfecto. Pero si bien los ingredientes eran los necesarios, estos no se mezclaron bien.
La discográfica sacó dos singles al mercado de Seona Dancing, ‘More to lose’ y ‘Bitter Heart’, ambos en 1983. El primero, considerado como la gran joya de la banda, tuvo que conformarse con una discretísima 117ª posición en la lista de los sencillos más vendidos del Reino Unido. Por su parte, ‘Bitter Heart’ lo hizo algo mejor, aunque sin alardes, alcanzando el puesto 79. Los miembros del grupo, púberes ambiciosos y por lo tanto impacientes, no supieron aceptar el fracaso y se separaron. Su historia fue tan corta (1982-1984) como decepcionante. El mito aún estaba por nacer.
En realidad, el gran protagonista de este artículo es un desconocido. Como el hombre del tanque de Tiananmen, su importancia es inversamente proporcional a su fama. De él apenas tenemos datos: era filipino o residía en Filipinas, y trabajaba como locutor en la emisora del país formado por miles de islas llamada DWRT-FM. Hasta que los historiadores se pongan manos a la obra, tendremos que conformarnos con estos apuntes. Un buen día, y tampoco sabemos cómo sucedió, nuestro querido protagonista dio con un hallazgo. Se trataba de una canción tan buena que estaba convencido de su éxito fulgurante. Y así fue. DWRT-FM empezó a pinchar el tema, que en muy poco tiempo empezó a ser coreado por los adolescentes filipinos.
La grabación era pirata y sólo la DWRT-FM poseía una copia. Previendo que la canción podría convertirse en un himno generacional en Filipinas –como así fue, demostrando un ojo clínico admirable- la emisora tomó dos decisiones. El objetivo era claro: evitar que otras radios se pudiesen apoderar de la pista, reservándose el monopolio musical.
En primer lugar, nunca dijeron el nombre real ni del grupo ni del tema. De hecho, jugaron con la ambivalencia. En algunas ocasiones afirmaban que la banda que la interpretaba se llamaba Medium y la canción ‘Fade’, mientras que en otras intercambiaban el orden, pasándose a conocer como Fade el grupo y ‘Medium’ el hit. Pero los muy canallas tenían otro as en la manga. Introdujeron una cuña promocional de su emisora en mitad de la canción, durante un pasaje instrumental. De este modo se aseguraron de que la competencia no iba a hacer el viejo truco de grabarla y emitirla a posteriori. Cosas que se aprenden en la calle, en la universidad de la vida.
El incunable en cuestión
La situación era surrealista. La canción se convirtió en el éxito más grande del país en años, pero todo el mundo la escuchaba con una cuña publicitaria insertada. Nadie podía comprar el disco, porque ni Fade ni Medium eran grupos reales. Y el resto de emisoras y televisiones filipinas no podía emitirla. Por consiguiente, la banda que compuso y grabó el tema no solo no ganó un pound ya que no vendió ni un mísero disco, sino que además jamás supo que durante el 1985 estaban siendo los ídolos de un estado de casi 100 millones de habitantes.
Hasta que en 1986 el misterio llegó a su fin. Fue la emisora DWXB102 la que dio con el verdadero nombre del grupo y el hit. Como habrán imaginado hace unos cuantos párrafos, eran los Seona Dancing, interpretando ‘More to lose’. Pero el daño ya estaba hecho. Cuando se reveló el secreto, ya no estaba tan de moda. De hecho, por lo que se puede leer en algunos blogs filipinos, se ha convertido en la típica canción que hace aflorar la nostalgia a los que ahora sobrepasan la treintena.
No negarán que es una gran historia. Y por si fuera poco, aún tiene un último componente sorpresa. El cantante de Seona Dancing era nada más y nada menos que el gran Ricky Gervais. Curiosamente, el genio que inventó un nuevo formato humorístico con ‘The Office’ tiene más anécdotas relacionadas con su pasado musical, y es que llegó a ser el manager de Suede en sus inicios.
25 años después (y 25 kilos más)
Para los melómanos recalcitrantes, apuntar que el otro componente del dúo era un tal Bill Macrae, del que no se acuerdan ni sus padres. Por no tener, ni siquiera posee una entrada propia en Wikipedia. En el momento en el que ustedes están leyendo esto, lo más probable es que esté en la barra de algún pub bebiendo una pinta, y que ésta no sea la primera…
Y esta es la corta –pero intensa- historia de los Seona Dancing. Un relato lleno de misterios que se han ido resolviendo. Todos excepto uno: ¿para cuándo el documental?