Hay mediocridades algorítmicas, hechas para gustar un poco a todos sin entusiasmar a nadie, llenando tiempo en plataformas. Hay mediocridades por media aritmética, obras irregulares que acaban siendo justitas por combinar genialidades con patinazos. Hay otras que lo son porque tienen claro que no aspiran a más y se mueven con felicidad en el terreno medio. Las hay también que se quedan cortas por exceso o falta de ambición, que apuntan alto y llegan por los pelos, y también que no prometen nada y acaban convenciendo sin soltar cohetes. Todas ellas han llenado huecos de nuestras vidas culturales en 2021 y a todas las celebramos, un año más, con esta lista que ya es un clásico de esta santa casa:

Óscar Senar (Viñetario)

· SERIE: Rumbo al infierno (Yeon Sang-ho). Al calor del calamar a la brasa, y algoritmo de Netflix mediante, llegó hasta nuestras pupilas esta serie surcoreana con una premisa de lo más interesante: ¿Qué pasaría si un ente sobrenatural viniera a anunciarte el día de tu condena, y luego unos demonios mazados acudieran a ejecutarla con violencia? En nuestra sociedad hiperconectada y sedienta de espectáculo, el evento da origen a una nueva religión que se infiltra en todos los resortes del poder. Unos pocos, que no niegan la evidencia pero ven una locura en el enfoque maniqueísta del suceso (los señalados son pecadores y merecen la muerte), se resisten y plantan cara a los fanáticos. Estructurada en dos partes, esta serie tiene sus defectos, pero tiene la virtud de dar material para la reflexión, ser entretenida y encima breve (aunque promete segunda temporada). Por cierto, su director es Yeon Sang-ho, el mismo de Train to Busan.

· PELÍCULAS: Trilogía Fear Street (Leigh Janiak). Miedo, adolescentes y años 90. Todo bien ahí. La calle del terror, basada en las novelas de R. L. Stine, ofrece todo lo que uno busca en este tipo de productos: sustos y entretenimiento palomitero (cocinadas en el microondas de casa, que esto es Netflix), con protagonistas más o menos carismáticos y unos asesinos en serie embrujados y pintones, siempre entre la copia y el homenaje a otros clásicos del género. ¿Que no te crees ni de coña el 1994 que refleja? Ni falta que hace, a menos que seas un nostálgico empedernido. En la segunda parte la acción sucede en 1978 (con campamento escolar incluido) y en la tercera se remonta a la época de las brujas, en 1666. Para echarte un fin de semana de sofá.

· SERIE: El inocente (Oriol Paulo). Mario Casas haciendo de Mario Casas; una trama enrevesada de la que, meses después del visionado, apenas recuerdo detalles; hay dinero en la producción y se luce, aunque el conjunto no brilla. Con todo, los ocho episodios de El inocente, basada en una novela de Harlan Coben (un tipo del que no he leído nada pero que debe de estar nadando en oro como el Tío Gilito, porque este año le han estrenado varias adaptaciones), se devoran con ansia y del tirón. Eso sí, con un inevitable punto de vergüencica, o como dicen los modernos, placer culpable.

· PELÍCULA: Willy’s Wonderland (Kevin Lewis). No es la mejor película del mundo, vale, pero sale Nicholas Cage siendo Nicholas Cage. Lo que en unos es defecto, en otros es virtud. Nada más que decir, señoría.

· MANGA: Insomniacs After School (Makoto Ojiro). Chico con problemas de insomnio conoce a chica con problemas de insomnio en el instituto, y ponen en común su afición echándose juntos la siesta (con decoro aunque con sonrojo). Poco misterio en el argumento de este manga que sin embargo enamora por la credibilidad de sus personajes y por un dibujo maravilloso y delicado (más teniendo en cuenta que la autora, antes de esto, se dedicaba al manga picantón). Tiene encanto, pero si estás más cerca de los 40 que de los 16 pues igual se te hace pelín largo (la serie lleva 8 tomos y sigue abierta en Japón cuando escribo esto).

· MANGA: Zom 100 – Bucket List of the Dead (Haro Aso y Kotaro Takata). ¿Otro manga de zombies? Sí y no. Porque aquí la gracia es que el protagonista recibe la invasión de los no muertos como una bendición, ya que le permite dejar de trabajar y mandar todo a tomar por culo. Liberado del yugo del capitalismo, feliz como una perdiz, se propone cumplir con las 100 cosas que quiere hacer antes de morir, porque lo de que va a acabar infectado lo tiene claro. Así que con toda la despreocupación del mundo se dedica a buscar una tele gigante para jugar a los videojuegos, se deja crecer la barba, se agencia una buena moto… y trata de encontrar al amor de su vida. Empieza fuerte y rebosa humor, sobre todo por la crítica al trabajo asalariado, pero de nuevo estamos ante una serie abierta y no sé yo si el chiste aguantará tanto…

Antonio Loriguillo (Animelario)

· PELÍCULA: Army of the Dead (Zach Snyder). Zombies en Las Vegas como metáfora de humanos que entregan su libre albedrío al capitalismo: Check. Zombies inteligentes acaban siendo más humanos que un grupo de ladrones asesinos: Double Check. “Zombis” + “Snyder”: Triple check. Ya conocemos de qué va la película y sabemos que Snyder no nos va a hacer arte y ensayo, así que menos remilgos y a dejarse llevar por la mejor de las dos películas estrenadas por el bueno de Zach este año.

· PELÍCULA: Bajocero (Lluís Quílez). Nominada a un Goya al mejor montaje, Bajocero arranca con brío apoyándose en la claridad de su estructura, un ensemble cast carismático (mención especial para Luis Callejo y para Andrés Gertrudix) y un espacio claustrofóbico: el interior del vehículo blindado. Sin embargo, como el propio furgón que custodia Javier Gutiérrez, la película acaba por hundirse en los convencionalismos del género, siendo la necesidad de justificar las motivaciones de unos y de otros la verdadera prisión de una intriga bien planificada.
OJO: No confundir con Bajo cero (Eight Below, Frank Marshall, 2006), el devastador filme de perretes en la nieve con el menda de Need for Speed.

· SERIE: La Fortuna (Alejandro Amenábar). El primer episodio de La Fortuna tiene todos los mimbres de los últimos Amenábares: subirse al tren del convencionalismo narrativo a là Spielberg, cargar recursos de producción con un reparto all-star, su poquito de cuñadismo patriota (aquí menos fino que en Mientras dure la guerra) y a tirar millas. Pese a todos mis prejuicios con la deriva de la obra del que sigue siendo el mejor generador de mind-games nacional, los 300 minutos divididos en 6 episodios pasan volando. Eso sí, preparaos para mucha Marca España y para un mecanismo narrativo cada vez más asentado en el audiovisual español: la solución de problemas políticos con una cañita de Mahou en un bar de la Madrid libre.

Laura Montero Plata (@lmonplata)

· SERIES: The Nevers (Joss Whedon) / The Irregulars (Tom Bidwell). Joss Whedon y Tom Bidwell han presentado en 2021 dos series tan parecidas y olvidables que parecen intercambiables. Ambas ambientadas en un Londres victoriano alternativo, siguen las correrías de un grupo de jóvenes que deben combatir poderes oscuros. La clásica y manida lucha entre el bien y el mal recae sobre los hombros de unos actores de dispar talento que intentarán sortear agujeros de guion y situaciones de lo más rocambolescas. Entretenimiento sin grandes ínfulas que intenta, por un lado, redimir a Whedon con The Nevers y que, por otro, aspira a poner en el mapa a Bidwell con su The Irregulars en una última e insustancial vuelta de tuerca del universo de Sherlock Holmes para teenagers.

· PELÍCULA: Nightmare Alley (Guillermo del Toro). Con una estética noir que sigue los pasos de La forma del agua, Del Toro se pierde en un laberinto de espejos deformantes y giros narrativos sin consistencia. En un Frankenstein que parece englobar diversos relatos cortos combinados a la fuerza, parece más importante sorprender al espectador que mantener la coherencia del relato. Brillante a ratos y extremadamente aburrida en su segundo tramo, Nightmare Alley no dejará una gran huella tras su paso por nuestro lóbulo frontal.

· PELÍCULA: Free Guy (Shawn Levy). Ryan Reynolds sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: de Ryan Reynolds. Película palomitera por excelencia, Free Guy da lo que promete sin grandes pretensiones y con muchos guiños y referencias al mundo del videojuego.

· SERIE: Sweet Tooth (Jim Mickle y Beth Schwartz). Niño abofeteable (eso sí, con orejas de Bambi) busca a su madre a lo Marco, de los Apeninos a los Andes, mientras intenta matar de forma involuntaria a todo bicho viviente a su alrededor con su inconsciencia y su “buen corazón”.

· PELÍCULA: The French Dispatch (Wes Anderson). El cineasta estadounidense da un patinazo con una película episódica de resultado irregular en la que se promete mucho pero cuyo resultado es vacuo. Las grandes actuaciones y algunos gags puntuales hacen que este largometraje sea llevadero.

· PELÍCULA: Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba (Haruo Sotozaki). Probablemente esta sea una de las películas más sobrevalorada del anime reciente. Film de hostias a lo Dragon Ball en su etapa más aburrida, este shōnen (anime para adolescentes con temática de acción) se ha visto beneficiado por los estragos de la pandemia. Con un 3D horripilante y un desarrollo de personajes dudoso, Demon Slayer: Kimetsu no Yaiba es fast food poco memorable.

· SERIE: El Cid (Luis Arranz y José Velasco). Nos encontramos ante una de esas comedias involuntarias que el mercado audiovisual español nos regala de vez en cuando. Con la premisa de “¿qué pasaría si El Cid fuera un Johnny de la vida?”, los creadores de la serie aprovechan el tirón mediático de Jaime Lorente para hacer una continuación de su rol en La casa de papel pero vestido de época. Las risas están garantizadas.

· SERIE: The Uncanny Counter (Yoo Seon-dong). Serie de héroes improvisados procedente de Corea del Sur, con un grupo de cazadores de demonios que regenta un restaurante de fideos como tapadera. A medio camino entre la comedia y la acción, The Uncanny Counter es una serie entretenida para pasar el rato.

· SERIE: Resident Alien (Chris Sheridan). Simpática propuesta del canal Syfy que explora las desventuras de un extraterrestre que se hace pasar por humano en un pequeño pueblo de Colorado. La hilarante interpretación de Alan Tudyk (Firefly, Doom Patrol) es uno de los aspectos más reseñables de esta comedia ligera.

· SERIE: Shadow and Bone (Eric Heisserer). Enésimo intento de aprovechar el filón de Juego de tronos. La serie es tan insustancial que tengo problemas hasta para retener el nombre de la saga. Magia, actores guapos y muchos efectos visuales son los ingredientes estrella.

· PELÍCULA: Back to the Outback (Harry Cripps y Clare Knight). Película de animación infantil que destaca por un diseño de personajes absolutamente adorable. Con un mensaje tan predecible como trillado, el film deja una sonrisa y un par de chistes graciosos.

· SERIE: Riverdale (Roberto Aguirre-Sacasa). Cuando llega el final del día, y estoy cansada, lo único que quiero es una serie liviana que no requiera ningún esfuerzo intelectual. Para esos días difíciles de encefalograma plano, Riverdale es la serie ideal. Ha sido, sin duda, mi hate-watch del 2021. La serie es tan demencial, exagerada y desvergonzada que siempre consigue sorprenderme por su falta absoluta de pudor narrativo. Tras la vuelta de tuerca del triple giro narrativo mortal, la propuesta de Aguirre-Sacasa es tan descerebrada, osada y carente de cualquier coherencia narrativa que no puedo esperar para ser testigo de la siguiente ida de pinza.

César Fernández-Corroto Martin (La taberna del androide)

Un año más de «no normalidad» y en mi opinión un año en el que este ranking de obras disfrutables aunque no destacables parece estar muy disputado. Aquí van mis elecciones:

· VIDEOJUEGO: 12 minutes (Luis António, Annapurna Interactive). Fue muy intrigante el primer anuncio de este «día de la marmota» en forma de videojuego por su premisa tan contenida (unos pocos minutos cada ciclo en apenas tres habitaciones) y las voces de James McAvoy, Daisy Ridley y Willem Dafoe para sus protagonistas. Daba para soñar con un nuevo clásico de culto, pero este indie se quedó en una propuesta poco memorable aunque lo suficientemente corto como para no cansar. Para jugarlo como curiosidad si tienes GamePass o si te sale barato en la plataforma de tu elección.

· PELÍCULA: Eternals (Chloé Zhao). Le ha arrebatado el puesto en el último momento a Shang-Chi, que se salva por unas escenas de acción más inspiradas. Marvel una vez más tirando de fondo de catálogo para ver si puede replicar el éxito inesperado de películas secundarias como Ant-Man, pero no siempre se consigue llamar la atención del público con personajes que no conoce, y para los que hay que dedicar media película a pura exposición. Aun así, salirse de la sota, caballo y rey de las producciones de superhéroes se agradece, y cierra con una escena después de los títulos de crédito que deja buen sabor de boca.

· SERIE: What If (Marvel Studios). Otra producción de Marvel, que en este caso adapta la línea de comics en las que se plantean escenarios alternativos a los del canon oficial, como por ejemplo que el suero del supersoldado se le administrase a Peggy Carter en lugar de a Steve Rogers. Una premisa con mucho potencial que acaba desperdiciada en parte por la ya molesta manía de tener que encajar todas las piezas aunque eso obligue a dar mil piruetas para justificarlo. Los mejores episodios, como el de Doctor Extraño, acaban lastrados por otros muy prescindibles como el de los zombis, que queda completamente irreconocible comparado con la serie de comics original.

· SERIE: Sayonara watashi no Kramer (Naoshi Arakawa). Viene de la mano de Naoshi Arakawa, autor de Your lie in April, y sólo por eso ya consiguió llamar mi atención, aunque en este caso todo apuntaba a una historia mucho menos dramática. Ambientada en un club de fútbol femenino de instituto, como buen anime de deportes empiezan siendo un desastre pero sueñan con jugar en la selección nacional, y veremos su progresión durante la temporada. La serie intenta no centrarse exclusivamente en el aspecto deportivo, lo cual es un acierto y evita comparaciones con obras clásicas del género, pero eso mismo hace que por momentos no parezca decidirse entre el spokon y el slice of life, acabando en una tierra de nadie que le impide destacar en ninguno de los dos extremos.

David Oña (IGN)

El 2021 ha significado en lo personal, y por motivos laborales, un decidido acercamiento a la actualidad audiovisual. Como si de una prórroga de 2020 se tratara, ha traído casi todo aquello que no se llegó a estrenar entonces, aportando variedad a un abanico de mediocridad mayor que el del ejercicio pasado. Eso no quita que, sobre todo en lo que a cine se refiere (y ahí Filmin y las deudas pendientes tienen mucho que decir), me haya mantenido alejado del presente. En cuanto a putonormalismo, las series (seguidas de cerca por el videojuego) se han alzado con el trono de manera indiscutible, aportando un buen puñado de productos tan entretenidos como olvidables. Dicho esto, ahí van algunas de las medianías con las que he disfrutado este año:

· PELÍCULA: Old (M. Night Shyamalan). Tensión tamizada con el particular humor que suele destilar su director. Un thriller sin misterio extrañamente funcional pese a no querer ocultar el pastel en ningún momento.

· PELÍCULA: Don’t Look Up (Adam McKay). Algo que celebrar por el qué, pero no tanto por el cómo. Tan preocupada en que se le entienda que deja de lado el erotismo de la crítica sutil para abandonarse a la pornografía de lo explícito.

· SERIE: Masters of the Universe: Revelations (Kevin Smith). Lo de He-Man empieza a recordar a Krilin, pero esta serie sabe jugar con sus personajes para modernizar la fórmula. Dignifica el producto original.

· SERIE: Servant, temporada 2 (M. Night Shyamalan). Sigue jugando con la percepción de la realidad, pero a la hora de justificar determinados comportamientos termina sintiéndose tan perdida como Dorothy Turner. Su atmósfera, el humor negro y Rupert Grint siguen siendo lo mejor.

· SERIE: Loki (Michael Waldron, Kate Herron). Una buddy movie en la que, por fin, alguien le da la réplica a Loki. Su mayor pecado es separar a Owem Willson y Tom Hiddleston, pero estoy a favor de las negociaciones tensas para cerrar tramas; funcionan mejor que las batalla de hechizos (no miro a nadie, Wanda).

· VIDEOJUEGO: Solar Ash (Alx Preston, Heart Machine). Tras Hyper Light Drifter (2016), Preston se deja llevar por sus pasiones (Jet Set Radio y Shadow of the Colossus). Una aventura correcta, a la que le falta personalidad y le sobra trasfondo, que muestra su mejor cara cuando se centra en la movilidad.

· VIDEOJUEGO: Tales of Arise (Hirokazu Kagawa, Bandai Namco Studios). La fórmula del shonen/JRPG aplicada hasta las últimas consecuencias, con todo el relleno que cabe esperar. Colorido, bonito y repleto de personajes con los que charlar de banalidades.

· VIDEOJUEGO: The Great Ace Attorney Chronicles (Shu Takumi, Capcom). Sé que hago trampas, que es un recopilatorio y que solo es novedad en occidente, pero es reseñable, aunque únicamente sea por las ganas que algunos le teníamos. Visual novel y puzles para construir un mundo que abraza el humor. Tiende a dar demasiadas vueltas, pero basta con acelerar el texto.

· VIDEOJUEGO: Mundaun (Michel Ziegler, Hidden Fields). Terror y retazos de Midsommar (2019, Ari Aster) en un walking simulator animado con un estilo artístico feísta que, cuando no se pasa de frenada (penalizando la legibilidad del escenario) resulta capital para incomodar al personal.

Daniel Besalduch (@DBesalduch)

· PELÍCULA: Asakusa Kid (Hitori Gekidan). Es una peli por y para fans que adapta el propio libro de Takeshi Kitano. Narra la época en que era un jovenzuelo desconocido que abandonó la universidad para ser cómico, centrándose en su relación con Senzaburo Fukami, su mentor. Decepciona por lo poco que profundiza en el artista, pero Yuya Yagira es un verdadero espectáculo, y el mensaje sobre proteger las artes vulnerables y no olvidar a los referentes siempre viene bien recordarlo.

· PELÍCULAS: The Last Duel y House of Gucci (Ridley Scott). He salido mucho más contento de lo habitual del Ridley Scott de este año (no descarto que sea por Adam Driver), con dos “basado en…” muy distintos: The Last Duel es un drama de época que se hace largo y repetitivo debido a una estructura Rashomon que no se maneja del todo bien, pero tiene una producción impecable, un reparto estelar y un duelo final que quiero volver a ver en pantalla grande cuanto antes; al contrario, House of Gucci es muy académica y se deja ver fácilmente por combinar el drama con algo de crimen, moda y comedia del exceso… pero a la vez no tiene el carisma para seducir a nadie. Una arriesga, la otra va a lo seguro… y ninguna acaba enamorando (ni disgustando, ojo). En conjunto, ambas hacen un dúo LoPutoNormal de lujo que me alegro de haber visto en pantalla grande y con mascarilla.

· PELÍCULA: Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings (Destin Cretton). Una primera mitad excelente (Jackie Chan, Zhang Yimou, Ang lee) con una segunda inconexa (CGI Marvel) acaba dejando un LoPutoNormal que quizá haya entrado en LoPutoMejor en uno de esos universos paralelos.

· VIDEOJUEGO: Back 4 Blood (Turtle Rock Studios). Empeora la espléndida fórmula de Left 4 Dead gracias a un sistema de cartas que recoge cosas del modelo free to play: una dificultad injusta que fuerza a jugar mucho a los jugadores que quieren ser competentes. Aún así, me ha regalado horas de diversión con amigos y está incluido en Game Pass… tampoco me voy a poner tiquismiquis.

Mateo Terrasa (@MacMathiu)

· PELÍCULA: The French Dispatch (Wes Anderson). Me gusta el cine de Wes Anderson porque su exceso formal se sustenta sobre un relato con corazón. Sin embargo, el exceso de su última película engulle toda posibilidad de profundizar en los personajes. Es superficial como ninguna de sus películas previas. A lo que no ayuda el formato antológico dividido en artículos de este trasunto del ‘The New Yorker’. El resultado final es una spoof movie poco inspirada de su cine: “Wes Anderson’s: Wes Anderson Movie”.

· SERIE: Historias para no dormir (Rodrigo Cortés, Rodrigo Sorogoyen, Paco Plaza y Paula Ortiz). Formal y narrativamente estas Historias para no dormir son muy atractivas, pues se nota que detrás de cada una hay personas que conocen el material del que nacen. Pero todo este buen hacer no consigue trascender más allá de un relato apañado que mantiene nuestra atención sin florituras, excepto por unos pocos momentos de brillantez. Y pese a esto, es una serie a celebrar que, espero, tenga continuidad.

· PELÍCULAS: Pelis de juegos. Puede que el cine basado en videojuegos de este año no consiga quitarse el sambenito de ser malo. Tampoco es su objetivo, pues tanto Mortal Kombat como Monster Hunter y Resident Evil: Welcome to Racoon City se conforman con ser entretenimientos conscientes de adaptar material de derribo. Sí que pediría en un futuro dejar de lado un lore (que palabra más fea) para dedicar más recursos a los combates cuando la cinta adapta un juego de lucha, sobre todo cuando tienes un plantel actoral como el de Mortal Kombat. También me desharía del punto de partida militarista y abrazaría sin ambages el descaro del tramo final de Monster Hunter. Y me olvidaría de excusas argumentales que enlazan la historia de los protagonistas de Resident Evil con Umbrella para ir más al grano y darle más ritmo. Aún así, películas disfrutables.

· PELÍCULAS: Cine Netflix. Es fácil perderse entre el “contenido algorítmico”de Netflix, pero de vez en cuando, rebuscando –pues desaparecen tras la primera semana de estreno– se pueden encontrar películas que tienen el loable objetivo de ser tan solo una buena cinta de género. Mi selección de este año consta de: Kate una cinta de acción, mucho mejor que blockbusters más destacados, protagonizada por una magnífica Mary-Elisabeth Winstead y destacables escenas de acción; la trilogía Fear Street, películas de terror que manejan muy bien sus referentes –y la nostalgia– sin quedarse en la mera cita; Oxygen, scifi hi-concept contenido y muy bien narrado; y The Guilty, otra entrada al thriller intenso protagonizado por Jake Gyllenhaal.

· PELÍCULAS Y SERIES: MCU. Aquí hago trampa porque la mayoría de estrenos del MCU me han gustado, algunos mucho. Pero al margen de mantener la calidad entre correcta y notable (salvo What If? que no hay por donde cogerla) tengo cierta preocupación por la deriva conformista de la fase cuatro del macrorrelato superheroico Marvel. Ni siquiera propuestas tan locas (y atractivas) como Wandavision puede alejar su clímax de la “batalla de rayos” pese a que la narración apuntaba a algo diferente. Y Los Eternos no abraza su relato sobre lo divino porque debe mantener la “humanidad” de los personajes haciendo que sea otra vez lo mismo de siempre. Y Spider-man: No Way Home podría haber sido una gran película si tuviera algo de personalidad. Al menos plantea un relato puramente “Spiderman” que funciona. Así, pese a sus problemas (imagen plana, acción cumplidora en sus mejores momentos e incapacidad para crear misterio), lo que más ha funcionado este año son Ojo de Halcón y Viuda Negra, dos relatos muy vinculados por sus personajes que no pretenden ser más que eso: una historia contenida sobre personajes. ¿El resto? Pues los cuarenta primeros minutos de Shang-Chi son muy buenos, el resto es bastante olvidable; Loki es una entretenida mezcla entre buddy movie y romcom que sabe un poco a estafa al hacernos esperar a una segunda temporada; y de Falcon y el Soldado de invierno solo puedo salvar a Paul Walker (aka USAgente) e Isaiah Bradley. Entonces, calificar al MCU como Lo utoNormal es por la mediocridad media y, como decía antes, por el conformismo. Son conformistas porque parece que no hay rumbo en el “gran relato”, tan solo un montón de piezas de un puzle incapaz de trascender (salvo Spider-man), que carecen de peso e impacto. Más que nunca parecen “productos de consumo rápido” hechos para olvidarse más allá de una promesa de futuro que, en este momento, me hace desconfiar en lugar de emocionarme como había pasado hasta ahora.

· ANIME: Tokyo Revengers (Koichi Hatsumi, Liden Films). Uno de mis placeres confesos es ver todo el shonen que me interese un mínimo, aunque tenga claro que –o precisamente por eso– no va a ser nada nuevo ni mejor que cosas que ya he visto. Y en 2021 me he hartado de este placer. Por ejemplo, he disfrutado bastante My Hero Academia y Guardianes de la noche pese a ser shonens genéricos de hostias. También he vuelto a Baki (de la que ya he hablado otros años) y los JoJo’s, disfrutables ambas por ser muy cazurras. Un poco menos he disfrutado de Tokyo Revengers, el manganime del momento. Puedo entenderlo porque su premisa mola: es un whodunit con viajes en el tiempo dentro de un shonen de hostias. Sin embargo, en solo una temporada da la impresión de quedarse sin ideas. Y la pobre animación y arte tampoco ayuda. Con todo, estoy deseoso de ver la segunda temporada.

· VIDEOJUEGO: Resident Evil Village (Capcom). Como todos los Resident Evil, este Village se toma muy en serio su mamarrachez. Y eso es de celebrar, aunque en este se pasan de frenada en demasiadas ocasiones. Esta última entrega de la saga es muy disfrutable, pero está falto de momentos memorables, le sobran tiroteos y el flojo tramo final deja un sabor agridulce. Y por comparación no ayuda que la séptima entrega y los remakes del 2 y el 3 sean especialmente buenos y terroríficos. En resumen, un juego mediocre muy a celebrar.

· VIDEOJUEGO: Marvel’s Guardians of the Galaxy (Eidos-Montréal). Este juego es una “aventura de acción narrativa de alto presupuesto” genérica que hace lo mínimo por resultar agradable en las 15 horas que dura, principalmente, porque la historia es una amalgama de los personajes de James Gunn en el cine y de la etapa de Abnett y Lanning en los cómics. Una grata sorpresa putonormalera. Eso sí, por muy buena que sea la historia (que no es para tirar cohetes) darle premios a mejor narrativa es no entender qué es la narrativa.

Beatriz Pérez (Miriorama)

· LIBRO: Klara y el Sol (Kazuo Ishiguro). Inteligencia artificial y mundo caótico y distópico en manos de Ishiguro debería haber sido una combinación digna de otra lista. Pero Ishiguro lleva dos novelas en las que no me dice mucho. De Ishiguro compro lo embriagador de Nocturnos, lo inquietante de Nunca me Abandones, la amargura de Un Artista del Mundo Flotante, lo nostálgico y melancólico de Lo que Queda del Día, pero no el sentimentalismo superficial de su última novela. Me costó mucho avanzar de la mano de Klara, una inteligencia artificial que cuida de Josie, una chica enferma en un  mundo enfermo. Me gustó, esto sí, cómo Ishiguro imagina ese mundo distópico, aunque me encontrara deseando que se muriera más gente para ver si verdaderamente me emocionaba.

· PELÍCULA: Cryptozoo (Dan Shaw). Salí de ver esta película en el festival de Sitges preguntándome cómo era posible que me hubiera fascinado y aburrido a partes iguales. Filmin la define como “un cruce lisérgico entre Parque Jurásico y Tomb Raider” pero ni las criaturas ni los humanos molan tanto como estos referentes ni la película es tan rompedora. Cryptozoo quiere ser tan rompedora que se queda corta en sus locuras y pretensiones. Buena animación arrastrada por una historia que no acaba de cuajar.

Víctor Navarro Remesal (Miriorama)

· VIDEOJUEGO: Beatstar (Space Ape). ¿Quién iba a decir que la clave para resucitar el juego musical occidental clásico era combinar Piano Tiles, la serie Hero y las setlists de Singstar? He jugado muchísimo y por su culpa hasta he escuchado canciones de moderno, como la niña Billy Elliot, pero un diseño de monetización abusivo lo ancla a la mediocridad: ganas puntos para activar cajas que se abren con esperas de horas para darte cartas que acaban abriendo otras cajas con canciones al azar, cuando tienes tres cajas en activo no te deja jugar sin pagar y ni siquiera pagando puedes elegir qué temas compras. Resultado: lo uso sin soltar un duro, tengo un catálogo rarísimo y uso las esperas forzadas para moderar el vicio.

· TELE: Death to 2021 (Jack Clough, Josh Ruben). Sucedáneo LoPutoNormal de los Wipe anuales de Charlie Brooker en el que se echa de menos su voz y de más el foco en América. La mitad de los chistes entran bien, algunos personajes brillan (la nueva Philomena Cunk o esa soccer mom fascista paranormal) y sigue siendo mejor que ver las noticias cada día.

· VIDEOJUEGO: Sumikko Gurashi Farm (Imagineer). Otro farming sim, esta vez en forma de juego de gestión de móvil con esperas y mecanismos de azar. No es Stardew Valley ni Doraemon Story of Seasons, pero en esos otros no salen los Sumikko Gurashi.

· SERIE: Kingdom: Ashin of the North (Kim Sung-Hoon). A la fantasía le costará años sacudirse la mala influencia de Juego de tronos, ese manto de mediocridad gris montado a base de sociopatía, cinismo, efectismo y pretenciosidad. Kingdom, con su tono popular, su heroísmo clásico y su estructura limpia, era hasta ahora un revulsivo a esa tendencia, pero este capítulo especial/TV movie viene a emborronar sus logros con antihéroes crueles y complicaciones innecesarias de la mitología. Sigue siendo Kingdom y la ambientación norteña (barro, frío, humedad) le da un toque bárbaro muy agradecido, así que no le falta atractivo, pero tampoco pasará nada si decidimos quedarnos en el final que nos dio la segunda temporada.

· CINE: Tove (Zaida Bergroth). Un biopic para la hora de la siesta sobre uno de los personajes más interesantes de la Europa del siglo XX, centrándose en las partes menos interesantes de su biografía. Para fans o finlandeses.

· VIDEOJUEGO: Juegos AAA. Así, en bloque, porque la conclusión a la que he llegado este año es que ya no sé distinguir una producción de otra dentro de esa parcela del medio, que tiene el dinero y el tamaño para correr riesgos y explorar nuevas vías pero se conforma con las mismas estéticas (¿cuándo morirá el fotorrealismo?), los mismos modelos, los mismos temas y la misma falsa profundidad. Son fórmulas probadas, claro, así que los mínimos sirven lo suficiente para echar unas horas y disfrutar el espectáculo, pero también para darnos cuenta de cómo el videojuego nos ha menguado las expectativas. La alternativa son juegos indie de moñecos deprimidos, “Mario pero sobre Temas Importantes”, que también son LoPutoNormal pero dan, si cabe, más rabia.

· CINE: Operación Camarón (Carlos Therón). Cada vez más agradecido con las películas decentes dentro de la categoría “cine para ver con padres”. Maneja su fórmula con respeto al espectador y sale Julián López, que siempre es motivo para ver algo.

· TELE: Friends: The Reunion (Ben Winston). Fue el Tema de la Semana y seguro que ya lo has olvidado, lo cual es una marca inequívoca de loputonormalismo. Poco que añadir que no se haya dicho ya: nos sirvió para recordar lo icónica a la vez que estomagante que era Friends y lo muy por encima que está Lisa Kudrow de la serie y sus compañeros de elenco. Lo mejor, sus extrañas decisiones de escaleta, como sacar a Justin Bieber disfrazado de patata.

· CINE: Jungle Cruise (Jaume Collet-Serra). Re-skin de The Mummy y Pirates of the Caribbean con ambientación selvática de aventura clásica, encaje en la categoría “películas basadas en atracciones de Disney” y un dúo fantástico con Emily Blunt y The Rock. Entretenida y olvidable, suma puntos por intentar vendernos que The Rock, Édgar Ramírez y Dani Rovira son (spoiler) compatriotas.

· SERIES: Love, Death, and Robots. Volume 2 (Tim Miller, David Fincher, Jennifer Miller, Joshua Donen, Jennifer Yuh Nelson). Sigo alegrándome de que esto exista dentro del espacio mainstream americano y sigo sin conectar demasiado con el conjunto. Será porque cuando oigo “animación para adultos” tengo una idea mucho más amplia de lo que es “animación” y “para adultos”. En esta segunda antología destaca The Drowned Giant, adaptación de un melancólico relato de Ballard, y en el resto no hay ninguna atrocidad insalvable, así que la media vuelve a salir normalita, aunque con una dispersión más sana.

· CINE: Gaia (Jaco Bouwer). ¿Y esto qué era? Ah, sí, la peli aquella que vi en Sitges que vampirizaba The Last of Us, de por sí ya una ficción post-apocalíptica genérica y normalita. No recuerdo nada salvo que no me aburrí del todo, así que entra aquí con honores.

· VIDEOJUEGO: RuPaul’s Drag Race Superstar (Eastside Games) / Shining Nikki (Papergames). Dos juegos de vestiditos y moda que tengo en el móvil y pongo cuando me acuerdo, y entonces me digo “debería seguir hasta cogerles el truquillo, están simpáticos”, y los cierro para irme con Beatstar o alguno de Gagex hasta que me vuelvo a acordar de ellos y repito el bucle, diciéndome que esta vez sí voy a avanzar y ser una fashion queen. 

· CINE: Restart (Shinagawa Hiroshi). Lo más telefilm de plantilla que he visto en todo el año y quizá lo que más he disfrutado. Un vídeo promocional de Hokkaido (literalmente) que convence, mal disimulado como relato de vuelta a los orígenes para regenerarse. Además de lo bonito que sale Hokkaido, todo es tierno y agradable, la protagonista (Emily, del grupo Honebone) está fantástica, tiene un principio sobre el mundo de las idol sorprendentemente crudo y el tema principal es muy pegadizo.

· VIDEOJUEGO: Taxi Chaos (Team6 Game Studios). Lo presentan como “a completely fresh and modern take on the old-school classic taxi games” pero no es más que una copia genérica de Crazy Taxi con estética de assets gratuitos de Unity. Pero bueno, Crazy Taxi ni está ni tiene secuelas en consolas contemporáneas, así que habrá que conformarse con el clon destalentao. ¿Qué hay más LoPutoNormal que esa cálida resignación?