Vale que la música está hecha para vivirla y que pocas cosas dan más rabia que un cantaor que da rabia, pero no olvidemos que tres cuartas partes de las canciones que nos llegan son de pichín pichán, de rellenar silencio y hueco en las radiofórmulas. Y no pasa nada. Aquí van 7 discos que ni curan el cáncer ni se comen a nuestro perro.

Bunbury – ‘Palosanto’

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God is love, baby don’t hurt me, don’t hurt me…

Se va haciendo complicado ser bunburysta. ‘Hellville’ contenía al menos medio disco excelente y ‘Las consecuencias’ se conformaba con un par de anécdotas que rompían la monotonía. Luego vino ‘Licenciado Cantinas’, cedé de versiones sorprendentemente sólido, pero no fue más que un respiro en la tendencia hacia el aplatanamiento, el abandonar melodías y perderse en letras insípidas. A ratos uno tiene la sensación de asistir a una jam session del maño, improvisando ritmos y letras con sus compinches; otros puede atragantarse con el impostado toque de denuncia social. A base de escucharlo, eso sí, le vamos encontrado algo de gracia, pero la bajona no desaparece. ¿Puede uno pasarse de experimental, inquieto e introspectivo?

Manel – ‘Atletes, baixin de l’escenari’

¿Acabarán siendo Manel los Bon Jovi catalanes?

Las dos grandes mentiras de la música son la evolución y la sencillez. Y con su último disco, los Manel han caído de lleno en ambas. De las letras y estructuras musicales deliciosas por complejas y la introducción de instrumentos poco habituales (xilófonos, vientos, ukeleles), hemos pasado a un grupo que quiere sonar “más natural y rockero». Entiéndannos, el disco no está mal, de hecho el nivel general de las canciones es correcto y las letras, sin ser brillantes, cumplen. Pero para escuchar rock guitarrero básico, Dios ya inventó a Bon Jovi… Aiii, benvolguts…

Darren Hayman – ‘Bugbears’

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Oye, la portada sí que es LoPutoMejor. Pero no se lo digan a Hayman.

Hace años el del ukelele ya nos parecía un tipo correcto, simpático incluso, pero que no nos llegaba. La cosa sigue sin cambiar. Poco más que añadir. Siguiente.

Andrés Calamaro – ‘Bohemio’

Si se fijan bien, verán que en la portada hay unas tetas. La Inercia aprueba el contenido de esta portada.

Si se fijan bien, verán que hay unas tetas. La Inercia aprueba el contenido de esta portada.

Calamaro siempre ha sido de hacer lo que le ha dado la gana, aunque eso significara nadar a contracorriente.  Nos referimos, por ejemplo, a sacar un disco quíntuple, a pasarse de un día para otro al flamenco o a hacer una versión dance de ‘No woman no cry’. Por eso, nos duele que haya decidido acomodarse y sacar algo tan regulero como ‘Bohemio’. Preferiríamos, para bien o para mal, algo más auténtico, más personal, más Calamaro. Menudo futuro más negro nos espera si hasta el Dylan argentino se conforma con hacer musiquilla agradable que suene bien en el ascensor.

M83 – ‘Oblivion – Original Motion Picture Soundtrack’

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¿Pueden creer que Anthony Gonzalez, músico indie, tuvo choques con la productora de una superproducción mastodóntica? ¡Pero bueno!

Lo de Daft Punk con Tron: Legacy salió guay, ¿no? Aún sigue sonando en promos de deporte y anuncios de motos y a la crítica (tanto musical como de cine) le pareció muy bien. Era de cajón que había que intentar repetir la jugada, así que Joseph Kosinski se puso manos a la obra con otra peli aún más LoPutoNormal, Oblivion, y le pidió el score a los franceses M83, que andaban petándolo con su ‘Midnight City’. Si hasta pusieron al mismo arreglista de Tron, Joseph Trapanese, que tiene todas las tablas del mundo. La cosa salió tan floja y falta de carisma como la peli y, aunque funciona moderadamente bien dentro y fuera de ella (para echarse la siesta, por ejemplo), no nos vemos comprando el vinilo con devoción.

MGMT – ‘MGMT’

MGMT, posando, después de su tradicional desayuno: café con leche y un poquito peyote

MGMT, posando, después de su tradicional desayuno: café con leche y un poquito peyote

Que un grupo que ha tenido un par de éxitos mundiales decida sacar un disco sin singles y lo menos comercial posible, no nos parece mal. Que avisen a sus fans de que va a ser difícil de escuchar, incluso nos motiva. Pero de ahí a sacar un álbum larguísimo, prácticamente sin melodías, con mucho ruido de fondo y sin ningún estribillo… Los MGMT siempre han sido una banda de excesos y esta vez se les ha ido mucho la mano (por no decir la pinza). Como los chicos nos caen bien nos ponemos generosos, decimos que es disco normalero aunque no lo tengamos claro y continuamos, antes de que ustedes se den cuenta de que ‘MGMT’ es bastante más fa que fu.

Goo Goo Dolls – ‘Magnetic’

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U2 + Mango: aquí nadie se la juega

La viva imagen (o sonido) de lo normalero, de la liga media, del ir a lo seguro y no pegársela, los soseras Goo Goo Dolls vuelven otro año más con un disco que bien podría ser cualquiera de los anteriores (sospechamos que los de Johnny Rzeznik pagarían por poder incluir ‘Iris’ en cada nuevo elepé). ‘Come to me’ no está mal y ‘When the world breaks your heart’ es melodrama explosivo de aprobado, pero también tiene engendros incomprensibles como ‘Last hot night’ (¡ay, esas voces!). Baladones, azúcar, medios tiempos y algo parecido al rock: material de sobras para tener plaza fija en esta lista.

V the Wanderer y Withor