En 2014, los Monty Python se reunirán de nuevo (excepto, y salvo cambio de última hora, Graham Chapman, que está un poco muerto) para volver a los teatros ingleses a representar sus sketches más aclamados en directo. Si, como el aquí firma, le pilla a usted un poco a desmano desplazarse hasta la pérfida Albión, no desespere: siempre le quedará Monty Python: los mejores sketches, espectáculo conjunto de Yllana e Imprebís.
No creo que a estas alturas haga falta presentar a los Monty Python: grupo inglés (bueno, con un galés y un norteamericano) que revolucionó la comedia televisiva a finales de los 60 y principios de los 70 con su show Monty Python’s Flying Circus. Su humor, que mezclaba lo absurdo, lo cultural y la metarreferencia, dio el salto a la gran pantalla con varias películas, la más famosa de las cuales es La vida de Brian.
Las compañías Yllana e Imprebís unen fuerzas aquí para dar a luz una adaptación al español de algunos de los más desopilantes sketches del circo ambulante del señor Monty Python. Sobre el escenario tenemos a Carles Castillo, Sandro Cordero, Balbino Lacosta, Ramón Merlo y Carlos Heredia; mientras que Santiago Sánchez y Joe O’Curneen dirigen con mucho acierto esta versión patria de los gags británicos.
Entre algunas de las piezas que podemos encontrar en la hora y media que dura el espectáculo están el clásico sketch del loro muerto, el equipo de guionistas, el padre poeta y el hijo minero… sin olvidarnos, claro, del chiste más gracioso del mundo, que brilla especialmente con un montaje más que notable. Los conocedores de los Python ya se imaginarán que no era fácil trasladar la historia de esta broma de destrucción masiva al teatro, pero Yllana e Imprebís han conseguido hacerlo de forma muy dinámica.
Las risas están aseguradas gracias al buen hacer de los actores, que combinan la sobriedad de Balbino Lacosta y Carlos Heredia con el histrionismo (en ocasiones quizá excesivo) de Carles Castillo y Ramón Merlo, todo aderezado con el cómico aire de resignación de Sandro Cordero. Los cinco se reparten el peso del humor de forma equitativa y sin que, como pasa a veces, uno brille exageradamente más que los otros.
En cuanto a la adaptación propiamente dicha, los más puristas (entre los que me incluyo) pueden estar tranquilos: no hay cambios significativos en el transcurrir de los sketches, algunos de los cuales están unidos de forma impecable para que el ritmo de la obra sea fluido. Sí hay un par de cosas que me mosquearon, eso sí. La primera fue la referencia (parece que ya obligatoria) a «una relaxing cup of café con leche», metida con calzador e innecesariamente en el sketch del loro muerto. La segunda fueron las referencias marcadamente localistas a temas españoles en sketches con personajes de apellido británico. Por lo demás, chapó por la traducción y adaptación, libre de calcos lingüísticos y lo suficientemente despegada del original para que no tengamos la sensación todo el rato de estar viendo una fotocopia.
Monty Python: los mejores sketches es una obra muy recomendada tanto para fans como para advenedizos al humor del grupo cómico. Mi acompañante no había visto nunca nada del Flying Circus y rio con los gags como la que más, así que puede ser la oportunidad perfecta para enganchar a ese amigo o a esa pareja que se resisten a darle un tiento a la obra de Cleese, Idle, Chapman, Gilliam, Jones y Palin. Y es que puede que no sean los originales, pero durante la hora y media que pasamos entre risas y aplausos, tampoco los echamos de menos. Y eso, hablando de los Monty Python, no es decir poco.
Monty Python: los mejores sketches está en el Teatro Talía de Valencia hasta el 6 de enero, y las entradas tienen un precio de entre 15 y 20 €.