Un lector motivado es mucho más productivo que un lector apático (¡dónde va a parar!) y por ello La Inercia les hace saber que nos importan, que valoramos su opinión y que sus ideas serán tenidas en cuenta. Siempre y cuando, claro, las expresen en los ajustados términos en los que pasamos a adoctrinarles y coincidan, coma a coma, con el sacrosanto patrón de nuestro pensamiento único y pelín dictatorial. Empiecen por aprenderse estas tres canciones, y las queremos para ayer.

La elección de Withor

MUSE – NEW BORN

Cojo el diccionario (¡miento! Lo miro en Internet que es más fácil y cómodo) y leo que «hipnótico» se puede definir como aquel estado psico-fisiológico diferente del estado de vigilia normal. Empiezo a pensar que llevo años usando erróneamente la palabra, pero uno ya tiene una edad y no está para cambiar ciertos hábitos. Así que lo sigo diciendo: los primeros 30 segundos de ‘New Born’ me parecen hipnóticos.

Cuando los escucho, tengo la sensación de entrar en otra dimensión y que todo aquello que soy, he sido y seré, es absolutamente secundario, porque no estoy allí. No existo. Lo único que existe es el piano, y esa melodía que se repite sin cesar.

Son 30 segundos. La canción dura 6 minutos. Y me encanta, toda, desde el principio hasta el final. No tanto como ‘Starlight’, más accesible. O como ‘Glorious’, joya escondida de Muse de la que nadie se acuerda y que a mi me parece de lo mejor. Y hay otras. Pero si tuviera que definir que supone Muse para mí, me quedaría con los primeros 30 segundos de ‘New Born’. Porque me parecen sublimes  y son hipnóticos. Porque, como dirían aquellos, me llevan a un estado psico-fisiológico diferente del estado de vigilia normal. Y eso, teniendo en cuenta mi estado, no es poca cosa.

La elección de V the Wanderer

ORNAMENTO Y DELITO – LA POLICÍA

Defecto de juntaletras: se me entra fácilmente por las palabras. Ahí va un grupo llamado ‘Ornamento y delito’, con un álbum que lleva por nombre ‘Rompecabezas de moda y perfección moral’ (el anterior era ‘Putas y cocheros’, tampoco está mal), con temas como ‘Canción de la muerte’ o ‘El Madrid de los Austrias’ (¡es que es el Madrid de los Austrias, Javi!). Pues ya con eso me tienen ganado.

Más tarde, en el mismo sitio, escucho el disco (primero de la banda con Limbostarr, tras tres trabajos autoeditados) y resulta que además es bueno. Muy bueno. Es rasposo, cavernario y cavernoso, perturbado, reventando de peligro y malestar.

Leo por ahí sobre ellos y veo que se nombran mucho sus referentes inmediatos: Alfaro, Nacho Vegas (sí, el tipo canta algo así como el Vegas más sórdido y oscuro), Joy Division… Yo añadiría El columpio asesino, por el caos y el desconcierto, pero mejor los describo por los géneros que listan en su Myspace: pop español/postpunk/religiosa.

Péguenle una escucha a esta ‘La policía’, tratado del autodesprecio genético, y díganme si no tienen la sensación de haber visitado algún lugar muy chungo. Pues todo el disco es así. Y encima, con esos nombres.

La elección de Raúl

EL HOMBRE GANCHO – HOY

De la película ‘Tuno negro’, de los 40 Principales (cuando Canal + era Canal +) y de un recopilatorio de canciones de Gran Hermano (año 2002) no puede salir nada bueno. Y más si esta canción ñoña de pop blandito, amor y rimas previsibles, ambienta en la BSO el relato de un miembro de la tuna cabrón y asesino. En fin, cine español. Todos los prejuicios (verdades como puños) son aquí bienvenidos.

La historia de los cordobeses El Hombre Gancho, cabareteros y rancheriles, es también la de tantos y tantos grupos efímeros, contada en cuatro discos: el primero, que apenas vende 5.000 copias pero sirve para patearse el circuito de salas en España; el segundo, con apoyo de multinacional, single pelotazo al número 7 de los 40, galas enlatadas en la tele, 50.000 copias y giras de verano en pabellones (el súmmum será tocar en Las Ventas); el tercero, con éxito comedido a rebufo del anterior y entrevistas (la televisión todavía está de nuestra parte) donde se afirma que sí, que este disco es mucho más maduro; el cuarto, el de la decadencia, que puede pasar desapercibido antes de que la banda se disuelva sin que nadie se entere. El cantante, si puede, emprenderá carrera en solitario.

En la dictadura de este ciclo canalla del ‘mainstream’, se pierden las buenas canciones como ésta, que ni revelan misterios, ni contestan preguntas ni te cambian la vida pero dignifican el rock de radiofórmula y rescatan lo que fuimos alguna vez, hace (no tanto) tiempo. Hoy escucho ‘Hoy’ y me parece más ligera, más básica y con mucho menos ‘punch’, pero le guardo cariño porque alguna vez me gustó y acaso sea porque es una de esas canciones que me hacen sentir (¡ay!) el paso del tiempo.