Ya saben de qué va esto: se trata de una parodia de las listas de lo mejor del año cuyo valor intrínseco -y razón de ser- es que las canciones pueden ser de cualquier época y no de de una anualidad en concreto. Empezó hace ya seis años como una broma interna, y en parte lo sigue siendo, pero es también un ejercicio de introspección que nos ahorra visitas al psicólogo y una de las razones por las cuales La Inercia sigue en pie. Hecha la confesión, sigo adelante y proclamo con rimbombancia y pomposidad, por si acaso ésta fuera la última vez, que éstas son mis catorce canciones favoritas del año que hemos dejado atrás.
Califato ¾ – Crîtto de lâ Nabahâ (2019)
No hay combinación imposible si tratamos de arte. Incluso la mezcla -a priori disparatada, digna de dementes- de una marcha de la Semana Santa sevillana con un poquito de drum’n’bass puede llegar a tener sentido.
Sufjan Stevens – My Rajneesh (2020)
La mejor canción que ha sacado Sufjan este año, aunque no la incluyó en su disco -para mí flojete- ‘The Ascension’. Diez minutacos de pura mística, tanto lírica como musical. Y con Osho (el gurú espiritual capitalista amante de los Rolls-Royce) en portada, para desconcertarnos todavía más.
Hijos del trueno – Habanera sin rayos (2019)
Raúl la incluyó en su selección de canciones favoritas de 2019 y yo me enamoré al instante (de la canción, se entiende, de Raúl siempre lo he estado, por varias razones, entre ellas su habilidad para escribir así de bien: «Más allá del trasnoche y el lamento habitual de la Barcelona echada a perder por el progreso y la masificación turística, aquí, frente al cartón piedra imperante y el espíritu de franquicia, se bebe del arrabal y se reivindica el rollo portuario, los bares genuinos en extinción, la periferia fea, la explanada polvorienta, los descampados y los polígonos industriales»).
Ferran Palau – Cavall blanc (2018)
Un único concierto en doce meses (ya saben por qué). En Cambrils pude ver en directo a Ferran Palau, con el que comparto año de nacimiento y afinidad musical. Dicen de él que es el ‘Sufjan Stevens català’, y aunque este tipo de etiquetas siempre resultan algo estúpidas, su pop metafísico tiene algo que recuerda al del genio de Michigan.
El chaval de la peca – El jardín prohibido (1998)
Hace unas semanas tuve una idea magnífica para esta santa web. Se trata de crear una sección llamada ‘Infravalorados’, ‘Grandes olvidados’ o algún otro nombre genérico cualquiera con el objetivo de recuperar artistas u obras que a nuestro juicio merecerían una mejor estima. La primera entrada estaba adjudicada para El chaval de la peca, cuyos discos me parecen geniales -tanto el concepto como el contenido- y dignos de ser reivindicados. Sobre todo esta canción, cuya letra eleva el cinismo y la desfachatez hasta niveles insoportables. Hecho el apunte, no sé qué sucederá con ‘Infravalorados’. En mi cabeza era espectacular.
Camellos – Mazo (2019)
Seamos realistas: los componentes de Camellos no fueron bendecidos al nacer con el don de la música. Nadie en su sano juicio los situaría a la altura de Thelonious Monk o Serguei Vasilievich Rajmaninov, dos artistas reconocidos y además de nombres envidiables. El asunto cambia si nos referimos a la habilidad para escribir frases divertidas e ingeniosas. En este campo, los Camellos son Mozart. Salen a un par de joyas por canción. Ejemplos: «Oferta especial: aguja, mechero y albal»; «En una droguería, aquí no venden lo que yo quería»; «No lloraba tanto desde que despertó Toni Cantó»; «Vamos a dejar tu piso como el edificio Windsor»; «Y me dijo: yo a tu edad… tenía tu edad»; «El mejor agua del mundo: mereció la pena venirse a Madrid», y así podría seguir.
Iggy Pop – Lust for life (1977)
Un día cualquiera de 2020, después de haberla escuchado, no sé, quizás mil veces, reflexioné y concluí que si existe la canción de rock perfecta debe ser muy parecida a ‘Lust for life’.
C. Tangana – Demasiadas mujeres (2020)
¿Pero cómo no va a aparecer en esta lista una canción que samplea en clave discotequera el pasodoble ‘Campanera’ de Joselito? La genialidad del año, sin discusión. Ay, campanera…
Joe Cocker – With a little help from my friends (1969)
Unos meses después de que The Beatles publicasen ‘With a little help from my friends’, Joe Coker lanzó su versión de la misma. Parecen dos canciones distintas. No hay puntos en común. Nadie diría que están emparentadas, y mucho menos que una es hija legítima de la otra. El cantante británico cambia totalmente el ritmo, el compás y el tono, añade acordes que no existían y una larga introducción instrumental, pero su transformación va más allá de los meros aspectos técnicos. Lo que hace Cocker es extraer la esencia de la original para engendrar una criatura con una alma nueva, con identidad propia.
(Texto extraído de la serie (Per)Versiones musicales que servidor escribió hace unos años, que se recomienda encarecidamente y que puede ser consultado aquí).
Rigoberta Bandini – Fiesta (2020)
De repente y sin previo aviso, Rigoberta Bandini apareció en nuestras vidas y todo empezó a mejorar. ‘Fiesta’, compuesta en pleno confinamiento duro -aquí el contexto es especialmente relevante-, es como tantas otras canciones un canto a la vida y a esos pequeños momentos que están ahí y son importantes aunque no llamen la atención, como un baño en el lago, los ratitos de jarana o comerse un Magnum almendrado, que poca broma, qué buenos están los cabrones y qué bien Rigoberta por recordárnoslo.
Bob Sinclair & Raffaela Carrà – Far l’amore (2011)
A menudo pienso en Jep Gambardella y en su amargura disfrazada de algarabía y festivales en áticos con vistas al Coliseo, y no puedo evitar sentirme triste por él. Entonces pongo esta canción y un poquito se me pasa.
Belako – marinela2017 (2020)
Los más fieles del lugar, si es que aún queda alguno por ahí, saben que suelo utilizar este recopilatorio de canciones para incluir algún consejo a los lectores como agradecimiento por dedicarme unos minutos de atención. El de este año es el siguiente y creo que es de los buenos: escuchen a Belako. No se arrepentirán.
Kelly Lee Owens – On (2020)
Lo confieso: me pirran este tipo de canciones que parecen ser una cosa para acabar siendo otra muy distinta.
Dynoro & Gigi d’Agostino – In my mind (2018)
Odio el concepto de ‘placeres culpables’ (canciones, películas o artistas que nos gustan pero nos avergüenza reconocerlo en público). No me provoca ansiedad confesar mis supuestas debilidades, ni admitir que pese a ser un fanático de Pink Floyd, Beethoven o The Doors, por poner unos ejemplos, a veces el cuerpo me pide italo-pop o recuperar los temazos de ABBA, por poner otros. A los hechos me remito: repaso la lista y veo que sin premeditación he colado al chaval de la Peca, Raffaela Carrá y al puto Gigi d’Agostino. A ver quién lo supera…