La futura banda que nunca o alguna vez fundaremos haría canciones como las de Los Nikis. Sería, al menos, un inicio. Los Ramones de Algete son un inestable cóctel de espíritu punk-pop, temáticas absurdas y sabor castizo. Son un grupo chorras, de esos que elevan la anécdota a categoría de canción, pero de vez en cuando hay hallazgos más que interesantes, sobre todo en los temas no tan explícitos en los que juegan con la ironía. Se regocijan en su cazurrismo, como ocurre en la popularizada ‘El imperio contraataca’ (por cierto, tiene una canción hermana: ‘Las ventajas de ser de aquí’) o en ‘Canto en inglés’, un ataque a la cosa moderna: “Canto en inglés, no entiendo lo que canto porque está en inglés. Me he teñido el pelo de color butano, qué alternativo soy”. Y acaban diciendo: “He nacido en Burgos y canto en inglés”.
· ¿Quienes son? Emilio, Joaquín, Arturo y Rafa: Los Nikis
· ¿Qué hacen? Punk festivo de los 80
· ¿Por qué molan? Por su sentido de la diversión y la despreocupación
· ¿Desea saber más? Vayan a su web oficial
He aquí un puñado de curiosidades sueltas. En el primer disco, el corte 8 se llama ‘Voy a Benidorm’ y el 9 ‘No vuelvo a ir a Benidorm’, con menciones a las teletiendas de Chuck Norris y a niños que joden en los viajes en autocar. Magnífico es el título de disco ‘Más de lo mismo’ (¡un hurra por la evolución del grupo, el gran y eterno debate musical!) y proliferan los retratos de ‘personajes’, en canciones como ‘Enrique el ultrasur’, ‘Borja el motorolo’, ‘Olaf el vikingo’ o ‘Aurelio el misionero’. Ojo también a las versiones de ‘Agradecido’, ‘Mamma mia’ y ‘Amante bandido’. Luego están las tonterías que no van más allá, del tipo “Hay algo raro dentro de esta obra. No pasa nada, albañiles hay de sobra”, cantan en la ruda La hormigonera asesina. Chorrada mayúscula es también el tema ‘Quizás’, 57 segundos compuestos únicamente por síes y noes, o ‘Yes, I do’, donde se narran las vicisitudes en una clase de inglés.
Los Nikis tienen fijación por cantarle a los quebraderos de cabeza del amor parejil, en temas como ‘Yo soy tu sombra’ (elaboradísima la rima ‘Si tú vas a Hong Kong, yo me iré a Hong Kong’; la canción acaba con un asesinato, revolver del 42 mediante) o la atormentada ‘Mi chica se ha ido a Katmandú’, aunque con una música alegre, casi infantil. El esplendor tragicómico florece con el temor atroz a la infidelidad, a los cuernos en potencia de la chica. Porque en muchas canciones Los Nikis se saben pringaos, losers y pelín pagafantas; así lo muestran en la balada seria y acústica ‘Noto algo en tu voz’, donde un astronauta en órbita se lamenta por que su mujer retoce en la Tierra con “el jefe del proyecto Saturno, que me ha puesto aquí a dar vueltas”. En ‘Mi venganza está cerca’, el traidor es el monitor de body building, “un palomo que debería medir un palmo más que yo”.
El universo de estos punkis paletos, próximos a grupos como ‘Un pingüino en mi ascensor’ o ‘Polansky y el ardor’, continúa en sus tonadas sobre el París-Dakar, la rabia desatada contra Paco Lobatón o Nieves Herrero en ‘Inquisición inquisición’, historias de fracaso espacial en ‘La increíble historia del camarada Vladimir’ o tórridos y sórdidos relatos de peripecias por la ruta del bacalao, aun odiando a muerte las discotecas (‘Dos carretas’). Los Nikis, simples, guitarreros y festivos a pesar del sabor amargo de algunas historietas, molan en espaciadas dosis. Me divierten y, sobre todo, parecen inspiradores para formar un grupo en el que, por supuesto, no habría que saber tocar. Faltaría más.
raúl