Josmar Flores Pereira le debe mucho a Jesucristo. Después de todo fue él quien (afirma el propio Josmar) le sacó de una turbulenta, larguísima y fallidamente melodramática relación con las drogas. Después de todo fue él quien (de nuevo, afirma el propio Josmar) le bendijo con un «don para cantar y componer». Así que si Jesucristo, o Dios, o cualquiera de las voces que acechan a nuestro héroe, viene y le encarga una misioncilla de nada (coge aquí estas latas, súbete a este avión, hazlas pasar por bombas y secuéstralo) lo más normal es que lo haga, ¿no?

· ¿Quién es? José Marc Flores Pereida

· ¿Qué hace? Telepredicador, músico y actualmente preso

· ¿Por qué mola? Por ser una delirante (y dolorosa) muestra de la infracultura

· ¿Desea saber más? Atrévanse a visitar su web o lean más sobre el secuestro

Seguro que muchos de ustedes ya conocen los hechos: el pasado 9 de septiembre (9 del 9 del 09) el pastor, músico y ¿ex?-drogadicto boliviano (residente en Oaxaca) Josmar Flores toma un avión de Aeroméxico y, al par de horas de vuelo, se levanta y proclama secuestrar la nave luciendo un cinturón de explosivos. Sólo que no son exactamente bombas: Josmar ha cogido latas de zumo, las ha rellenado con tierra y adornado con lucecitas, para hacerlo todo más creíble. Exige hablar con Felipe Calderón, el presidente mexicano: ha de avisarle de que un gran terremoto está a punto de asolar su país. Así se lo dijo en vía directa el mismo Jesucristo el día anterior. Cristo, tenemos que hablar de tu política de selección de personal.

El personaje ya era merecedor de atención antes del incidente, no obstante. Su historia personal la pueden oír en su propia web contada por él mismo. No lo hagan. El insufrible e interminable archivo de audio contiene un discurso en dos partes lleno de drogas, muertes de amigos y camiones. Todo narrado buscando el asombro y la lágrima, sin éxito. En un momento álgido cuenta que su padre, con el fin de librarle de las drogas, le ató a la cama y le vistió de mujer: de manual.

130Josmar adora «Asu» libertador, de eso no hay duda.

Tras todos estos lances, Josmar acabó «encontrando a Cristo» y convirtiéndose en pastor evangelista y megalómano. La palabra de Dios se le antojó sosa y decidió musicarla con arreglos verbeneros y  melodías repetitivas y facilonas. Su desbordante creatividad le ha llevado a editar, hasta la fecha, nada menos que cinco álbumes, el relato de su vida («Un testimonio de fe») y hasta un Grandes Éxitos. Todo descargable gratuitamente en mp3 desde su web. Ya se lo pagará Dios, supongo.

De su extensa discografía se podrían destacar muchos títulos. «Dósis superior» (sí, así, con ese acento dañando retinas) bucea de nuevo en la peripecia vital de Flores, que él se dedica a exprimir no tanto con ánimo ejemplarizante sino como intento de convertirse de leyenda. «Ya no está crucificado» sirve de perfecta muestra de otra de las fijaciones del autor: el ataque a las imágenes religiosas. Pero el punto fuerte de la obra de este iconoclasta cantautor se encuentra en «Quisiera yo saber», una loa a las virtudes de los «monos», animales a los que Flores alaba con versos como «aunque sean feos en apariencia parecen tener más consciencia». Qué más da si en el camino el boliviano se posiciona a favor del creacionismo si a cambio nos regala un estribillo como este:

«Los monos no se hacen daño ni se matan como los humanos, no roban por tener riqueza ni destruyen la naturaleza. Los monos saben de decencia, aunque nadie les habló de ciencia. Las monas no son liberales, ni los monos son homosexuales.»

Tal vez no sea el mejor tratado de zoología del mundo (recomiendo a Josmar hacer una googlear «monos bonobos»), pero no negarán que la cosa, cuanto menos, llama la atención. Ríanse cuanto quieran, pero que eso no les distraiga de plantearse qué avatares han llevado a la existencia de un tipo así. A saber: democratización de los medios, religiosidad extrema (extremista), analfabetismo… A veces la subcultura crea un perfil más acertado de la realidad que la cultura exitosa y validada. O lo que es lo mismo: México (y el mundo entero) es tanto José Alfredo Jimenez como Josmar Flores. No olviden que aquí tuvimos a nuestro propio Josmar.

Parece ser que Flores deberá pasar entre tres y veinte años a la sombra por su aventura aérea. Espero que sean incluso más: Flores merece su propio retiro monacal para seguir componiendo.

V the Wanderer