Hay veces en las que lo que importa es el cine y otras en las que basta con estar en la sala, con una temperatura agradable, un asiento cómodo y desconectado de las alertas del móvil. El cine es un refugio que a veces se parece a un fumadero de opio: plácido e incapaz de dejar nada en la memoria – y eso está bien. Por eso, un año más, rendimos homenaje a esa filmografía de la mediocridad, esa estampa del día a día que el canon borrará, con una selección de las películas más #LoPutoNormal que hemos visto. Este 2016 ha sido un año generoso en cine-opiáceo, tanto que hemos tenido que ampliar nuestra tradicional lista de 14 a 17 entradas (más extras) y aún así nos hemos dejado fuera el aluvión de blockbusters reguleros como Ghostbusters o Zoolander 2 (¿a que no te acordabas de que había salido este año?). En un año tan convulso como éste (el peor que hemos vivido muchos, y posiblemente el mejor de los que están por venir), la falta de riesgo y de voz de estas pelis normaleras de ahí abajo es hasta reconfortante.

Keanu (Peter Atencio, 2016)

Podría ser una comedia de los 90 con Martin Lawrence pero es la primera película de Key & Peele, dos de los cómicos norteamericanos más importantes de los últimos años. El pedigrí cuenta, y cuando le has hecho de traductor de ira a Obama o se te aplaude por tratar las cuestiones raciales de tu país con valor y finura no basta con cuatro chistes de gueto. Keanu abusa de una única idea que ni siquiera explota bien: dos panolis haciéndose pasar por gangstas (¿lo hacen bien o mal? ¿los demás se lo están creyendo o están flipando con el ridículo?). Además, la trama es predecible, los secundarios, olvidables, la acción, regulera y los chistes, pocos y repetitivos. Entonces, ¿mal? No del todo: Key y Peele tienen carisma y tablas y hay alguna escena a la altura de su potencial, como la conversación con pandilleros sobre George Michael. Keanu es un debut conservador y algo blando, pero tan cálido y majo como el gatico que le da nombre.

@VtheWanderer

Batman v. Superman: Dawn of Justice –Ultimate Edition- (Zack Snyder, 2016)

Vender una película asegurando que hay una versión más completa en el horno no es la mejor estrategia de marketing. O sí, porque al público le da igual si va de los más grandes superhéroes de la historia dándose tollinas. Supone un gran problema que el blockbuster contemporáneo, cada vez más gigantesco, no quepa en una duración media de más de dos horas. Le sucedió a La era de Ultron y le ha sucedido a Batman V Superman, aunque al menos en esta última sí hemos tenido una ‘versión definitiva’ que, aunque no hace de ella una buena película, la convierte en la mejor versión posible de la misma. En su estreno en cines Batman V Superman se hacía farragosa, una colección de momentos dramáticos sin contexto donde solo importaban la ‘splash page’ espectacular, la frase de adolescente afectado y los ceños fruncidos de gente muy enfadada  – vamos, como un “buen” cómic noventero. En la ‘versión definitiva’ todo esto sigue ahí: la media hora extra sirve para no avanzar a trompicones, contextualizar un poco, tomarse ciertos momentos de respiro y hacer de Superman un personaje algo humano. Por mucho que la película pase de mala a mediocre, sigue siendo un cúmulo de tramas que daban para dos o tres cintas, con recursos de guión sacados de la manga (¿alguien ha dicho Martha?) y un tercer acto con destrucción masiva y monstruo gigante estándares. Ah, y sale Wonder Woman porque sí. Pero eso lo perdonamos porque mola.

@MacMathiu

The Beatles: Eight Days a Week – The Touring Years (Ron Howard, 2016)

Me acomodé en el asiento del cine aún con el buen sabor de boca, inesperado, que me dejó Rush. Ron Howard había convertido un relato de típica competición motorista en un drama hipnótico, gracias, en parte, a su espectacular banda sonora. ¿Conseguiría lo mismo con la historia de los Beatles, contada ya decenas de veces? La respuesta es contradictoria. Ni fu ni fa. Como aspectos positivos, la película ofrece imágenes de archivo inéditas (en exclusiva el concierto restaurado del Shea Stadium de Nueva York) y un retrato acertado del primer fenómeno fan a nivel mundial que se produjo con el cuarteto de Liverpool. Pero seamos justos, The Beatles: Eight Days a Week es un relato buenista y superficial de las tensiones vividas por el grupo, la presión de tener que tocar ante una masa irracional, que casi no escucha sus canciones, y la contradicción de convertirse en meros objetos de consumo cultural. Se entiende porque es un documental avalado por los dos Beatles vivos y las familias de los muertos, incluida la especial Yoko Ono. Demasiadas declaraciones grandilocuentes.

Cano

Ratchet & Clank (Kevin Munroe, Jericca Clerand, 2016)

Es fácil encontrar en YouTube montajes de las cinemáticas de cualquier juego, componiendo una suerte de narrativa a brochazos, descontextualizada y sin el contrapunto de los momentos jugables. Lo que en el contexto del juego es una escena de anticipación salta directamente a las consecuencias, etcétera. Algo así es Ratchet and Clank, un proyecto de 2×1 lanzado junto a un juego homónimode saltar y pegar tiros (mucho más interesante por estar entero) que se limita a pegar, rellenar y ajustar los momentos no interactivos de éste. El resultado, que bien se podría haber llamado Ratchet and Clank – All Cutscenes [SPOILERS], es una peli de animación CGI americana más, como la enésima peli de animales resabidillos de Dreamworks, aunque su adherencia al manual (no hay una sola frase o momento que no hayas visto antes) garantiza que al menos no patina. Y el robot mola.

@VtheWanderer

The Shallows (Jaume Collet-Serra, 2016)

Nuestro amigo y vecino Jaume Collet-Serra es un director que, aun sin hacer obras maestras o siquiera películas muy destacables, siempre acierta. Es un artesano con talento, que firma películas correctas sin más, bien dirigidas y con buen ritmo, experto en el subgénero “Liam Neeson enfadado” (Sin identidad, Non-Stop y Una noche para sobrevivir). Este año no ha trabajado con Neeson pero sí con otro ser implacable igualmente enfadado: un tiburón gigante. Con una premisa tan high-concept como “surfera asediada por un tiburón en una pequeña roca de un playa solitaria”, Collet-Serra lleva a cabo un ejercicio de tensión minimalista, de tempo y espacio muy medido, con imágenes muy potentes y donde el tiburón tiene escrito “metáfora” en la frente. Y aunque muy disfrutable, Infierno azul es tan olvidable como cualquier película del director. Y eso está bien. Con tanto blockbuster decepcionante suelto, se agradece que Collet-Serra nunca falle en darnos casi cada año un buen LoPutoNormal.

@MacMathiu

Jason Bourne  (Paul Greengrass, 2016)

He aquí el Bourne post-Snowden: una peli en la que una agencia secreta tiene una carpeta llamada BLACK OPS en su ordenador, un trasunto de Mark Zuckerberg dice en rueda de prensa que no espiará al usuario y los periodistas aplauden o un pendrive con información clasificada lleva escrito ENCRYPTED con letra gorda. Como una abuela haciéndose perfil en Facebook, vaya. Greengrass y Damon querían devolverle el lustre a la franquicia tras el LoPutoNormal ejemplar que fue The Bourne Legacy pero les ha quedado una caricatura seriota y viejuna de lo suyo, una peli de acción ruidosa, sin ingenio ni ingeniería, que no sabe para qué recupera a su personaje. Peor aún: Jason Bourne se crece con revelaciones absurdas y el nuevo gran descubrimiento del pasado de Bourne niega por entero el arco y la ambigüedad moral de la trilogía original. A punto está de ir a la hoguera, pero se salva de ser un absoluto descalabro por una secuencia fascinante en Grecia (la única que, siquiera de manera superficial, conecta con el espíritu de su tiempo) y porque sale Alicia Vikander. Para cuando suena el «Extreme Ways» de Moby como acostumbrado tema de cierre, la peli parece preguntarnos «¿volverá Jason Bourne?», a lo que nosotros rogamos: por favor, no.

@VtheWanderer

Allied (Robert Zemeckis, 2016)

El título con el mejor juego fonético del año irrumpe en la lista con fuerza —aunque tocando con educación en la puerta antes. La formidable pareja de espías nos lleva en volandas por una intriga tópica en el contexto de la II Guerra Mundial (¡en Casablanca, mismo!). Una película de gran factura y con buen ritmo… pero a la que le pesa la firma de Zemeckis. A los nostálgicos nos llena de tristeza nostálgica comprobar para lo que ha quedado uno de los grandes maestros del cine popular estadounidense.

@Anlololo

Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children (Tim Burton, 2016)

Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children transmite la sensación de querer contar mucho pero no disponer del tiempo necesario para ello, lo que acaba propiciando a un atropello narrativo que desemboca en un clímax bastante lamentable. El primer acto se hace eterno, el conflicto tarda en aparecer y cuando lo hace ya hemos bostezado demasiadas veces. El elenco de personajes es tan coral y la narración se detiene tan poco en cada uno de ellos que nos importarán bien poco y pasarán a formar parte de ese montón excesivo de cosas que nos quieren contar. Es una peli visualmente bonita, pero vacía y aburrida. Burton por fuera, pero nada por dentro.

@DBesalduch

(Nota de Víctor: y que lo digas.)

Café Society (Woody Allen, 2016)

Woody Allen es el Wilco del cine: ha alcanzado el status de mito, es extremadamente prolífico y la sensación es que sus obras maestras son cosa del pasado. Y sin embargo, como sucede con la banda de Chicago, no hay que perderle la pista, porque existe la posibilidad de que todavía tenga guardado un conejo en la chistera. Al igual que los discos de Wilco, las películas de Allen pueden ser mejores o peores, pero siempre ofrecen momentos satisfactorios. Café Society no es una excepción, como tampoco lo fue Irrational Man, la película que el año pasado pudo haber sido un #LoPutoNormal de manual si la hubiéramos visto. Mientras las escenas de Café Society se van sucediendo, todas ellas correctas pero poco memorables, me invade la sensación de que los momentos más álgidos de la filmografía de Allen, aquellos pasajes que nos hacían reír y mirarnos al espejo, ya nunca volverán. Pedirle que vuelva a inventar algo como Annie Hall Manhattan es utópico, como es ingenuo pensar que Wilco nos va a sorprender ahora con una nueva ‘Yankee Hotel Foxtrot’ o un ‘A ghost is born’.

@AdriWithor

Ninja Turtles: Out of the Shadows (Dave Green, 2016)

Como la primera entrega de este revival con esteroides CGI, la segunda Tortugas Ninja es completamente consciente de la estúpida premisa de la franquicia. Estúpida como ya eran la serie de animación/campaña publicitaria de moñecos o las películas de imagen real previas. Fuera de las Sombras abraza, con todas sus consecuencias, el descerebre de una cinta protagonizada por mostrencos tortuguiles adolescentes y ninjas, ofreciendo un entretenimiento para todos los públicos desenfadado y olvidable. Plagada de tecnología loca, como el camión de basura que dispara tapas de alcantarilla, ciencia mutante que «despierta» el animal que hay en ti como los Frosties y ninjas que se alían con cerebros extraterrestres para dominar el mundo porque “why not?”, esta segunda Tortugas Ninja es el blockbuster más desacomplejado de la temporada.

@MacMathiu

Finding Dory (Andrew Stanton y Angus MacLane, 2016)

¿Qué pretende contar Pixar con esta secuela? Pues… básicamente lo mismo, pero perdiendo el reclamo de la originalidad. Finding Dory es una película innecesaria, pero consigue salir airosa de una soga autoimpuesta, e incluso goza de algún momento brillante (what a wonderful world…). Sorprendentemente, lo mejor de la película son las nuevas incorporaciones: Hank, Bailey y Becky funcionan bien. Sin embargo, la película se traba de manera importante cuando se ve forzada a conceder minutos a todo lo referente a su predecesora, es decir, sufre de una falta de independencia, de una necesidad de rememorar personajes y sitios reconocibles en un ejercicio de fan service muy artificial. Mi teoría es que Finding Dory hubiera funcionado mejor quitando tiempo e importancia a Nemo y Marlin, por ejemplo. También se abusa de los flashbacks a causa de la memoria de Dory, que se acaban haciendo reiterativos y lastran el ritmo de la peli. En definitiva, Finding Dory es entretenida y logra hacerse un huequito, que ya es más de lo que todos esperábamos de una secuela tan innecesaria.

@DBesalduch

Money Monster (Jodie Foster, 2016)

Money Monster es un thriller de marca blanca con algo de denuncia social protagonizado por el señor de los spots de Nespresso y la señora que anuncia colonias y calcetines. Imagino que como reclamo no está mal. La película trata la corrupción, el desencanto y frustración de la gente de a pie y, en mitad de todo, los medios de comunicación de masas «informando». Una temática harto machacada que, con un planteamiento más valiente, podría dar para un film interesante. Pero Money Monster se conforma con señalar el problema y reírse de los responsables de todo esto convirtiéndolos en memes en lugar de comprometerse con la denuncia, no vaya a ser que enfade a alguien importante. Aunque entretenido y dirigido con academicismo por Jodie Foster, resulta superficial y olvidable.

@MacMathiu

Sully (Clint Eastwood, 2016)

No os cuento nada nuevo si afirmo que desde Gran Torino (2008) Clint Eastwood ha ido decayendo. Muchos etiquetan Sully como lo mejor del director en los últimos años, y posiblemente no anden mal encaminados, pero tampoco es para tirar cohetes: Sully es, por así decirlo, lo mejor de la mediocridad del director, y por lo tanto sigue siendo algo normalero. El problema de la película es el siguiente: Clint narra bien el hecho histórico… y ya. Es una obra con una carencia absoluta de autoría y valentía, totalmente transparente y deshilada. Estamos de acuerdo en que el “basado en hechos reales” acota el “qué” a un acontecimiento concreto, pero eso no significa que el “cómo” deba pasar desapercibido, y en este caso la forma no se encuentra por ninguna parte. Sully es la película que cualquier director de plantilla hubiera hecho. Mi teoría es la siguiente: si Sully no estuviera protagonizada por Tom Hanks, la película podría colar perfectamente en la parrilla de domingo por la tarde de Antena 3.

@DBesalduch

El ciudadano ilustre (Mariano Cohn, Gastón Duprat, 2016)

Nadie es profeta en su tierra. Bajo esta arquetípica premisa, los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat confían en las dotes interpretativas de Óscar Martínez para levantar una película que bascula entre el tedio y la sorpresa puntual. Más allá de explotar los roces entre la modernidad del literato y la rudeza de unos analfabetos argentinos, El ciudadano ilustre se pierde en un tono mal definido. Por momentos, la película es comedia, por otros, es drama y misterio, e incluso, thriller psicológico. El campo de juego, además, cuenta con una gran desventaja: una fotografía de corte documental que roza el amateurismo y entra en clara contradicción con la historia que se relata. Y a pesar de todas las críticas posibles, esta película argentina, en la carrera por el Óscar, tampoco molesta en exceso. Algún que otro personaje alocado contribuye a esa percepción.

Cano

Fantastic Beasts and Where to Find Them (David Yates, 2016)

Nunca he sido demasiado fan de Harry Potter. Sí, me he leído todos los libros, el último devorándolo en dos días, y he visto en cine casi todas las películas, aunque la mayoría por “obligación”. Entiendo el fenómeno, aunque para mí las películas han sido un LoPutoNormal tras otro (con alguna excepción) y los libros un entretenimiento inofensivo. Así que la decisión de Warner y J.K. Rowling de ampliar ese universo no podía importarme menos. Pese a ello, he caído en las redes de la mercadotecnia y he pasado por caja para verla. No lo puedo evitar. Pero la verdad es que tampoco ha sido tan malo: las nuevas coordenadas temporales (años 20) y geográficas (Nueva York) le sientan muy bien al universo Potter, como bien le sientan ciertos toques macabros de la trama. El problema es que, como buen blockbuster contemporáneo, Animales Fantásticos y cómo encontrarlos se siente demasiado como una entradilla más que como una historia autosuficiente a ampliar en siguientes entregas, como una promesa de que “lo bueno lo dejamos para la siguiente” en lugar de presentarlo en ésta. El cuarteto protagonista (con Eddie Redmayne y sus insoportables tics a la cabeza) funcionan pero no son memorables, el conflicto es interesante aunque poco original (un mago malo quiere mostrar la existencia de los magos a los humanos para someterlos) y los animales fantásticos del título son simpáticos pero pintan poco: no son más que accesorios del personaje de Redmayne e interrupciones a la más interesante trama principal.

@MacMathiu

Un monstruo viene a verme (J. A. Bayona, 2016)

Un monstruo viene a verme tiene cosas muy buenas: las escenas animadas son bellísimas y liberan la carga dramática maravillosamente (algo que me ha fallado en otras anteriores del director), el trabajo de dirección con Lewis McDougall es de mucho aplaudir y, sin lugar a dudas, en una película visualmente impactante. Sin embargo, por muy grande que sea el monstruo y por mucho que adore la voz de Liam Neeson, no ha estado a la altura del bombardeo mediático. El mayor error de la película es que todo lo que rodea al triángulo niño-monstruo-madre se siente como relleno y aburre: la relación del chaval con su padre o su abuela (Sigourney Weaver), o todo el tema del bullying. Las subtramas tratan de introducir todavía más dinamita dramática en el mix emocional ya de por sí bien cargadito, y lo que logran es el efecto contrario… desbordan y desinflan. La conclusión de alguna de ellas (sobre todo la del padre) es trivial, vacía e innecesaria. La peli goza de momentos brillantes (los cuentos animados del monstruo, no me cansaré de repetirlo), pero estos no logran tapar una cantidad importante de huecos secundarios ni arreglar un ritmo con demasiados altibajos. Un monstruo viene a verme es una peli lacrimosa regulera.

@DBesalduch

 

Captain Fantastic (Matt Ross, 2016)

En Captain Fantastic se plantea una forma de vida alternativa, contracultural y alejada de la sociedad, pero se nutre de unos cánones estéticos tan amaestrados y convencionales como los del ‘cine indie americano’. Es decir, una excentricidad entrañable y edulcorada para todos los públicos a lo Little Miss Sunshine y similares. También resulta demasiado obvia en la crítica/parodia de ciertos aspectos de la sociedad americana, como el culto al consumismo, a la obesidad como enfermedad, a las estrictas reglas de la iglesia o a la sobreprotección de la infancia. A su vez presenta la forma de vida utópica de la estrafalaria familia como un culto con reglas muy marcadas, sin apenas libertad dentro de una educación elitista y sesgada por las férreas creencias paternas (los niños leen Maus y Lolita, pero no La Patrulla X de Claremont o Ubik, y por supuesto no ven cine… pero el film acaba con la familia cantando «Sweet Child of Mine») y donde se entrena el cuerpo de forma sádica en pos de convertir a los niños de la familia en una nueva raza de seres superiores física e intelectualmente. Sin embargo es en estas contradicciones (o hipocresías), en solo ver la paja en el ojo ajeno, donde surge un film bastante atractivo. No diré que es interesante porque en la película es una palabra prohibida, pero ahí lo dejo. E interesante es un 6 en Filmaffinity, así que LoPutoNormal.

@MacMathiu

Man vs Snake: The Long and Twisted Tale of Nibbler

En 2007, King of Kong: A Fistful of Quarters nos ganó a todos narrando la historia real de un duelo por el récord mundial de Donkey Kong como un drama deportivo norteamericano, una suerte de revisión jovial de Rocky que funcionaba por su honestidad, su pasión y su distancia. La competición se revelaba absurda, sí, pero a la vez más que meritoria, con una épica nada cínica equilibrada gracias a unos cimientos mundanos (el tipo jugando solo en su garaje, superando la cima de su vida mientras su hijo le reclama para que le eche un cable con la higiene en el baño). King of Kong era un festival para jugadores y amantes del retro pero también accesible y disfrutable para todos los públicos, y de paso nos descubría algo fundamental: que el cine deportivo americano es, en esencia, ridículo e infantil. Casi una década después, Man vs Snake intenta repetir la jugada sin aprender esa lección, y se centra en el campeón de un juego retro menospreciado por su comunidad, Nibbler, en una lucha por defender su título y, de paso, ganarse el respeto y reconocimiento de sus iguales. Sin la distancia amable de King of Kong, este nuevo documental se queda en exaltación para iniciados, en una colección de señores de mediana edad en baja forma imitando el lenguaje de los marines o los policías de Estados Unidos («sólo le quedan tres hombres») para impostar profesionalidad, convenciéndose unos a otros de que lo que hacen importa más que nada. Hegel y Bourdieu se pondrían las botas.

@VtheWanderer

BOLA EXTRA: Originales de Netflix

Cuando Netflix empezó como productora/distribuidora de largometrajes a finales del año pasado con la notable Beasts of no Nation de Cary Fukunaga parecía que nos iban a traer muchas alegrías. Después llegaron las películas de Adam Sandler y la cosa empezó a desinflarse. Durante 2016 han sido muchas las películas con el sello “Originales de Netflix”; sin embargo, pocas han quedado para el recuerdo. Ahí está la “secuela” de Tigre y Dragón, con mucho CGI de baratillo, o Mascots de Christopher Guest, un mockumentary con mucho potencial desaprovechado, además de varios dramas que no soy capaz de recordar, como Los principios del cuidado o Tallulah. Todas ellas con una puesta en escena homogeneizante, de fotografía plana y “demasiado” digital que las hace difícil de diferenciar, y con graves carencias actoriles. Dos de los últimos estrenos, ARQ y 7 años (la primera producción de Netflix en España) son las más interesantes, aunque también pecan de los problemas mentados. La primera es una formulación del bucle temporal en clave home invasion con elementos sci-fi y dinámicas de muerte y resurrección videolúdicas, más interesante que bien ejecutado. En la segunda, un efectivo ejercicio de tensión minimalista en el que cuatro socios de una empresa y un mediador se encierran hasta decidir quién de ellos es el más “adecuado”. Dos high-concept que representan lo mejor de un catálogo plagado de medianías.

@MacMathiu