I

Lo danés parece estar de moda. En España lo reivindican como el no va más de la virtud cívica y el bienestar social. Partidos tan antagónicos como Podemos y Ciudadanos apuntan al “modelo danés”. Los primeros por la fortaleza de su Estado del bienestar. Los segundos, por su cultura política negociadora (representada por la famosa serie Borgen) y su capacidad por reinventar el Estado del bienestar y hacerlo compatible con las exigencias competitivas y a veces predatorias del mercado. Ambos tienen razón. Aunque ninguna formación explica cómo se ha llegado a donde han llegado los daneses. Para eso hace falta más de 140 caracteres.

II

Si alguien tiene curiosidad por saber cómo los nórdicos – y no sólo los daneses – han llegado a esto le recomiendo el libro del politólogo Víctor Lapuente, El retorno de los chamanes. Lapuente es profesor de Ciencia Política en la Universidad de Gotemburgo, Suecia, y lleva unos años investigando las reformas de la administración pública en los países escandinavos. El retorno de los chamanes es muy rico en información y análisis sobre las reformas que en Suecia, Dinamarca, Noruega y Finlandia se llevarona cabo a partir de los setenta del siglo pasado, cuando sus respectivos Estados del bienestar llegaron al colapso y se dio lo que en sociología se ha llamado “la rebelión fiscal de las clases medias”. Los artífices de las reformas fueron los partidos socialistas (o socialdemócratas en la terminología germana). Dichas reformas fueron el resultado de una mezcla de heterodoxia programática, pragmatismo ideológico y ruptura con la tradición socialista y sindicalista. Se adelantaron dos décadas a la tercera vía y al nuevo socialismo (el marketing político no existía aún) y lograron un auténtico milagro social, político y económico: siguen siendo las sociedades más igualitarias del mundo y con los mayores índices de bienestar social.

III

Borgen es el nombre del parlamento danés. Esta palabra se ha hecho famosa en el vocabulario político y mediático español gracias a la serie homónima, aunque algunos periodistas la utilicen con muy poco sentido (he leído por ahí que tal político piensa “erigirse en el Borgen catalán ante el independentismo”, que es como si un periodista danés escribiera que tal político piensa erigirse en el Congreso de los Diputados danés ante el populismo xenófobo).

Como me ocurre con todas las series (sean famosas o no), fui muy reacio a perder el tiempo con Borgen. He de reconocer que me equivoqué. Cuando la empecé ya no podía parar. Borgen no solo es un retrato de la clase política danesa, sino de la clase política de cualquier democracia representativa. Y su principal protagonista, la primera ministra Birgitte Nyborg, un bien logrado arquetipo del político idealista en lucha constante contra el realismo político más desalmado, y que Alfonso Guerra describió una vez al politólogo Antonio Elorza con estas palabras: “Para hacer política hay que hundirse en el barro”.

IV

Uno de los capítulos más políticamente emotivos de la serie Borgen se titula “El último obrero”. Un bello retrato del eclipse de la socialdemocracia clásica nórdica que recuerda a El socialista sentimental de Umbral, pero con menos sentimentalismo. El “último obrero de Dinamarca” es el líder del Partido Socialdemócrata danés (Partido Laborista en la serie), duramente cuestionado y ridiculizado por sus propios compañeros de partido, más pragmáticos y centristas en lo ideológico; y, por tanto, más mezquinos y ambiciosos en lo político: no dudan ni una temporada en acabar con él.

“El último obrero” es una fiel metáfora de la caída de la socialdemocracia escandinava, sí, pero a la vez, un descarnado y melancólico retrato de su triunfo social: pues no es otra persona que Birgitte Nyborg, hija de un idealista socialdemócrata de origen humilde, quien preside el gobierno de una de las democracias más consolidadas del mundo, pero como líder del partido moderado.

V

En Borgen, el partido mayoritario en el parlamento – y el que lidera las encuestas – no es el moderado de la primera ministra, que a medida que aprende el arte de la política se hunde en las encuestas. El líder es el Partido Socialdemócrata. El protagonista y hacedor del “modelo danés”. Y de la muerte de su último obrero.