Descubrí a Darren Hayman con enorme desinterés. Fue en una fiesta navideña en un antro londinense llamado Cargo; me había invitado Belinda (buena tía, la maña) para ver a The Clientele. De los primeros de la noche, Smoke Fairies y Sunny Day Set Fire, no recuerdo nada,  salvo que había algún japonés (y puede que me lo haya inventado). Y luego vino él, un tipo con las gafas y el chaleco oficiales del uniforme nerd y una voz nasalilla. «Ay madre», dijo Belinda, «mira ése del ukelele». Y seguimos con nuestras cervezas.

El tío estaba ahí, solo en el escenario, con su ukelele de juguete (esto definitivamente me lo estoy inventando) y unos ruiditos y gallos muy de hacer el tonto. Facilísimo de ignorar. Pero la gente se agolpaba frente a él, hasta con entusiasmo. Luego acabó, apuramos nuestras cervezas y vimos a The Clientele tocar con una cuerda rota y montar y desmontar sus propios instrumentos. Y hasta nos sirvió la noche para descubrir a Ed Harcourt, a pesar de tener que irnos corriendo en los bises para no perder el último metro.

Ni siquiera saqué fotos de Hayman.
Ahí tenéis a la violinista/teclista de The Clientele.

Al poco tiempo Belinda me informa que «el del ukelele» es un tipo indie bastante seguido y respetado, tanto él como su antiguo grupo, Hefner. Me resulta curioso y divertido. Bloody crazy brits. Unos meses después veo anunciada una actuación de Hayman en el Loop de Tarragona (¡Tarragona!) y por un inesperado sentido del deber me planteo ir. Pero ay, pese a mis buenas intenciones, el concierto llegó y pasó y ni me acordé de él. Mi cerebro seguía impermeable al pobre Darren.

A partir de entonces, el nombre del tipo del ukelele se me presenta periódicamente, en unos desganados asaltos que ya no pretenden nada. Hayman por aquí, Hefner por allá. Menciones sueltas: sigo sin conocer ni una sola canción suya. Hasta que Natalia me pasa su lista de Spotify «para escuchar en el curro», y me la encuentro plagada de cortes del inglés. Vale, vamos a pegarle una escucha.

Hayman, musicalmente, es simpatiquillo, menos nasal y estridente de lo que recordaba, simplón en las melodías y variado en los arreglos. Bastante tranquilo, aunque lo mismo se te arranca ahí con un tema pegadizo y tarareable. Si tuviera que destacarles alguna canción (qué compromiso), sería «Compilation Cassette», por su inocencia y sus letras reivindicando los pequeños detalles que se vuelven inolvidables.

hayman

Ahí lo tienen: Darren Hayman

El ex-Hefner está bien para tener de fondo, tal vez, pero sigue sin convencerme. Sin darme cuenta enseguida estoy cambiando de artista (la misma lista de Natalia tiene por ahí a Belle and Sebastian o mis queridos Decemberists). Que no, que no me cuaja. Siento si esperaban ustedes una historia de descubrimiento musical, una revelación tardía, un «finalmente le di una oportunidad y ahora es mi músico de cabecera».

¿Que por qué le dedico este artículo, entonces? Porque esos (fríos) encuentros me parecen entrañables, y además señalan la zona gris de nuestros gustos en la que habita el grueso de la música. Ya vale de ponerse al teclado sólo si un grupo te apasiona o te irrita, ¿no les parece? Piensen en esos pobres críticos que cobran por escribir y se enfrentan a diario a temas que ni fu ni fa. Animalicos.

Y no se preocupen por Hayman: ya tiene a sus fans que se agolpan a pie de escenario para venerar su ukelele.

V the Wanderer