Un personaje que huye y otro que no se atreve a marcharse, unidos por la peculiar arquitectura de una ciudad estadounidense en la que ambos se encuentran atrapados: Columbus. Hace unos años me topé con esta película y no puedo evitar recordarla cada cierto tiempo. Se trata de la ópera prima del crítico y analista de cine surcoreano Kogonada, pseudónimo que homenajea a Kogo Noda, guionista habitual de Ozu. Su influencia en Columbus (2017) es clara, así como también lo es la de otros cineastas estudiados exhaustivamente por el director, desde Kubrick hasta Linklater.

Columbus es una obra pequeña, modesta, pero con una voz propia que seduce y conmueve al espectador abierto a escucharla. Sus protagonistas, Casey (Haley Lu Richardson) y Jin (John Cho), son personajes aparentemente diferentes, pues no comparten generación ni nacionalidad, pero pronto descubrimos que encajan más de lo esperado. Su relación, que recuerda a la pareja de Lost In Translation, se desarrolla ante, entre y dentro de edificios diseñados por algunos de los arquitectos más innovadores del siglo XX. Y así como la arquitectura podría entenderse como construir sobre un espacio vacío, también Casey y Jin buscan un sentido a sus vidas, llenar un hueco, y puede que la espontánea relación que nace entre ellos les empuje a dar los primeros pasos.

El trabajo de Kogonada y su director de fotografía, Elisha Christian, convierte cada fotograma en un cuadro perfecto. Los protagonistas son colocados en cada plano de manera precisa y medida, casi matemática, como si formaran parte del propio espacio arquitectónico. Se juega con la simetría, el equilibrio y las particularidades de las obras arquitectónicas por las que transitan los personajes. A sus interpretaciones sensibles y sus imágenes impolutas se suma, además, la plácida banda sonora de Hammock. Columbus habla poco pero dice mucho: entre otras cosas, que la distinción forma-fondo no existe.

Columbus está disponible en Filmin: https://www.filmin.es/pelicula/columbus

Laura Casasnovas (@lauranewhouses)