Una de las consecuencias del monopolio japonés sobre el videojuego en los 90 es que el medio estuvo lleno de mascotas. A los populares Mario y Sonic se le sumaban los chocobo de Final Fantasy, los slimes de Dragon Quest o el cavernícola Bonk. Criaturas simpáticas, coloridas y reconocibles que venían a representar tanto una marca como un concepto de juego, una manera de entender el medio. Sony y Asobi Team recuperan esa estrategia y filosofía de mercado con los robots de Astro, vistos ahora en Astro’s Playroom de PlayStation 5 y antes en el que puede ser el mejor juego de PSVR, Astro Bot Rescue Mission.
Astro y sus amigos robot ya habían aparecido en los conjuntos de minijuegos the Playroom (2013) y The Playroom VR (2016), producción de nombre olvidable pero de incuestionables virtudes, en la que destacaba la prueba “Robots Rescue”, un nivel de plataformas 3D que explotaba al máximo la nueva perspectiva abierta por la realidad virtual. Con el mando controlábamos a Astro pero la cámara se movía con nosotros, como si nos hubiéramos colado en un diorama gigante, y el propio robot se giraba para mirarnos y comunicarse con nosotros.
Astro Bot Rescue Mission parte de ese nivel pero no se conforma con alargarlo, sino que en cada mundo nuevo da una vuelta de tuerca a su concepto, en un aluvión de creatividad y nuevas ideas como el género no había visto en muchos años. Y, además, lo hace con un protagonista adorable y carismático y el tono alegre de la mejor animación. Astro es, en estos tiempos de juegos unplayful e “indies” intensitos como poesía adolescente, el icono que necesitamos.