Históricamente, la música popular ha vivido bajo la dictadura de los estribillos. Sean más largos, más cortos, más o menos pegadizos, los estribillos siempre han estado ahí. De hecho, muchas canciones viven para el estribillo, siendo esta su única y exclusiva razón de ser.  Son canciones que transcurren lenta y aburridamente hasta la llegada de ese momento mágico, un estallido orgásmico que justifica el tedio precedente.

A mí, como a todos, me encantan los estribillos. Algunos más que otros. Pero también adoro las canciones sin estribillo, aquellas en la cual nunca se produce el anteriormente nombrado ‘estallido orgásmico’: toda la canción, en sí, es el orgasmo.

Todas las notas son importantes amigos
Todas las notas son importantes amigos

Últimamente, de hecho, estoy llegando incluso más lejos. Me estoy volviendo un fan incondicional de partes o fragmentos. Me explicaré. Se trata de buscar el placer, como si se tratara de un estribillo, de ciertas partes o fragmentos de canciones que, en un principio, no tienen nada especial. Pero sí que lo tienen. O quizás sea yo el les otorga esta connotación.

Esta parte especial puede ser un pequeño cambio de ritmo, alguna variación en la entonación de una canción o la introducción de un simple acorde de fondo que para muchos oídos, posiblemente, haya pasado desapercibido.  Un cambio estructural o vocal en mitad de una canción puede ser como un oasis en el desierto. Para el que lo encuentra, es la bendición. Pero la mayoría jamás será capaz de dar con él.

Pongo algunos ejemplos: me encanta cuando Calamaro lamenta ‘dicen que hay algo que tener, y no muchos tenemos’ en Estadio Azteca; la triple repetición –no estribillenca- de una frase tan simple como ‘to hold you in time’ en ‘in the flowers’ de Animal Collective; la conjunción de guitarras que abre la canción ‘and justice for all’ de Metallica; el grito desde lo más profundo de sus entrañas ‘no taconees más mi corazón’ del Columpio Asesino… y así, miles y miles de ejemplos.

Es un tópico, pero en el fondo es cierto, qué importantes son los pequeños detalles. En la vida, y en la música. Una nota de piano, un do más o menos agudo son detalles en principio insignificantes pero que a mí, cada vez más, me parecen más importantes. Y es que en mi caso, la dictadura de los estribillos ya ha llegado a su fin.

withor