¡Paren las rotativas! ¡Detengan las máquinas! ¡Dejen todo lo que se traigan entre manos! La Inercia les trae su dosis musical de cada semana, y si eso no es motivo para detener el mundo (no lo es), no sabemos qué lo será.

La elección de Raúl

ANTÒNIA FONT – WA YEAH!

La lírica del compositor Joan Miquel Oliver, cabeza pensante de la banda, se torna aquí un desconcertante brain storming entre el surrealismo y el costumbrismo, una lluvia de ideas inconexas, algo habitual en el repertorio de esta banda bautizada con el nombre de su primera fan. Entre el mallorquín, la velocidad y los conceptos extraños, la letra absurda no es descifrable, con suerte, hasta después de unas cuantas escuchas.

Me encanta la sucesión de cotidianeidades porque sí, el arranque intimista, la base dance, la melodía arrebatadora y festiva, el teclado, y hasta el videoclip, colorista, onírico y algo psicodélico. De vez en cuando, me gusta que las cosas no se entiendan, que nada se entienda. La canción es un hit infalible, pura artillería pesada para levantar al respetable de sus asientos, incluso dos veces por concierto. Ya desde la sorna del título  y el estribillo pegadizo, la canción parece mofarse de los contenidos profundos. Aquí es suficiente con una letra que reúna las nimiedades de cada día (“sa zebra que passa un semàfor i com se desmunta un bidet” y demás conceptos libres: «Un llapis d’Ikea, un pistatxo») y un grito de guerra básico, al que es difícil resistirse, wa yeah! Sí, señor. Viva la banalidad.

La elección de V the Wanderer

NACHO VEGAS – EL CAMINO

Anno domini dos mil y cuatro. Cinco expedicionarios, grupúsculo humano que alberga sin saberlo el germen de La Inercia, patean el terruño en dirección a un destino sagrado para otros, pero no para ellos. Las ampollas, tendinitis y agujetas minan su moral, pero no la agotan. Tampoco da para épica.

El Camino es incesante, silencioso, y nadie ha traído un maldito emepetrés: son muchos días sin música y lo empiezan a notar. Adri (o withor) propone un juego, alguien tararea un trozo de canción y los demás tienen que adivinarlo, quien lo adivina propone la suya y así ad nauseam. Víctor (o V the Wanderer) canturrea, silba. Raúl (o Raúl) se contenta con soportar el ardor de sus llagas.

Otro Camino, otros silencios: Nacho Vegas carga con pecados, autodesprecio, encuentros sórdidos con viejos obsesionados con la masturbación y la terrible y súbita comprensión de que el camino es todo lo que hay, de que nada es nuestro.

Dos mil diez, el Tercer Camino, que parte de los otros dos, del nuestro, del de Vegas. No sé si esta vez llevaré emepetrés o me someteré a un voluntario celibato. No me queráis despertar si me veis dormido; sabe el alba que si quiere yo le espero en el camino.

La elección de Whitor

THE FLAMING LIPS – YOSHIMI BATTLES THE PINK ROBOTS PART 1

Yo tendría que haber tatareado, cantado o adorado Yoshimi battles the pink robots part 1 mucho antes de lo que comencé a hacerlo, ahora hace unas tres semanas. El destino o la diosa Fortuna me dieron una segunda oportunidad, que no he desaprovechado.

Hace unos años, cuando me compré mi nuevo coche, lo más importante para mí no fue el hecho de pasar de x a x caballos o el tipo de motor sino que ¡por fin¡ disponía de Cedés para escuchar música. Fue por ello que le pedí a mis principales compadres que me hicieran cada uno de ellos un Cedé para poder disfrutarlo en mi nuevo y flamante Clío. Dicho y hecho.

Hubieron unos 7-8 cedés, cada uno de ellos más variado. Canciones románticas (para estar con las chicas), pop indie español, electrónica chunguilla… Uno de los cedés que menos escuche en aquel momento fue el de Victor (no The Wanderer, otro), por razones de la vida. Hablamos de afán por escuchar todo lo que me habían grabado, cientos de canciones destinadas a pasar al estrellato, a la normalidad o al olvido que supone la caja de cedés que nunca se saca de la guantera. El cedé de Victor fue a parar allí. Yo no sabía que Yoshimi battles the pink robots part 1 estaba allí.

Afortunadamente, hace unas semanas, un poco por azar, un poco -estoy convencido- por destino, llegué a esta joya de los Flaming Lips, esta metáfora de la lucha contra el cáncer a través de la bella historia de una niña, Yoshimi, que es capaz de derrotar a unos enormes robots -que sean de color rosa no disminuye su peligrosidad-. Poco después, y tras años sin hacerlo, de nuevo el destino (García) me llevó a escuchar el cd de Victor, y así comprobé los años que había desperdiciado sin escuchar esta canción. Pero tranquilos, porque estoy recuperando el tiempo a marchas forzadas. A fin de cuentas, el destino había dictado que Yoshimi y yo íbamos a ser amigos para siempre.