La ironía es para los cobardes. Si hay que defender a Raphael, Bonnie Tyler o Las Grecas, ahí estará La Inercia en primera fila dispuesta a razonar virtudes y recibir las tortas. Eso sí, vengan de uno en uno, por favor, y sin bates de béisbol. No prometemos no salir corriendo, pelín cobardes sí que somos.

La elección de V the Wanderer

BONNIE TYLER – TOTAL ECLIPSE OF THE HEART

Es una bolsa de croissantes dulcísimos, de esos rellenos de chocolate líquido y cubiertos de azúcar glas. Muerdes uno y el chocolate rebosa y se desparrama por todas partes, pringándote. Muerdes otro y ya sientes el empacho, pero aún así va a caer un tercero, y un cuarto. Es un caramelo toffee que se pega en el paladar y justo detrás de los dientes, que necesita más tiempo para arrancarlo a lengüetazos que para comerlo. Pero aún, lo comemos con gusto.

Hagan coña con ella, adelante. El tema se presta, desde luego. Valen versiones con la letra cambiada explicando literalmente lo que ocurre en el incomprensible videoclip (dirigido por Russell Mulcahy, el de ‘Los inmortales’ y mucha basura posterior), por ejemplo. Aún así, saben que si lo escuchan no se lo quitarán de la cabeza y que, probablemente, acaben cantándola a grito pelado mientras nadie mira. Por algo será.

La composición llegó a la galesa, dicen los rumores, después de que Jim Steinman tuviera sus más y sus menos con Meat Loaf, a quien iba dirigida en primer lugar. (Steinman compuso también ‘I Would Do Anything For Love (But I Won’t Do That)‘, que vendría a ser su canción gemela.) La voz rota de la Tyler sustituyó al gordo de perlas, ajustándose con soltura a la épica rock y la perfecta modulación de la intensidad (sube, mantiene bajito, rearranca; ustedes también la han cantado y vivido).

Luego, como anécdota que pone la guinda, William Shatner la interpretó con Lin Yu Chun, el taiwanés que ganó un ‘Taiwan’s Got Talent’ o similar a base de agudos sobremasculinos. Larga vida a la mejor glucosa.

La elección de Withor

LA BIEN QUERIDA – 9.6

Abro mi número especial de la Rock de Lux (aka, Biblia), con todos los nuevos estilos musicales que se han generado durante la última década y me pierdo entre los miles de ítems existentes, hasta que compruebo que ‘la bien querida’ (para mí, ya conocida como ‘la bien khedira’) se cataloga como ‘neofolk español’. Ok.

Recuerdo la primera vez que escuche esta canción, con título de calificación que nunca conseguí en un examen de matemáticas, en un anuncio de ¿una compañía de seguros?. Sólo sonaba la primera parte. La folk. De la segunda, la neofolk español, no había ni rastro.

También recuerdo la primera vez que escuche, entera, 9.6. La primera parte es preciosa. Folk. Guitarra que suena desnuda y demás tópicos. Frases para el recuerdo: ‘el día que te conocí, llevabas todo el pelo alborotado’. Piensas que será una canción de aquellas que podrás cantar con tu novia. Pero no. En 50 segundos, la cosa cambia. Giro esperpéntico. Adiós al folk. Hasta luego, guitarra que suenas desnuda. ¡Bienvenido Apple! ¿Cómo te va la vida, mi querido Cubaser?

No sé si me gusta o no esta canción. La primera parte, definitivamente, me parece hermosa. La segunda, no estoy seguro de como calificarla. Aunque el adjetivo ridícula es tentador. Muy tentador. Sin embargo, no me acaba de disgustar (creo). Tiene algo que me engancha. Aunque no sé si es por su conjunto. O por la no suma de sus partes. Es más, quizás es la primera canción que me gusta más por lo que habría podido ser que no por lo que ha acabado siendo. Y no acabo de tener claro si esto es bueno o no.

La elección de Raúl

LAS GRECAS – TE ESTOY AMANDO LOCAMENTE

Ojito con las precursoras del rock flamenco o el gipsy rock o el glam quillo pop. Atención a esas guitarras afiladas y a esas vidas fascinantes, desfasadas y turbias. Tan apasionadamente amó Tina, una de las dos hermanas, que acabó loca y desquiciada, muriendo en un manicomio de Aranjuez en 1995, aunque antes la habían visto vagabunda, esquizofrénica y pordiosera buscando heroína por las ferias de pueblo.

Con la cabeza comida a base de murgas de espiritismo y magia negra, intentó matar a su hermana con un cuchillo pero sólo la pudo herir y sumirla en una depresión justo cuando intentaba reflotar el grupo por su cuenta. Porque ella, Carmela, la otra Greca, tampoco se queda corta. Tras una fama inmediata de Cadillacs y dinero a espuertas y un manager cabrón estafador, no digirió bien la caída (otra muñeca rota de la música popular) e intentó suicidarse con pastillas.

En resumen, un dramón suburbial de perdición y drogas sito en Carabanchel Bajo, que nada tiene que ver con esos quejíos jondos, el salvaje redoble de batería inicial, la letra simplona de amor desbocado, las guitarras de rock duro, hasta progresivo, y el amago distorsionado a lo Hendrix, con esa actitud como de prenderse fuego. Todo eso, en 1974, con aire de rumba, ‘nananais’, y cante aflamencado a cargo de estas dos gitanas revolucionarias y bastante chungas. A su lado, Pete Doherty es Gandhi.