Hoy no tenemos mucho tiempo para atenderles, ya nos disculparán: el domingo es la Gran Fiesta de la Democracia y aún estamos decidiendo qué nos pondremos. Aún así hemos sacado un rato para recomendarles tres temorros de gran altura.

La elección de Raúl

ROBBIE WILLIAMS – ANGELS

En séptimo de EGB yo aprendía inglés con grabaciones de las Spice Girls. Así me luce el pelo. Te ponía la profesora los temitas en cassette una y otra vez, y tú analizando y traduciendo, como si aquello fuera una letra de Ismael Serrano. Y se ve que los hits ingleses de masas iban bien porque luego por aquellos listenings, ya en octavo y siguientes y hasta creo que en cursos paralelos a la universidad, pasó esta canción de cuando el amigo Williams redondeaba el pop de forma impecable. Le sentó bien dejar Take That porque luego, poca coña y apreciable virtud, supo llevar una carrera comercial a rabiar y de estrellón endiosado, pero coherente y sabiéndose rodear de gente solvente, empezando por sus compositores.

No sé: le reconozco varias canciones que alcanzan la perfección pop y le intuyo un olfato infalible para el éxito. Apuesto ahora a caballo ganador, a single architrillado, a su canción de más enjundia y popularidad. Un baladón de libro, qué les voy a contar. Todas esas andanzas citadas, hasta que se volvió loco y se le fue la mano y la nariz con las drogas, comenzó a ver ovnis y acabó reuniendo de nuevo a Take That, y en eso anda, ya para el arrastre. Casi prefiero no saber inglés para evitar enterarme de esta letra moñardona, un pastel que es nitroglicerina para el diabético. Letra sonrojante, canción ampulosa, trascendente y emocionalmente épica; regular, seguramente, para aprender inglés pero elegida, en una encuesta, la banda sonora ideal del ciudadano británico para sonar en su funeral.

La elección de Withor

INTERPOL – THE NEW

Recuerdo cuando el triunvirato inercio decidió empezar a recomendar tres canciones por semana. Laura me confesó que ella sería incapaz de encontrar una canción por semana que le gustase. Yo fui sincero: no dudaba que para la Santísima Trinidad Inercia (STI) sería pan comido. Cuando empezamos, lo hicimos sin reglas ni ataduras. Fly free para nuestras mentes. Y ahí seguimos, casi centenarios.

Hace poco, hablando con Raúl, le confesé que aunque no estuvieramos obligados a hacerlo, me había propuesto, de momento con éxito, no repetir ninguno de los grupos en mis recomendaciones. Reconocí, eso sí, que había alguna pequeña excepción, MGMT y quizás alguno más, porque alguna semana me había puesto perrísimo con alguna canción. Pues bien, el amigo Raúl ya había vuelto cuando yo todavía iba para allí. En su caso, no había repetido ningún grupo, pero había hilado fino para tampoco recomendar bandas que los otros dos inercios ya hubieramos puesto en bandeja de plata a nuestra fiel audiencia. Y no lo he hablado con V, pero hago memoria y un pequeño estudio de campo, de esos que se hacen en pijama, y anda por los mismos derroteros que nosotros.

Toda esta introducción, para lanzar al aire dos ideas:

1) Estoy muy orgulloso del tres canciones. En dos añitos, hemos creado una microbiblia musical que para un neófito pudiere ser una guía de aprendizaje de calidad, variedad y buen gusto. Modestia aparte.

2) ¿Cómo puede ser que en 94 semanas nunca haya recomendado nada de Interpol? Si es uno de mis grupos favoritos… aunque lo que han hecho últimamente es bastante flojo…

En todo caso, recomiendo ‘The New’, el gran temazo interpoliano para mí, me saco la espina, hemos hecho un poco de autobombo y ya soy feliz. Vamos, que ha sido un buen día, que dirían los amigos planetarios.

La elección de V the Wanderer

BAD RELIGION – PUNK ROCK SONG

Con un título así sólo se puede buscar un himno, una canción capital, como poco el epítome de un género. Es una osadía monumental o un movimiento de chulería, pero Bad Religion tienen (tenían ya cuando se cascaron este temazo) trayectoria y obra suficientes para coronar la cima del movimiento.

Todas las claves están ahí: letras críticas, vueltas a un sistema desequilibrado e injusto, guitarreo potente, riffs electrizantes, algo de rabia y asco en la voz, esas armonías vocales que llevarían a la etiqueta de «hardcore melódico», batería trotona, duración justa, taco, algo de prepotencia moral e intelectual. Todo muy ruidoso pero audible, eso sí, sublimado y en su justa medida. Otras bandas caerían luego en la autoparodia, en el exceso, la pose o el «pop punk», pero no los de Graffin.

Los escucho (redescubro, saboreo) en las últimas semanas con renovada necesidad. A ellos y a otros punkarras despegados. Será que todo se va a la mierda y vuelven a hacer falta. Será que ahora sí que no hay futuro. Será que hay que quejarse aunque sepamos que no sirva de nada, porque el mundo está acabado y ésto es sólo una canción punk rock.