¿Qué? ¿Cómo están? Bien, ¿no? ¿Quieren otras tres canciones para alegrarse el fin de semana? Pues venga.

La elección de Raúl

2RAUMWOHNUNG – BESSER GEHT’S NICHT

A ver, prepúberes hijnorantes y zagalada hija de la Logse: antes había una cosa en los institutos que se llamaba EATP, lo que viene a ser una asignatura opcional. Elegí  alemán, por inercia amiguista, y durante dos cursos me topé con ese idioma de los siete kilos de consonantes en la boca. Es la lengua del demonio que revienta aparatos fonadores, la de la alpargata en la campanilla, la de Nietzsche y la de Rammstein (a estos les descubrí en un cassette tomando café en plena clase).

Pero hasta ese engendro, más enrevesado que lo que chapurreaba el padre de Pingu, suena sensualoide en la voz de Inga Humpe, que junto a Tommi Eckhart forma este dúo (a los cotillas: también son pareja sentimental) de nombre imposible y pop bailable. Dice la gente delirante del Mundo Today que hasta los propios teutones le piden al gobierno un idioma más fácil, que rompa menos cuerdas vocales, que suene menos a martillo percutor. Hagamos algo de justicia: la música de 2raumwohnung entra más fácil, pues deviene en un asunto comercialillo, que mezcla una base dance ligera y melodías en primer plano.

Admite remixes, suenan loops ahí de fondo pero la canción tiene un toque acústico. Estribillo comodón, vale, de usar y tirar, si quieren, con vocación de cándido hit de radiofórmula, y a mucha honra. A mí esos acordes abiertos me dan buen rollo y hasta me hacen encontrar en el farragoso y amenazante verbo de Wagner, Schweinsteiger y Heidegger un refugio cálido.

La elección de V the Wanderer

CECILE CORBEL – LA FILLE DAMNEÉ

Esas campanas, esos tambores y esa violencia a las cuerdas ya anuncian que la cosa no va de la joie de vivre. Corbel aparca por un rato sus dulcísimas melodías y se pone gótica (no se espanten: en un sentido clásico) y fantasmal. La historia (según San Google Translator) habla de un herrero y del caballo de un cliente suyo; el equino, se narra, abre la boca y afirma ser el alma torturada de su hija, maldita por amores traicioneros, pidiendo al padre que queme sus despojos para hallar paz en la otra vida. Todo muy de cuento tradicional, de narrativa oral pasada entre generaciones, de antología de folklore, mitos y leyendas: vamos, una de mis debilidades.

Cecile Corbel, muy bretona ella, toca el harpa y canta con melosa voz en francés, bretón e inglés. Suele moverse por territorios celtas llenos de luz y magia antigua, aunque a mí hoy me apetece este tema más nublado. La trágica historia de la hija maldita me hace pensar, además, en aquel Eli de los Decemberists o en los amores condenados y muy tradicionales de Lucas XV. Sin animales parlantes, pero sí. Pura leyenda folk: imagino un trovador errante, hace unos cinco o seis siglos, cantando esto después de afirmar que se lo contó el primo de un amigo.

La elección de Withor

CANCIÓN POPULAR – ¡AY CARMELA!

Ya me ha pasado varias veces. Viene alguien a cenar a casa y yo que soy un moderno pongo de fondo mi playlist de Spotify. Todo transcurre con normalidad, suena un viejo himno de Extremoduro, Antònia Font hace su aparición de vez en cuando, y si el playlist tiene el día tonto hasta puede sonar algo de Sinatra. Hasta ahí, todo bajo control. Pero en alguna ocasión después de Coldplay, ha sucedido que han sonado los tambores y un grupo de hombres, qué digo hombres, de soldados, empieza con la tonada: ‘El ejército del Ebro, pum parapum parapum pampam’. Y la persona que está cenando en mi casa, que no ha pagado ni un duro ni por la comida ni por escuchar la música, me mira y me pregunta: ¿Esto qué coño es? Y yo digo, pues un temazo como otro.

De acuerdo, una canción que cantaban los republicanos durante la Guerra Civil no entraría a formar parte del grupo de temas que se escuchan en una velada así. Pero, ¿Qué puedo hacer? Desde la primera vez que la escuché -algunos imaginarán quién me la descubrió- me pareció sublime. Tambores de fondo, un buen estribillo, una letra emocionante y desgarradora.

La canción nació en 1808, por parte de los guerrilleros españoles que se dejaron la vida en la guerra napoleónica. La que aquí recomiendo es el ‘remix’ que hicieron los republicanos, cambiando la letra, en la Guerra Civil Española. Cierto es que no fue creada para el goce de personas como yo a 70 años vista, sino para dar ánimos al ejército republicano en su lucha. Pecaron de optimistas: lo de ‘buena paliza les dió’ más bien fue al revés. Pero es otra historia. Aquí hablamos de música. Y en este sentido, al menos para mí,  ‘Ay Carmela’ rompe el mito de que la justicia militar es a la justicia lo que la música militar a la música.