La elección de Withor

DAVID SANCHEZ – LOS CRONOPIOS

Esta semana he aprendido el significado de la palabra epígono. Nuestra estimada RAE lo define como un «hombre que sigue las huellas de otro, especialmente el que sigue una escuela o un estilo de una generación anterior». El palabro en cuestión ya ha pasado a formar parte de mi vocabulario (hasta que lo olvide, denme unos días) gracias al maravilloso libro ‘Cortázar de la A a la Z. Un álbum biográfico’.

El término aparece en un fragmento de una entrevista que Mario Vargas Llosa realizó al inventor de los cronopios, que reproduzco íntegramente y con el cual daré por concluido el escrito, ya que me veo incapaz de aportar nada que mejore esta respuesta del genio argentino:

Llosa: Si un joven de 15 años viniera a verlo y le dijera: “Quiero ser escritor, aconséjeme qué debo hacer, ¿qué le diría? (Pienso en un joven sudamericano).

Cortázar: A semejanza de los maestros Zen, trataría de romperle una silla en la cabeza. Es posible que el joven sudamericano comprendiera lo que hay detrás del silletazo; si a pesar de todo mi respuesta no le resultase lo bastante clara, le diría que el solo hecho de buscar consejos ajenos en materia literaria prueba su falta de verdadera vocación. Pero tal vez el silletazo resultara mortal y tendríamos un epígono menos, lo que es siempre una ventaja en nuestro país.