La Inercia es una web testada clínicamente con coenzima Q10, bifidus activos, ácido graso Omega3, isoflavonas nosequé y nosecuánto, PH neutro y mogollón de calcio. Todo batido y agitado y enchufado en vena en dosis de tres temazos semanales. ¿A que ya se sienten más sanos, jóvenes y exitosos?
La elección de Raúl
VICENTICO – SE DESPIERTA LA CIUDAD
En una semana me he actualizado y hemos viajado en el tiempo para corregir un desfase de más de cinco años en fútboles virtuales. O, según se mire, de casi 15, si se tiene en cuenta que en Navidad jugué un rato con mi primo pequeño al Fifa 99. Del Pro Evolution Soccer 6 (año 2007), que últimamente fue el de cabecera, parches y remiendos mediante, pasé a los nuevos Fifa y Pro. Flamantes, entretenidos, creíbles, ajustados y emocionantes, aunque me puse viejo cascarrabias y dije lo siguiente cuando navegábamos por el menú y sonaba reggaeton: “En los juegos de antes había música más digna”.
Entonces recordé un Fifa, el 2004 se ve, que probé sin pena ni gloria, porque aún faltaban varias ediciones para que esa saga le echara el guante al PES y lo superara, al menos en verosimilitud. En ese año se coló en la banda sonora un tema algo insólito: la pachanga brasilera del argentino Vicentico (ex líder y cantante de los Fabulosos Cadillac). Una coctelera con un bajo marcado y la explosión festejante de percusiones, como ‘Matador’ pero con un trasfondo más social: el pretendido retrato de una ciudad sudamericana desparramada, caótica y peligrosa.
Uno se imagina la muchedumbre y el Carnaval de Río como en los Simpsons: a un lado de la calle la fiesta y al otro las favelas. O, por buscarle una justificación futbolera (más allá de la comercial, que seguramente recomendaba colar a un artista de cada país en el ‘soundtrack’) uno se transporta a la previa forofa de un partido de la liga argentina y a su ambiente caldeado y de locos y que tan bien sintetiza los contrastes de la vida. “El niño que baila le va a robar”, canta Vicentico, y resume muy bien. Y entre tantísimos vientos de samba y ritmos calientes la frase no deja de ser certera.
La elección de V the Wanderer
THE FRAMES – STAR STAR
Por aquí tenemos mogollón de reglas no escritas que añaden método a nuestra locura, aunque no lo parezca. Por ejemplo, la de no repetir intérprete en esta sección. Por eso de la variedad y no ponernos pesados con nuestras filias, que a veces nos devoran. Pero claro, tenemos nuestras trampas y nuestras excepciones, y algunos artistas nos lo ponen fácil: aquí me tienen recomendando a Glen Hansard una vez más sin faltar a la norma, gracias a su culo inquieto.
Ya les había enchufado su carrera en solitario y también The Swell Season, la banda que montó con Marketa Irglova tras ‘Once’. Hoy completo el tríptico con The Frames, su primera formación (en la que también está el bajista John Carney, futuro director de la citada ‘Once’), una cosa algo más rockera y grupal, al menos casi siempre. En realidad, son distintas máscaras para la misma música, ya que Hansard mantiene los tres frentes en activo y se lleva temas y miembros de una a otra sin pudor, para confusión del personal y alegría de los que nos entretenemos con las variantes y alternativas.
Esta ‘Star Star’ es una suerte de nana, un refugio y un consuelo inocente entre tanto tema descarnado y quejoso en el más reciente cedé de la banda, ‘Dance The Devil…’. Como casi todas las tonadas de este hombre, la pueden escuchar en solitario (voz y guitarra), acompañado de la voz y el piano de la Irglova o con la banda al completo. Ustedes eligen cómo dejarse abrazar y curar por ella.
La elección de Withor
ROBERT JOHNSON – SWEET HOME CHICAGO
Con menos alcohol de lo habitual corriendo por nuestras venas, la noche parecía más tranquila que en otras ocasiones. Así que entre el mundanal ruido del Cau y la calma del nuevo local de jazz de la ciudad, prácticamente no hubo dudas.
Suena Rita Pavone y le cuento a mi compañero de correrías nocturnas que el amigo Raúl llevó durante años ‘Il ballo del mattone’ como sintonía de móvil. Le recuerdo que la canción aparece en ‘Nueve Reinas’ y automáticamente grito: ‘La Uruguayaaaa’ a lo que él responde ‘Entrás, la hacés y salís’. La cosa se va animando…
Con el local ya vacio, acabamos hablando con el barman, y aquí el amigo le pide que ponga algo de Django Reinhardt. Y llegó la gran sorpresa de la noche que a su vez sirve como justificación de lo que usted está leyendo: “¿Django qué?”. Sí, aunque parezca mentira, uno puede abrir un local llamado jazz, en el que suena constantemente jazz, y no tener ni zorra de quién es Django Reinhardt.
Cierto es que yo no puedo sacar pecho, ya que para que el barman tuviera más pistas, le grité: “Sí hombre sí. El que vendió su alma al diablo”. Imagino entonces que en el infierno, sentado junto a Satanás, el bueno de Robert Johnson se pegó una buena risotada a mi salud.