Periodista, locutor, escritor, coleccionista, mitómano y promotor musical, ofrece un testimonio en primera persona del concierto frustrado de los Rolling Stones en Cambrils, donde Sus Satánicas Majestades iban a dar el 11 de junio de 1976 su primer show en España. Recogió el episodio en su libro ‘Paraula de Stone’. Con él, y algunas otras voces implicadas a favor y en contra, repasamos aquella intrahistoria, que va de los mitos de rock como concepto pernicioso para la juventud, a la dictadura, pasando por las anécdotas que le unen, amistad mediante, a Richards o Jagger.

Han pasado 36 años de aquel concierto fallido de los Stones en Cambrils. ¿Cómo empezó todo aquello?

Trabajaba desde hace año y medio en la promotora Gay (Gay Mercader) and Company y decidimos apostar por que Catalunya, España y después Portugal entraran en el circuito de las grandes giras internacionales. Organizábamos conciertos más o menos a partir de 1972. Hasta el año 1975 nos habíamos topado con enormes dificultades por estar aún bajo una dictadura. Con la muerte de Franco, vimos la oportunidad.

Era un proyecto a lo grande: nada menos que construir un auditorio.

Era la opción de traer aquí a una banda muy cara, como lo es ahora, y la manera de cubrir gastos era atraer el máximo de gente posible y eso pasaba por hacer un auditorio que no existía en Catalunya, al aire libre, y que pudiera congregar a miles de personas. Era algo que habría quedado como una infraestructura estable para futuros acontecimientos y para acoger todo tipo de conciertos.

El cartel anunciador de un concierto que no se hizo en un auditorio nunca construido

¿Qué pasó después?

Compramos unos terrenos en Cambrils, hicimos algunos planos, se consiguieron los permisos e incluso se llegaron a empezar las obras. Si vas a los terrenos aún se pueden ver trozos de las gradas, señales de aquel auditorio que al final no se construyó.

(en efecto: todavía se aprecian restos cerca de la Torre d’en Mas d’en Bisbe, un bien nacional de interés cultural a las afueras del municipio. Quedan, además, más vestigios de aquel no-concierto, entre ellos un cartel que anuncia ‘Rolling Stones, Tour of Europe 1976. Viernes, 11 de junio a las 9 de la noche. Auditórium Cambrils’. Artículos en ‘El Correo Catalán’ proclamaban a bombo y platillo aquel primer show).

Y llegaron los problemas.

Nos topamos con una oposición vecinal muy fuerte. Hasta se llegó al punto de proyectar la película ‘Gimme Shelter’, donde un chaval es asesinado por culpa de unos incidentes durante un concierto de los Stones en Estados Unidos, concretamente en Altamont. En aquella película los Ángeles del Infierno no habían podido evitar esa muerte. Se trataba de alertar a la población de lo que podía pasar en Cambrils si se construía el auditorio.

¿Qué se decía? ¿Cuál era el discurso de los opositores?

Auténticas barbaridades. Se llegó a decir que los Stones llevaban a una serie de personas que salían de las furgonetas y que asaltaban a la gente, o que llevaban a delincuentes… se inventaron una serie de leyendas absolutamente alucinantes e inverosímiles… pero consiguieron parar el proyecto y echarnos.

(la movilización surge del colectivo agricultor. La cooperativa había puesto el grito en el cielo. “Nos pareció que hacer aquello al aire libre podría suponer un problema para las fincas que teníamos allí y para nuestros cultivos. Podría ser un colapso. Los agricultores simplemente defendíamos lo nuestro. No queríamos que nos estropearan nuestras cosechas”, cuenta Anton Mendoza, uno de los opositores. Pronto ese discurso se expande y los Stones se acaban asociando a supuestas imágenes de descontrol, drogas y alcohol, y a ejemplos nocivos para la juventud). 

Torre d’en Mas d’en Bisbe. Afueras de Cambrils. Aquí iba un auditorio para 40.000 espectadores

Había que activar una especie de plan B.

Luego fuimos a la Roca del Vallès, cerca de Granollers, y pasó lo mismo. Se habían aprendido la lección. Ahí quisimos asegurarnos y antes de poner un solo ladrillo queríamos ver que no volveríamos a tener una oposición tan feroz. Pero no pudo ser. Para algunos el rock era sinónimo de drogas, de violencia, de depravación… y eso nos complicaba mucho montar conciertos.

Ante el rechazo frontal de esa Catalunya más rural, el concierto se fue para Barcelona.

Decidimos hacer el concierto en la plaza de toros de Las Arenas, pero no fue posible porque el equipo técnico de los Stones no entraba. Era un problema de acceso y acabamos haciéndolo en la Monumental, el 11 de junio de 1976. Fue el primer concierto de los Rolling en España, con los Meters de teloneros y el guitarrista Robin Thrower. Era la primera gira con Ronnie Wood, que sustituía a Mick Taylor. Con Billy Preston a los teclados y Ollie Brown en las percusiones.

¿Por qué Cambrils? ¿Qué valor añadido podía aportar?

Cambrils era un sitio ideal, porque estaba en una comarca con un alto grado de atracción turística, que estaba cerca de varios sitios, de Valencia, de Barcelona, de Zaragoza… y reunía todos los atractivos. Nuestra intención era poner ahí las entradas más caras a 300 pesetas y al final lo hicimos en la Monumental, al precio único de 900 pesetas, que para aquella época era una pequeña fortuna.

Hacía sólo ocho meses que había muerto Franco. La democracia aún estaba en pañales. ¿Fue un problema de mentalidad, de sociedad aún cerrada y ramplona?

Todavía estábamos bajo una especie de shock colectivo de la dictadura. Gay (Mercader, el máximo responsable de la empresa promotora) había estudiado en París, tenía una educación francesa, y había traído a los Stones al Olympia. Yo era muy joven, ya estaba metido en el mundo del periodismo musical y yo entendía el rock no como un acto subversivo sino cultural. Pero eso no casaba con la mentalidad de un buen porcentaje de la sociedad. Desistimos de hacer un auditorio que habría podido acoger otros grandes conciertos, desde Police hasta Bob Marley.

¿Se puede hablar de una oportunidad perdida?

Creo que habría sido positivo, con las reservas de la distancia, porque yo no vivo allí y no conozco el espíritu, la manera de ser de esa zona, pero habría tenido una repercusión no sólo económica.

Sus Satánicas Majestades, en 1976. Ya se dijo que aquella iba a ser la última gira…

Parte de los opositores, fundamentalmente agricultores, viajaron a Canet, donde se hacía otro festival, en busca de testimonios para apoyar su causa.

Canet sirvió como referencia de la época. Desde la promotora allí habíamos suministrado artistas como Blondie o Ultravox. Recuerdo que fui muchas veces como espectador porque, además de promotor, era periodista musical de revistas como Disco Express o Popular. Iba a cubrir aquellos conciertos y veías, por ejemplo, cómo no se dejaba cantar a Sisa porque lo hacía en catalán pero no recuerdo que ningún festival fuera pecaminoso. Eran como jornadas culturales muy pacíficas. A mí se me escapa que alguien pudiera escandalizarse viendo a una chica enseñando un pecho o a un chaval fumando marihuana… Lo veía algo banal. A mí me escandalizan otras cosas.

(aquel grupo en contra viajó varias veces a Canet de Mar. “Allí nos hicieron un informe desfavorable y eso nos sirvió para volver y hacernos fuertes en Cambrils”, recuerda Mendoza. Era un documento firmado por la Organización Sindical que alertaba del peligro para el mundo agrícola. Rezaba textualmente así: “Los festivales de canción catalana son malos por el daño que sus asistentes causan en las plantaciones frutales del paraje donde se celebran, sobre todo fresones, porque a parte de lo que se llevan, mal cogido, lo pisotean todo y por suerte son minoría los que se dedican al expolio. Los festivales de rock son diferentes. No desdicen mucho de una plaga de langosta”).

¿Los Stones estaban al día de todo ese revuelo que se generaba alrededor?

Mick Jagger tiene un equipo muy numeroso detrás, apoyándole y asesorándole, pero pese a eso intenta seguirlo todo en primera persona. No le gusta que le expliquen nada y quiere estar enterado de todo. Claro, ellos no entendían nada de lo que pasaba, les costaba mucho comprender que quizás había una parte de la sociedad que no estaba preparada aún para vivir aquello. Los Stones venían de la primera macrogira americana. Cuando la acabaron grabaron el ‘Black and blue’. Era una gira importante ¡aunque ya entonces se comentaba que podría ser la última, y ahí siguen!.

(plenos muy tensos y multitudinarios en el Ayuntamiento de Cambrils acabaron finalmente con el alcalde, Lluís Recasens, echándose atrás y parando las obras. “Es probable que con los años aquello se podía haber ido mejorando y hubiera servido para hacer muchas de las cosas para las que ahora no tenemos lugar”, explica Recasens, que rememora así aquellos días convulsos: “Las personas que pilotaban aquello se fueron exaltando. Parecía que sólo iban a venir los Stones, cuando tenían que haber pasado por allí artistas de todo tipo. Vi la lista y tenía que venir incluso la Filarmónica de Berlín).

¿Qué significó para ti ese primer encuentro?. Aquel primer concierto en España fue el inicio de una relación, incluso personal, que ha durado hasta hoy.

Nuestros idolatrados Stones por fin formaban parte de nuestro paisaje. Fuimos a buscarles al aeropuerto. Yo le subí al hotel Princesa Sofía las maletas a Keith Richards. Mientras, él estaba discutiendo con su mujer, Anita Pallenberg… yo no sabía mucho inglés entonces pero sólo con ver las caras ya se veía… Acompañé a Jagger a las Ramblas, donde quería tomarse un café, luego a los ensayos, y recuerdo que le enseñé a Jagger a decir cosas en catalán, preparándose para el concierto… él sabía que estaba en Catalunya, y que no sólo formaba parte del estado español. Aquel concierto comenzó sonando por megafonía el Gato Montés y acabamos poniendo la Santa Espina. Y Jagger se dirigió al público en catalán. Aquel concierto de Barcelona fue el mejor de la gira. El público se quedó boquiabierto.

Jordi Tardà, en los estudios de Catalunya Ràdio, donde ha conducido diversos programas

¿Recuerdas alguna anécdota de aquel concierto?

Ahora se hace todo a ordenador pero entonces el tracklist se escribía a mano. Recuerdo que lo redactó Keith Richards y luego se hicieron fotocopias. Yo me pude quedar con el original. Fue el primer contacto con ellos, ese tocarle la mano, y compartir cosas… Tuve esa suerte y luego la relación ha continuado. Fue algo muy intenso.

¿Cuál es tu canción favorita de la banda?

La que más me gusta es ‘You can’t always get what you want’, del disco ‘Let it bleed’, pero mi preferida fue ‘Time is on my side’, porque esconde la anécdota personal más brutal que tengo con ellos. En el año 1982 yo estaba saliendo de un cáncer linfático. Richards quiso que en los dos conciertos que iban a a dar aquí yo estuviera encima del escenario con ellos, invitado por la banda, y así fue. Vi todos esos conciertos sobre las tablas. Conservo ese recuerdo con mucho cariño. En el segundo día de concierto, cuando tocaban la canción, Richards se dirigió hacia mí y, de espaldas al público, hizo todo el solo para mí, dedicándomelo y mirándome. Es algo que me marcó y que siempre que puedo se lo recuerdo con gratitud. Aquello me revitalizó, me disparó la moral, me transmitió más energía que todas las sesiones de quimioterapia que me pudieran dar en aquel momento.

 raúl