Por cosas del azar, este año tuve la suerte de encontrarme en Toronto durante su emblemático festival de cine, el Toronto International Film Festival (TIFF). Por pitorreos del destino, el presupuesto que manejaba era limitado tirando a humilde, precipitándose hacia escaso y acabando en pordiosero, por lo que tuve que racionar los pocos fondos que tenía en un par de pelis (sí, la tercera fue gratuita). Tras deambular de aquí para allá las noches previas a la apertura de tickets en busca de la inspiración que nunca llegó y, posteriormente, pelearme online con miles de personas en algo cercano a un MMORPG cultureta, pude hacerme con las siguientes entradas:

mother! (Darren Aronofsky)

Si ponemos en una batidora la fascinación por la metafísica, la vida y la muerte de The Fountain (2006), el thriller psicológico y el tratamiento de la fama de Black Swan (2010), y el interés por adaptar grandes epopeyas bíblicas de Noah (2014), el batido sabe indiscutiblemente a mother!. Por eso mismo, parece la peli “total” de Aronofsky.

mother!, al igual que algunas de las pelis nombradas anteriormente, se tiene que leer a dos capas: el relato formal que estamos viendo y lo que ello simboliza. La narración gira en torno a Jennifer Lawrence, esposa de Javier Bardem, un escritor narcisista que antepone su trabajo a su matrimonio. Sin embargo, cuando descubrimos que sus nombres son “madre” y “Él”, respectivamente, y que otros personajes se etiquetan como “hombre” y “mujer”, no hay que ser demasiado perspicaz para comprender que toda la narración está tratando de adaptar un relato de un libro bien conocido.

La peli es, dejando el tema simbólico a interpretación de cada uno, una caída libre a la inversa. Lo que comienza siendo un relato pausado con un tono cercano al thriller con toques de terror, sube sin detenerse y se acaba convirtiendo en una pesadilla demente equivalente a mirar muy de cerca una pintura de Pollock, con gafas VR. Como referente, me dejó un sabor de boca muy cercano a High-Rise (Ben Wheatley, 2015), que no es poca cosa.

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mother! será polémica, como casi todo lo que crea el director. Los que busquen una película de una sola capa, deberían huír bien lejos, pues sin la interpretación posterior puede resultar demasiado esquizofrénica, sin sentido y monótona, ya que técnicamente se apuesta por la sencillez: tres tipos de planos con cámara en mano durante toda la película, persiguiendo a la pobre y ansiosa Jennifer Lawrence, y una sola localización; sin embargo, para los que conocen al director y están dispuestos a dejarse llevar a la locura, no la puedo recomendar lo suficiente. Las decisiones que he ido mencionando son acertadísimas para transmitir ansiedad y claustrofobia, el principal objetivo de la peli.

Tras la proyección, el mismo Aronofsky se coló en el teatro para responder algunas preguntas, y es complicado resumir mejor mother! (y toda su filmografía) que con cita propia: “When I create a movie, I want you to feel shocked. In fact, if you don’t feel shocked watching one of my movies, then I’ve failed”. Pues eso. A mí, por ahora, no me ha fallado.

The Shape of Water (Guillermo del Toro)

The Shape of Water no me hizo dudar; en cuanto se abrió el plazo para comprar las entradas, me lancé con uñas y dientes. Todos sabemos qué le fascina a Del Toro: los monstruos. La pregunta surge por sí sola: ¿Qué recoge The Shape of Water de El Laberinto del Fauno? Todo y nada.

The Shape of Water también nace y gira en torno a esa fascinación por las criaturas; sin embargo, maneja un tono completamente distinto. La peli tiene más de comedia y drama ligero, romántico, inocente y divertido, que de thiller o puro drama, y es algo que se aprecia desde el primer minuto con las composiciones de Alexandre Desplat. Todo está creado con un amor infinito no sólo hacia las criaturas, sino hacia las personas insignificantes rechazadas dentro de la sociedad: una mujer muda y su único compañero, homosexual, durante el contexto de la Guerra Fría, son ejemplo de ello. No es el modo easy de la vida, desde luego.

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Como ya sabréis, la peli gira en torno a una relación entre una mujer y una especie de hombre pez con el que el gobierno de los Estados Unidos está experimentando. Narrativamente, la peli se puede entender, al fin y al cabo, como una revisión libre, más realista y adulta, de La Bella y la Bestia, tal y como explicó el propio director tras acabar la proyección, y es un buen resumen. Sin embargo, creo que va un poco más allá y, sobre todo, que acierta en evadir los idealismos y puritanismos. No quiero seguir por ahí porque actualmente los spoilers se penan con años de cárcel, pero os dejo una cita de Del Toro para el que quiera intuír más: “I didn’t want to humanize the beast. Why? Why should I do that? Lets praise the monster for once! Lets allow them to fuck, as simple as that!”.

Evidentemente, como es habitual en el director, el esfuerzo y el amor para desarrollar a esa criatura es de aplaudir hasta pintar las paredes de escarlata: es el fruto de casi 4 años de trabajo, con un 95% de efectos prácticos; el primer año y medio en su casa y pagado directamente de su bolsillo: lo dicho, Amor. La criatura es, dejando de lado lo demás, una obra de arte (de hecho, actualmente hay una exhibición de Del Toro y sus monstruos en AGO, una de las galerías más importantes de Norte América, hasta enero). También hay un empeño clarísimo en el etanolaje para representar, por ejemplo, que la casa de la protagonista, oscura y llena de brillos y tonos verdosos, se sitúa bajo el mar.

Lo admirable es, sin embargo, que a pesar del nivel y el esmero en lo técnico, la narración está a la altura. Del Toro inunda la pantalla de sensaciones y sabe cómo trasladarla a las butacas. Es una película muy fácil de ver: ordenada y amable, con algunos personajes planos que oxigenan el guion constantemente. No obstante, no por ello menos estimulante. Eliza, interpretada por Sally Hawkins, no necesita palabras para contagiarnos su inocencia y trasladarnos a otro mundo; pero, sobre todo, demuestra que no se necesitan palabras para hacernos creer que una relación entre una mujer humana y un hombre pez no es solo posible, sino más que poética. Y eso, a mi juicio, es una hazaña epopéyica.

Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (Martin McDonagh)

Por suerte para mi bochornoso presupuesto, la película ganadora del premio del público tuvo un pase gratis el último día del festival. Por suerte para mi persona, la ganadora fue Three Billboards Outside Ebbing, Missouri.

La peli gira en torno a Mildred Hayes, una mujer cuya hija adolescente fue violada y asesinada varios meses atrás. Al no recibir noticias sobre la búsqueda del asesino, decide pagar de su bolsillo tres vallas publicitarias con un texto que desafía a la policía. A raíz de ese acto, comienza una guerra entre ella, el cuerpo de policía e incluso los habitantes del pueblo.

Es sencillo señalar por qué Three Billboards fue la peli favorita del público: así como Del Toro destila amor por sus criaturas, Martin McDonagh irradia un cariño increíble por sus personajes, sin olvidarse de ninguno, con un guion, unas interpretaciones y un tono magistrales. Ese tono se mueve por la comedia negra (negrísima) como pez bajo el agua, con unos diálogos que exprimen a todos y cada uno de los personajes, magulladísimos por dentro: Woody Harrelson (aunque repita su papel), John Hawkes, Peter Dinklage y Caleb Landry Jones son buenos ejemplos; personajes, tanto principales como secundarios, heridos, inolvidables a los pocos minutos en pantalla. No obstante, son Frances McDormand y Sam Rockwell, en mi humilde opinión, los que catapultan la película a la cima, realizando dos de las interpretaciones del año.

Ir a ver Three Billboards implica llorar a carcajadas, lagrimear seriament y enamorarte de todos y cada uno de sus personajes condenados. No sé qué se le puede pedir más a una comedia negra, pero posiblemente poca cosa.