Mayo de 1968 fue, sin duda, una fecha muy importante y especial para la famosa actriz francesa Brigitte Bardot: mantuvo una intensa relación sentimental con un atractivo y misterioso joven que hacíase llamar El Mulo (no confundir con el personaje de Asimov). Así parece constar en una breve y poética carta inédita que éste último enviaría a su colega cineasta Alain Resnais. Fue el propio Resnais quien hizo pública la existencia de este documento: “Necesitaba dinero para mi próxima película: una visión distópica de las complejas relaciones amor-odioentre un grupo de cactus decadentes y melancólicos. Pondré un ambiente parisino de los 50 en medio del desierto de Mojave, todo en blanco y negro y rodado con una Súper 8 que encontré hace poco en un mercado de segunda mano de Lyon. Será mi tour de force, mi nueva Hiroshima, mon amour. Porque miradme: tengo más años que un bosque, así que para lo que me queda en el convento, me cago dentro. Y todo gracias a los pingües beneficios que la venta de esta carta manuscrita por Él me proporcionarán. Merci”, comentó en la multitudinaria rueda de prensa que dio en el Café Bombón del Carrefour de Marsella.

He aquí la transcripción de la citada misiva:

“Querido Al,

¡me he trincado a la Bardot!

Sólo hablaba francés, mais quel français, mon Dieu!

Bueno, me debes 100 francos.

Nos vemos en aquel burdel de Ámsterdam.

El Mulo (no confundir con el personaje de Asimov)”.

La otra parte implicada, Brigitte Bardot, lejos de negar la mayor, afirmó poco después, en el famoso programa de televisión Ces vieux sont vraiment seniles del canal Arte, lo siguiente: “Es cierto. Nos conocimos durante el rodaje de Shalako: él era consultor de implicaciones filosóficas y artes marciales, aunque también se comenta que fue uno de los líderes en la sombra de aquellas protestas en París. Fue un mes muy movidito aquel mayo del 68. ¡Y que lo digas! Durante unas semanas nos conocimos profundamente, muy profundamente… en un viejo hotel del Barrio Latino. Hablábamos de vez en cuando: él defendía el existencialismo de su amigo Sartre; yo defendía a los animalitos. Cuando acabó el rodaje desapareció: era unespíritu libre, y por eso siempre le admiré. Cuando desperté aquella mañana, encontré un poema dedicado especialmente para mí: Samurai Dodo. Este poema me cambió la vida. Puedo afirmar que hoy soy lo que soy en el competitivo mundo de la defensa de los animales gracias a estos versos que Él me escribió. Lamento tanto su misteriosa desaparición…”.

Disfrutemos sin más dilación del genio poético de nuestro autor favorito:


16 mai, 1968
Paris
A B.B.

Samurai Dodo (Portrait d’un zoo universel décadent)

El orangután Abraham Schmidt lee a Voltaire,

pero su organismo es viejo como el libertinaje

y por eso muere de un ataque de cefalea

mientras rebate Cándido o El Optimismo.

El lechón Francesco de Siracusa persigue un sueño florentino,

una utópica libertad-telúrico-renacentista,

pero es sacrificado de un sucio tajo en la garganta

y descuartizado en pantagruélico convite, pobrecito.

El colobo rojo Mbete se rasca alegre el ojete,

se huele el dedo, aspira el aroma y aúlla con gran emoción.

Al poco muere devorado por un tigre de Bengala:

¡el jodido mono creía seguir viviendo en Zanzíbar!

Mas el camello Harry no tiene dónde descubrir el amor inmortal,

por eso muere de melancolía, por eso muere el pobrecito.

Oh, camello, camello, qué animal tan bello.

El gatito Uretsei atesora un cascabel en su corazón,

¡pero es tan inocente que no sabe jugar a la ruleta rusa!

y por eso muere de frío. Y de sarna en la cabeza:

tuvo que haberlo advertido, el pobrecito.

El cachorro garabito Heracles II sufre de diarrea en el hocico,

vomita gusanos repugnantes, lo salpica todo,

y por eso muere de hambre atroz en Montparnasse

mientras recibe las patadas de un poeta llamado Titto.

El águila voraz Dorothy grita en Do Menor:

“Achtung, eine sehr schmutzige Schlampe sein wollen!” [1]

Y por eso  muere de tuberculosis en Baltimore,

aunque esto carezca de todo sentido.

Mas el camello Harry no tiene dónde descubrir el amor inmortal,

por eso muere de melancolía, por eso muere el pobrecito.

Oh, camello, camello, qué animal tan bello.

Le Mule (ne pas confondre avec le personnage d’Asimov)


[1] “¡Atención, quiero ser una zorra muy sucia!” (N. de la T.)