Llegamos al final del camino y nos debemos despedir. Lo hago feliz, con la sensación de que aquello que debía explicarse ha quedado dicho y el chicle no se ha estirado más de lo conveniente. Nuestros caminos se separan pero aún nos queda una última parada, la de las metaversiones o artistas que se reinterpretaron a sí mismos, que haberlos haylos. ¿Qué lleva a un músico a hacer una adaptación de su propia obra? Cada caso es un mundo y las posibilidades son muy dispares: ganar pasta gansa, la insatisfacción (o el aburrimiento) del creador, un exceso de egolatría, la falta de nuevas ideas… Estos son los escenarios más habituales:

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1. Versionar una canción de manera puntual

Hay músicos a los que les apetece ofrecer nuevas lecturas de sus propias creaciones, quizás porque en su momento no quedaron del todo satisfechos o pensaron que esa canción podía desarrollarse de otra manera. En otras ocasiones es la industria la que exige grabar de nuevo una canción con fines exclusivamente comerciales (que al fin y al cabo es su modus vivendi). En este artículo de Popdose hay una selección muy buena e incluye el caso de ‘Unchained Melody’ de Righteous Brothers, grupo que realizó un cover de su gran éxito 35 años después de la original por una cuestión puramente contractual. El tema renovado, por cierto, es bastante flojeras.

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2. Lavado de cara al pasar de la maqueta al disco

La principal diferencia entre las canciones de una maqueta y las de un disco es que en éste acaban sonando muchísimo mejor porque hay más dinero invertido, más profesionales involucrados y más tiempo para trabajar. Pero la esencia de las canciones sigue siendo la misma. Sin embargo, algunos grupos aprovechan el tránsito para revolucionar sus composiciones, convirtiéndolas en obras que no se parecen en (casi) nada a sus referentes. Un ejemplo son los Harrison Ford Fiesta, que transformaron las canciones a lo folk de su maqueta ‘Fluctuaciones espacio-temporales nada menospreciables’ en una orgía de sonidos eléctricos en su álbum de debut.

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3. Juntarse con amigos artistas y a ver qué sale

Los músicos traban amistad con personas de su gremio de la misma manera que los arquitectos, los albañiles o los ebanistas acaban gestando complicidades entre sí. Siendo esto así, es habitual que quieran colaborar y graben canciones, de la misma manera que los periodistas nos juntamos para abrir un blog o grabar un podcast. Que existan discos de versiones a dúo como el de Van Morrison es de una lógica aplastante, casi ley de vida.

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4. Cuando la inspiración te ha abandonado

También puede suceder, por qué no, que los mejores años de una carrera ya hayan pasado, que la inspiración no sea la de antaño y la creación de composiciones al nivel de las antiguas sea poco menos que una utopía. En ese caso, versionar tus propias canciones puede ser una vía de escape más o menos digna. Que se lo digan a Steve Hackett, guitarrista de los míticos Genesis en la primera época del grupo, que en 1977 empezó su carrera en solitario. En 1996, Hackett grabó ‘Genesis Revisited’, en el que versionaba varios temas de la banda con arreglos sinfónicos a cargo de la Royal Philarmonic Orchestra. Y se fue de gira, claro. No le fue mal, porque en 2012 apareció ‘Genesis Revisited II’, en el que adaptaba otros temas de Genesis con un puñado de artistas invitados. Se fue de gira durante tres años y de ahí salieron dos DVD: ‘Genesis Revisited: Live at Hammersmith’ y ‘Genesis Revisited: Live at The Royal Albert Hall’. A día de hoy no hay noticias sobre un posible ‘Genesis Revisited III’. Parece ser que el limón, de momento, no se puede exprimir más.

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5. Cuando la inspiración te ha abandonado (pero tienes que pagar las facturas)

Es un escenario parecido al anterior, pero hay que añadir unas gotitas de autohumillación. Parece un chiste pero no lo es: hay quien ha montado un grupo tributo que homenajeaba a una banda de la que él mismo formaba parte. Es una situación chocante y atroz, algo así como masturbarse pensando en uno mismo. En 1982, después de algo más de una década en marcha, The Jam se disolvió ya que su cantante, Paul Weller, quería hacer carrera en solitario. El batería de la banda, Rick Buckler, se ganó la vida tocando con otros músicos, pero no tuvo ni éxito ni prestigio. Tanto él como el bajista Bruce Foxton intentaron volver a poner en marcha The Jam, pero Weller jamás fue partidario de reunirse. Y a grandes males… Buckler fundó The Gift en 2005, la primera banda tributo a The Jam, y más tarde, en 2009, entró Foxton y pasó a llamarse From The Jam. La cosa no acabó bien y el grupo también acabó separándose. Además, tuvieron que cargar con la responsabilidad del fracaso: esta no vez estaba el pobre Paul Weller para echarle las culpas.

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6. El poliglotismo como expresión artística

Es una estrategia comercial simplona pero efectiva. Si una canción funciona en un idioma, ¿por qué no en otros? Massiel grabó cinco versiones del ‘La la la’ y cuenta la leyenda que existe una en árabe (por desgracia, nadie es capaz de encontrarla). Julio Iglesias se ha hartado a cantar en francés o alemán, y Raphael hasta en japonés. Pero hay dos casos no muy conocidos que me perturban. El primero, Mecano adaptando en inglés ‘En tu fiesta me colé‘ y ‘Hawaii-Bombay‘. Fueron grabaciones de prueba, no convencieron a la discográfica -no me extraña- y jamás se editaron de manera oficial. Y el segundo, el grandísimo David Bowie haciendo una versión en italiano (¡Bowie en italiano!) de Space Oddity titulada ‘Ragazzo solo, ragazza sola’ cuya letra no tiene nada que ver con el Major Tom sino que es el clásico melodrama adolescente transalpino. Ma che cazzo hai fato, David?

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7. La moda eterna de los ‘unplugged’

Pensaba que lo de los discos ‘Unplugged’ (es decir, en formato acústico) de la MTV fue una moda pasajera cuyo punto álgido fue el de Nirvana y que la historia murió, como tantas otras cosas, con los noventa. Pero no. Se siguen haciendo unplugged y deben tener su público fiel, porque hay más de un centenar de grabaciones. Eso sí, por lo visto en los últimos años son a little unplugged, ya que algunos artistas (como Bunbury) incluyen guitarras eléctricas o sintetizadores en sus versiones. La publicidad engañosa sigue campando a sus anchas.

Y llegamos así al final de la serie (Per)Versiones musicales. En este enlace se pueden encontrar todos los capítulos que se han publicado. Y como es un final abierto, quién sabe, quizás en un futuro pueda haber una segunda temporada. ¿Continuará?