Las versiones musicales son un género en sí mismo y tienen una cosmogonía propia. Existen grandes versiones y, mejor todavía, historias maravillosas detrás de estas canciones. Si yo estuviese compuesto de notas, acordes y ritmo en vez de células, músculos y huesos no me importaría ser una versión. La historia de la música no sería tan interesante sin la presencia de covers, así que ya va siendo hora de reivindicar su valía. Por esta razón aquí se pone en marcha ‘(Per)Versiones musicales’, una serie de varios capítulos en los que se darán todas las soluciones posibles a una misma pregunta: ¿qué relación puede tener una versión respecto a la canción original?

En este artículo inaugural trataremos el primer caso: cuando la versión adquiere identidad propia. No se puede empezar más arriba ni existe un estado más perfecto. En un mundo ideal todas las versiones serían así. Siguiendo la teoría platónica, la idea eterna e inmutable de versión sería ésta, y cualquiera que intente hacer una debería aspirar a ello. Expresémoslo así: la versión perfecta es aquella que respetando al máximo la canción original y tomándola como modelo consigue crear una obra independiente que adquiere identidad propia. La versión ideal no complementa a la canción original porque se sitúa en un plano distinto. Es una nueva creación de espíritu libre que se aleja al máximo de su punto de partida.

Cuando pienso en versiones que han adquirido su propia identidad, no se me ocurre un ejemplo mejor que este:

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Joe Cocker – ‘With a little help from my friends’

Unos meses después de que The Beatles publicasen ‘With a little help from my friends’ (escuchadla aquí), Joe Coker lanzó su versión de la misma. Parecen dos canciones distintas. No hay puntos en común. Nadie diría que están emparentadas, y mucho menos que una es hija legítima de la otra. El cantante británico cambia totalmente el ritmo, el compás y el tono, añade acordes que no existían y una larga introducción instrumental, pero su transformación va más allá de los meros aspectos técnicos. Lo que hace Cocker es extraer la esencia de la original para engendrar una criatura con un alma nueva, con identidad propia.

Otro cover que no puede faltar aquí:

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Frank Sinatra – ‘My way’

Es imposible escuchar ‘My way’ y pensar en ella como una versión de ‘Comme d’habitude’ de Claude François (escuchadla aquí). Nadie en su sano juicio puede creer que esa melodía y esas notas no han sido creadas de manera exclusiva para ‘La Voz’. Porque ‘My way’ ya no es una canción. Ha superado su naturaleza musical. ‘My way’ es el símbolo de una época y de una sociedad remotas, es una manera de pensar, un modo de vida. ‘My way’ es Frank Sinatra así como Frank Sinatra es ‘My way’. Llegados a este punto, que en realidad sea una versión de una canción francesa es un dato que no podría resultar más insignificante.

Podríamos poner otros ejemplos de este estatus (pienso en la singular ‘Common people’ de William Shatner o el ‘Sweet dreams‘ que se inventó Marilyn Manson). Pero damos por finalizado este primer capítulo con esta versión:

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Sílvia Pérez Cruz y Raül Fernández – ‘Pequeño Vals Vienés’

La excepcionalidad en este caso viene dada por la enorme cantidad de talento acumulado que fue necesario para llegar a su concepción. Federico García Lorca tuvo que escribir un poema antes de ser fusilado, Leonard Cohen traducirlo al inglés y musicarlo, y Enrique Morente y el grupo Largartija Nick darle una nueva identidad respetando las dos obras predecesoras. Y sin embargo, pese a todo el genio y talento que los artistas hasta ahora nombrados atesoraban, pese a que parecía imposible que de aquel sencillo poema de Lorca quedase jugo por extraer, Sílvia Pérez Cruz  y Raül Fernández son capaces de llevarlo a una dimensión desconocida y otorgar un nuevo significado a este vals que se muere en mis brazos.