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Una de las grandes sorpresas que se lleva la gente al conocerme más cercanamente es el hecho de que mis padres sean de Córdoba. Con el ceño fruncido, estas personas me preguntan, al borde de la indignación, cómo es posible que no tenga acento; o comentan, mejor aún, “¡No se te nota (con lo soso que eres)!”. Como si el genotipo del andaluz se tuviera que manifestar impepinablemente en una gracia innata para soltar chascarrillos acabados en “pisha”; o en el impulso repentino de levantar pasos en Semana Santa, “ar sielo con ella” mediante. La sombra de la sospecha sobre mis orígenes sureños ha podido proyectar una sombra de exotismo sobre mi existencia que he llevado lo mejor posible. Aún a día de hoy intento, vive Dios, poder llegar a contar un chiste con algo de gracia natural, jarl.
Se trata, en todo caso, de un ejemplo más de lo rancio de los estereotipos regionales. Mi condición de híbrido andaluz me brinda una (a todas luces falsa) legitimidad para hablar de las representaciones de mi terreta. Por ello, hoy hablaremos de Nasu: Andarushi no Natsu (Kitarō Kōsaka, Madhouse, 2003).

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El omnipresente toro de Osborne en los parajes de Córdoba y Málaga, por donde discurre la etapa

La animación japonesa no suele prodigarse demasiado en historias con la Península Ibérica como escenario. Barcelona es con diferencia la ciudad más visitada y su presencia es notable en un buen número de títulos que van desde thrillers como Trinity Blood a comedias como Shin-chan. La fascinación por Gaudí ha llevado también al célebre mangaka Takehiko Inoue (Slam Dunk, Vagabond, Real) a visitar con asiduidad la ciudad para completar su obra Pepita (2013). El caso es que se hace difícil encontrar animes ambientados en España fuera de la ciudad condal. Uno muy celebrado ha sido el del anime Sound of the Sky (So Ra No Wo To, M. Kanbe, A-1 Pictures, 2010) que ha atraído desde su estreno a miles de turistas japoneses a Cuenca al haber servido ésta como base para sus escenarios de inspiración occidental.

Nasu se ubica en uno de los clásicos del verano español, la Vuelta Ciclista a España. El ciclismo profesional no goza de gran popularidad en Japón, pero un anime como Yowamushi Pedal (O. Nabeshima, TMS/8PAN, 2013 y 2014) -cuyo merchandising copaba los expositores más vistosos de todos los Animate que visité el pasado verano en Shibuya e Ikebukuro- puede acabar el trabajo iniciado por el gran manga Over Drive (Y. Tsuyoshi, 2005-2008) por poner en el mapa el biciclismo en la cultura deportiva nipona.

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Pepe Benengeli (en homenaje a ese falso cronista de El Quijote, Cide Hamete Benengeli), un ciclista español, es el protagonista de la historia. En un principio, Pepe es un mero gregario, el último mono, al servicio de los intereses de un equipo que no le va a renovar en la siguiente temporada a menos que logre milagrosamente una victoria. Sin embargo, el recorrido del día llevará al pelotón al pueblo de origen de Pepe, brindándole a un sin nombre como él una gran oportunidad para lucirse en un día especial para su familia: la boda de su hermano con, oh drama, la ex novia de Pepe, de nombre Carmen (faltaría menos).

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Una paella gigante. Imprescindible en todo bodorrio que se precie.

Por tanto, estamos ante una rara conjunción de anime de ciclismo y ambientación exótica en una región inhóspita de España, Andalucía. ¿Qué puede por tanto unir Andalucía y Japón? Pues parece ser que la pasión por los encurtidos. En concreto si son de berenjena (nasu, en japonés). Y es que Nasu es la adaptación de una de las historias del manga homónimo de Iō Kuroda, un volumen dedicado a diversas historias unidas por este entrañable vegetal.

Más allá de transmitir una detallada aproximación a la cultura de bar typically Spanish (encurtidos everywhere) y, cómo no, a la clásica boda en la que los novios se arrancan a taconear al son las guitarras, en Nasu se realiza uno de los más bellos cantos a Andalucía. Por inesperado y por honesto. Una especie de himno que, a un andaluz bastardo como yo, cae simpático. Déjense admirar por este hito en la historia de la animación japonesa:

El autor de este homenaje a Andalucía es Kitarō Kōsaka, un gran currante de la industria (mayoritariamente en key animation y diseño de personajes) y que ha trabajado en los últimos años como director de animación en obras del Studio Ghibli. No en vano, los rostros de los personajes de Nasu parecen corresponderse a los de los prototipos habituales del star-system habitual de Ghibli. No deja de tener su aquél ver a muchachas con cara de Nausicaä bailando sevillanas sin tregua. De hecho, la representación de lo mediterráneo puede recordar al lector a Porco Rosso (Kurenai no Buta, H. Miyazaki, 1992) y al estilo de vida idílicamente carnavalesco del sur de Europa de la Primera Guerra Mundial. Sin la notoriedad de Porco Rosso, y pese a ser a fin de cuentas un modesto mediometraje, Nasu ha tenido el honor de ser uno de los pocos anime proyectados en el Festival de Cannes (edición de 2003).

Además, Nasu cuenta con una fantástica secuela, la OVA Suitcase no Wataridori (K. Kōsaka, Madhouse, 2007). En ella, Pepe viaja precisamente a Japón para cerrar el año ciclista profesional con la última competición del calendario. Nuestro particular maillot rosa, Víctor, nos hablará en el próximo post de ella.

Stay tuned!

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Un tópico que no se cumple en Nasu: Pepe es un ciclista español que no se dopa (pese al interés de los vampiros)

@Anlololo