‘In media res’ la cosa empieza viajando en un autocar rodeado de hinchas, alguno de ellos ultra, del Reus de fútbol, una mañana de domingo envuelta en cánticos. Interior de bus, día, autopista, camino de L’Hospitalet de Llobregat, donde se va a jugar un partido de Segunda B y el club ha dispuesto transporte para la parroquia visitante. En esa burbuja trashumante se edifica artificialmente el ambiente eufórico y festivo de los estadios pero también algún que otro ecosistema. Como en el aula, los malos, los revolucionarios y disolutos, se amontonan en la parte de atrás, una especie de asientos internacionales donde se aspira a la trinchera y a pasar desapercibido mientras se delinque. Ellos aporrean el techo y nos acusan, a los de delante, de ser tribuneros (los que se sientan en las gradas nobles) y de haber obtenido esa plaza sin pagar (no es verdad, por mucha ‘prensa’ que se sea). También pasaba eso en los viajes del cole, donde había una selección natural (sabido es que, en caso de accidente, los de atrás, por habitar encima del motor, lo tendrán más crudo) que colocaba a los incendiarios en la retaguardia del vehículo. Allí se jalean las clásicas burradas, se inventan rimas forzadas, se le declara amor eterno a los colores, se insulta al rival pero también se le canta a la vida pirata y bucanera, diletante, al holgar.

El viaje es una orgía de adaptaciones, al estilo Parodia Nacional, entre The Police, Miguel Bosé y White Stripes. Se intuye que el alcohol ha corrido (o corrió la noche antes), porque uno de los aficionados hasta llega a agarrar el micro del bus (el que usa el guía para decir eso de: ‘A la derecha, pueden ver el polígono industrial de no-sé-dónde’) y acaba encendiendo a la tropa. Recuerdo la sección ‘Coros y danzas’, del programa ‘El día después’, donde se hacía un recorrido por las gradas de las Españas en busca de ingenio en la composición improvisada por Vallecas, el Ramón de Carranza, el Carlos Tartiere y demás catedrales de este acervo particular. Ya en el terreno de L’Hospitalet, un hombre mayor desganado cantando él solo con un megáfono el nombre del equipo en bucle sintetiza bien el cariz humano del asunto. En la corteza cerebral también queda el ritmillo del ‘Every breath you take’ en sus distintas versiones de karaoke sobre la marcha.

atletico

Nos podemos poner antropológicos y hablar de la tribu, del reflejo social que es un campo municipal, de la catarsis, pero prefiero quedarme con lo musical. Puede sorprender lo burdo de las letras, pero no estamos en un certamen de cantautores. Puede sorprender lo almibarado y pomposo de los textos, con esas cosas, en general, de llevar a tu equipo en el corazón y hasta la muerte, en un tono bastante de balada del pop español en Cadena Dial. Las palabras corazón, vida, triunfo, victoria, afición, historia y pasión se suelen dar la mano. También cruzan las orquestaciones amplias, el folclore, y hasta la ópera. De entre los himnos que en el mundo han sido, me quedo con este, el del centenario del Atlético de Madrid, un club que ya de por sí se presta a lo alternativo, a lo diferente, a una cierta subversión. Y si no, díganme qué himno es capaz de decir de su propio equipo eso de ‘maneras de palmar’, y de reconocerse en su tuétano como pupas, derrotado y, sobre todo, perdedor, relativizando sus grandezas seculares y humanizándose.

Pura vida, con sus penas y alegrías: ‘Motivos de un sentimiento’ (mejor la versión rock) es un autohomenaje admitiendo defectos y esa bipolaridad congénita de ganar un año la Liga y bajar poco después a Segunda. Para la canción de esos cien años, el Madrid eligió a Plácido Domingo y el Atlético a Sabina. A riesgo de ser reduccionistas y clasistas, ya quedan claras las intenciones, aunque bien es verdad que no es lo mismo cantarle a diez Copas de Europa que a la gesta de subir a Primera División. Por si fuera poco, aún se citó en los coros ‘sabineros’ lo más granado y trillado del rock en castellano, a riesgo, también, de que el estudio fuera una asamblea de Izquierda Unida, también duchos en el concepto de derrota, aunque ese es otro tema.

Por cierto, el Reus perdió 3-0 en un desastre de partido y el regreso a casa fue bastante menos ameno.

Tres canciones, 278. La elección de Raúl

HIMNO DE ATLÉTICO DE MADRID – MOTIVOS DE UN SENTIMIENTO