Lo más difícil para Jaime Urrutia (57 años, Madrid) quizás haya sido alumbrar un puñado de canciones que son pura cultura popular, que habitan en el ADN patrio, en el tuétano de nuestro ideario colectivo. Ahí están ‘Cuatro rosas’, ‘Camino Soria’, ‘Suite nupcial’ o ‘La culpa fue del cha cha cha’, sólo cuatro de esos temas básicos de la música en castellano, de la que es observador y protagonista desde los 80. En Ejecutivos Agresivos y luego en Gabinete Caligari y, más tarde en solitario, Urrutia ha sabido convivir con las puntas de éxito y la decadencia, asumiendo una carrera irregular y ahora marcada por la reinvención y la supervivencia, que pasa por girar con banda o en acústico, espaciar los discos, publicar un libro, hacer radio, colaborar aquí y allá y pensar en el siguiente álbum, sin masas detrás pero con tu parcelita, tu rincón de atención y disfrute.

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A Jaime Urrutia algunos le habrían perdido la pista, pero ahí sigues.

Ahora hago una gira que se llama ‘Al natural’, con la que llevo ya dos años y medio. Es más o menos una gira acústica, entre comillas, en la que toco yo con dos músicos más, un guitarrista y un teclista. Es un set más comedido. Yo siempre he tocado con banda, con batería o bajo. Por muchas circunstancias, entre ellas la crisis, muchos artistas hemos tenidos que optar por este formato. Se reducen los gastos y no hay el dinero de antes. Pero artísticamente está muy bien. Es otro concepto del grupo de rock. Mis canciones de Gabinete Caligari eran así, más de batería y bajo. Ahora le das la vuelta a las canciones y lo haces todo más tranquilito. Eso te da la oportunidad de tocar en teatros, en salsas más pequeñas. Repaso canciones tanto de Gabinete como de mi carrera en solitario, algunas muy conocidas y otras menos. Es un concepto nuevo.

¿Te exige más como intérprete y como músico?

Sí, como cantante estoy aprendiendo mucho. Es todo más desnudo, se nota más cualquier fallo. He hecho varios teatros, y es un concepto más calladito. Al final, si todo sale bien, la gente suele acabar levantada. Pero en un teatro es más difícil. No es el rollo típico y clásico del bolo de verano, en el que la gente toma una cerveza y hay una barra de bar. Es un concepto más de cantautor de los años 70. Muchas de las canciones aguantan perfectamente. Es divertido.

¿En qué momento dirías que está tu carrera ahora mismo, después de tanto tiempo?

Son muchos años, la vida ha cambiado muchísimo, pero también la forma de grabar e incluso de vender la música. En cierto sentido me siento afortunado. A principios de los 80 no había nada. Nuestro primer disco lo hicimos en una compañía independiente. Un hermano mío puso el dinero, junto a Eduardo Benavente, músico de Parálisis Permanente. Era 1982. Luchábamos contra las multinacionales. Ellas luego se tuvieron que rendir ante la evidencia y nos ficharon. Luego vino la música digital, internet… El momento musical actual es jodido, con lo del IVA ese que tenemos también. Ahora estoy preparando un nuevo disco. Sé que tengo mis seguidores, no es que sea la rehostia, pero ahí estoy, tranquilo… No son los 80, con hostias entre miles de grupos. Tengo mi sitio y procuro mantenerlo.

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Has dicho alguna vez que no has sabido venderte. No sé si te has llegado a sentir infravalorado.

Sí, lo he pensado. Cada uno tiene su talento. Hay gente que a lo mejor no canta bien y sabe venderse de puta madre. Hay gente que sabe hacerlo mejor. Yo me dedico más a la música, a mis canciones. Soy un poco un obrero de la música y es con lo que más disfruto. No sirvo para ir dando codazos y pegarme con nadie. Es cierto que con Gabinete Caligari podríamos haber ido más allá de lo que fuimos. Tenemos nuestro prestigio, pero teníamos un repertorio para haber llegado a vender más a Sudamérica, para haber tenido más éxito, entre comillas. Mi talento no es ser mánager de mí mismo.

¿Te arrepientes de alguna decisión?

No, no. Todo tiene su momento en la vida. Incluso puedo pensar que el último disco de Gabinete pudo sobrar, fíjate lo que te digo. Estuvimos 18 años juntos y es fácil ver el momento en el que todo acaba. Vas al local de ensayo y ya no existe la magia, las ganas que había al principio. Luego escuchas discos y piensas que hay cosas que podrías haber hecho mejor, pero bueno, quedó así.

Da la impresión de que estás en una especie de clase media del rock en español, con Ariel Rot y otros nombres.

Sí, está claro que la música ha dado un paso atrás. Todos sabemos quién suena en la radio y quién da miles de conciertos. Por desgracia, no es como a finales de los 80 o los 90, cuando había mucha oferta y calidad de grupos y artistas. Ahora salen los mismos por la tele y en la radio. Ahora saco un disco y las grandes radiofórmulas no hacen caso. También le pasa a Ariel Rot, a Calamaro o a Bunbury. En su momento a las radiofórmulas no les quedó más remedio que aceptar a grupos como nosotros, que era lo que se escuchaba en España. Ahora estamos ahí, medio relegados, y hay que luchar para darse a conocer. Pienso en la gente que me sigue, tengo mi prestigio como compositor y cantante.

¿Intuyes cuando una canción puede ser hit potencial?

Sí, ahora estoy componiendo porque quiero empezara a grabar en marzo. Es muy difícil dar con ese tipo de canción pero se puede intuir. Siempre trabajo la melodía con una maqueta y lo último que hago es la letra, que a lo mejor tardas mucho más en encontrarla. Es jodido, porque siempre tienes que dar ese punto de contar algo interesante. Hay que estar concentrado. Hay cosas que salen solas. Recuerdo la letra de ‘Al calor del amor en un bar’, una canción muy pegadiza. En ese momento me di cuenta de que la canción podía pegar. Hay cierta intuición. Yo compongo melodías bastante asequibles, no te voy a decir horteras, pero sí estándar. Los Beatles tenían mucha calidad pero un punto comercial. Un 90% de sus canciones son súpertarareables y llegan, sin faltar la calidad.

 Jaime Urrutia

Siempre te has movido entre lo folclórico, lo popular, y un rock de corte clásico, incluso oscuro a veces.

Con Gabinete nos pusieron la etiqueta de rock torero o castizo. Nos pareció bien, pero si te fijas tampoco es que haya tantas canciones referidas a ese tema. Lo de los bares sí es algo más cercano, o por alguna canción que hemos dedicado al mundo de los toros. O decir eso de ‘qué barbaridad’, de mi primer disco en solitario, que es una expresión que puedes escuchar en la calle. Más allá de eso, a mí me gusta el rock de toda la vida, soy un clásico en ese sentido, y eso me influye mucho.

Debutaste en solitario con ‘Patente de corso’, un discazo, una manera de reafirmarse volando solo.

Tenía más o menos claro el final de Gabinete. Ya veía que el grupo lo había dicho todo. La separación fue un poco por eso. Quería ir por otros derroteros, me apetecía tocar con otros músicos, dirigir mi propia carrera. Aquel fue, según me han dicho algunos, uno de los mejores discos para empezar una carrera en solitario. Me encuentro plenamente satisfecho con él. Se vio que Jaime Urrutia también podía funcionar por su cuenta, y con unos temas que con Gabinete quizás no hubieran tenido cabida. Me puso muy alto el listón, luego fue difícil de igualar, y los demás discos no llegaron a ese nivel. A ver si ahora lo consigo.

Hay que acostumbrarse a los vaivenes de la fama, a los altibajos.

Tengo el culo pelao, ya no me sorprende nada. Ya sé que todo lo que puede venir ahora es para mejor. Con Gabinete empezamos poquito a poco, luego tuvimos mucho éxito, después vino la caída… En este mundo siempre aprendes. Me gustaría mantener siempre una carrera muy exitosa, no lo niego, pero es difícil. A mí lo que me gusta es componer, grabar discos.

¿Tienes alguna canción favorita de tu repertorio?

Varias. El otro día escuché ‘¿Dónde estás?’ y me parece que es lo que quiero hacer. El otro día la escuché por casualidad en un bar, la versión en la que canto con Calamaro, Bunbury y Loquillo, y pensé que tanto de letra como de concepto de sonido, es lo que quiero hacer. Es mi canción favorita.

Aquel disco fue sin padrinos, ni colaboraciones que lo bendijeran.

No quería caras conocidas. Al final de Gabinete estábamos ya olvidados y me costó que hubiera una compañía que apostara por aquel álbum. Al final, DRO decidió sacar el proyecto adelante. Hubo un par de compañías que lo rechazaron porque me daban por acabado. No pensé en nadie para colaborar. Cuando el disco empezó a tener buena prensa y a oírse por ahí, vino la idea de hacerlo con mis amigos, pero eso fue después. Si Jaime Urrutia iba en solitario, que fuera totalmente en solitario.

¿Te ves mucho tiempo en la música?

Una vez, con Gabinete, en el año 90 y poco, cuando estábamos ahí arriba, un día declaré que me iba a retirar pronto, cosa que a mis excompañeros les sentó fatal. Dije que más valdría a veces irse a tiempo. En ocasiones lo pienso. Esto también cansa. No me importaría dejar la música y verlo desde fuera, aunque siga componiendo en mi casa. Algún día me gustaría dejarlo y descansar. Uno se va haciendo mayor. Un día diré que ya basta.

¿Cómo es un día en la vida de Jaime Urrutia?

En la vida del autónomo y del músico eres tu propio jefe y eso es algo bastante agradable. Me gusta mucho ir al cine, cocinar, salir con mi chica, y de vez en cuando tomarme unas copas pero sin exagerar, dar un paseo… lo más sencillo del mundo, y coger la guitarra a ver qué pasa.

En eso andas ahora…

Estoy luchando, en ese proceso de escribir. Tengo diez canciones definidas y maquetadas. Estoy buscando el proceso de decir algo y cada vez es más difícil contar cosas, después de haber mostrado mucho cómo es mi interior. Al fin y al cabo, siempre que compones una canción te desnudas. Quiero decirle algo interesante a la gente, con unas canciones que en melodía y en arreglos están bastante bien. En ello estoy. Mi último disco fue en 2010, no es que la gente me eche de menos, pero mis seguidores sí.

Últimamente has encontrado un rol de melómano, de recomendador, tanto la antigua sección de ‘La Ventana’, en la Cadena Ser, como en tu libro, ‘Música para enmarcar’. 

Lo de ‘La Ventana’ surgió en 2007. Gemma Nierga me había entrevistado. Me dijo que le gustó mi voz y me propuso colaborar. Estaba en la sección con Ariel Rot y nos llevamos muy bien. La sección estuvo cinco temporadas, tuvo bastante éxito y fue una gran experiencia. Luego me llamó la editorial Larousse para ver si me interesaba hacer algo escrito. No tiene nada que ver, en realidad, pero me puse a ello. Me gusta escribir. Mi padre era periodista y a mí siempre me gustó la prensa y leer. Fue una historia muy bonita explicar las canciones favoritas de uno.

¿Te gusta algo de la música actual?

En casa del herrero, cuchillo de palo. Soy bastante clásico, me siguen gustando las cosas históricas, antiguas, y tampoco estoy muy al tanto de lo nuevo. Lo poco que oigo no me gusta.