Amazon ha anunciado que introducirá cabinas para meditar en sus almacenes, esos escenarios de distopía turbocapitalista, y al menos nos hemos reído. Las llaman ‘ZenBooth’, demostrando que explotar el Zen sigue estando de moda: primero la palabra se usó para ponerle nombre a una estética minimalista en catálogos de moda y ahora para bautizar una herramienta psicopolítica, de (auto)explotación de trabajadores, como denuncian Ronald Purser o Éric Rommeluère. Lo que nunca hay detrás de esos usos de la etiqueta es, precisamente, Zen. Por ello, entender qué es exactamente el Zen supone casi una urgencia, incluso para aquellos que no estén interesados en este sistema de pensamiento. Y para empezar con esa vía, pocos autores se me ocurren mejores que Brad Warner.
Warner es un maestro Zen ordenado en la escuela Soto que nació en Estados Unidos, formó parte de una banda punk y se mudó a Japón para trabajar en Tsuburaya Productions, la compañía de Ultraman. Esa llamativa biografía forma el esqueleto de su primer libro, Hardcore Zen (título también de su blog y su canal de YouTube), en el que hace una introducción a esta rama del budismo y su experiencia iniciándose en ella. El contraste entre punk y Zen da lugar a una perspectiva única y muy divertida, pero no es en absoluto un truco para llamar la atención ni un intento de transgresión barata; al contrario, Warner encuentra un punto común entre ambas perspectivas en sus actitudes realistas, desprejuiciadas y antiautoritarias, y usa el desparpajo punk para transmitir ideas complicadas de manera sencilla. Y lo hace ciñéndose y defendiendo la tradición, sin adherirse a reinvenciones de charla TED.
Ése es precisamente el mayor logro de Warner: explicar la tradición con respeto, luchando contra las mamarrachadas místicas y revolucionarias que nos venden por aquí. Warner nos recuerda una y otra vez que el Zen es un pensamiento antiguo que se renueva constantemente, pero al que no se le pueden extirpar partes a conveniencia. Desmitifica sin vaciar, pone en tradición (y para ello usa una herramienta intelectual clave del Zen: impartir sus enseñanzas comentando las enseñanzas de maestros anteriores) y no se dobla ante ningún purismo. Es, quizá, uno de los mejores y más claros intérpretes de Dôgen, filósofo histórico fundamental al que muchos quieren leer como un gurú opaco, quizá para que encaje con la empanada que se han montado tras leer Zen en el tiro con arco.
A Hardcore Zen le siguieron muchos libros igualmente recomendables, y todos con títulos tan claros y sugerentes como Shut Up and Sit Down o Don’t Be a Jerk. En esta casa los disfrutamos todos, leemos su blog con regularidad y vemos sus videos en YouTube cada día, y por eso nos apuntamos a su Patreon. No está traducido al español, pero si te animas con el inglés mientras alguien lo traduce encontrarás una voz única con la que dialogar, estés dentro o fuera del Zen. Una voz de un Zen hardcore y no bullshit que nos dice que no nos tomemos tan en serio. No es una mala primera enseñanza.