El gol de chilena de Rivaldo contra el Valencia o la diana de un hoy marginado Portillo contra el Borussia Dortmund. Fueron para mí momentos de éxtasis emocional, negativo y positivo, en una época de estrecha vinculación con el fútbol, de vivir los partidos como si a uno le fuera la vida en ello. Aquello ya pasó, por diversas razones, entre ellas, la inevitable caída de los ídolos adolescentes, la consciencia del negocio oscuro e injusto que mueve el deporte rey en España o la maduración de nuevos retos personales y profesionales. Sin embargo, parte de esta desafección también proviene de la absoluta banalización periodística de los medios digitales, que en los últimos diez años han descosido el concepto de periodismo hasta romperlo.

Siguiendo la estela de mi colega inercio Adrián Muñoz, destacado autor de magníficos artículos como los titulares de Marca para la NBA o la maldición de Ramsey, aquí les dejo una recopilación de los diez mandamientos que rigen hoy en día el periodismo futbolístico -y por ende, deportivo- en la red, si es que, amigos, se le puede llamar así. Porque comprobarán, si me acompañan en este descenso a los infiernos, que de periodismo, más bien poco:

1- Los medios han dejado de informar sobre los acontecimientos deportivos, para centrarse en las más absolutas sandeces que los rodean. Aquello de analizar concienzudamente el juego de un equipo, con un experto entrenador, ya ha pasado a mejor época. Aquí lo que interesa son las tetas de la brasileña del Camp Nou. Si el Hola y el Lecturas se dedicaran a hablar de deporte, lo harían prácticamente igual.

2- Ausencia absoluta del criterio de rigor periodístico. Ya no es que los medios deportivos en la red sean tendenciosos a la hora de informar del equipo rival, sino que fuerzan hasta el extremo cualquier situación para llevarla al terreno de la polémica. Veamos cómo de una anécdota a través de twitter, nuestros colegas de Mundo Deportivo construyen un titular. Resulta que John Terry, jugador del Chelsea, colecciona camisetas de otros jugadores con los que ha coincidido durante años; alguna, claro, del FC Barcelona. Pues venga, ya podemos afirmar categóricamente que «¡John Terry tiene a medio Barça metido en su armario!», como si tuviera a Messi, Neymar y Suárez secuestrados, al ladito de sus chanclas de baño y botellas de champán por sus distinciones de ‘Man of the Match’.

John Terry

3- Se apuesta por contenidos que son estrictamente de actualidad, de consumo rápido. Muchas de las noticias no tienen ni siquiera texto: con un titular y un vídeo gracioso, vas que chutas. El imperio del clic está más presente que nunca. De todos los sucesos deportivos del último derbi entre Real Madrid y Atlético, uno de los más destacados para As era el vídeo-gif de Juanfran rompiendo la cintura a Isco. ¿Para qué vas a escribir nada en la noticia? Si encima tendrías que justificar el porqué de la tontería.

regate juanfran

4- El rumor se convierte en noticia. Cuando el mercado de verano y de invierno está a punto de llegar, se disparan las alarmas periodísticas. Como si de una cadena fordiana de coches se tratara, se construyen auténticas falacias, basadas en la exclusividad y credibilidad del medio de comunicación y un periodista que suele estar compinchado con según qué intereses. Que interesa desestabilizar al FC Barcelona, pues venga, buscamos las cosquillas a Neymar y decimos que el Real Madrid lo quiere fichar. La tendencia llega al extremo cuando directamente se inventan noticias de la nada, como el caso perfectamente descrito por Adrián de la supuesta maldición de Ramsey, un supuesto killer, no del área, sino de los famosos.

5- Presencia incesante de eso que tanto odiamos aquí, el periodismo de datos. Se trata de la maldita manía de ofrecer estadísticas descontextualizadas y con escaso valor deportivo. ¿Qué significa que Cristiano Ronaldo haya marcado 100 goles en una temporada si 30 los ha hecho contra el Espanyol y Malmöe? ¿Su actuación personal se ha traducido en algún título para su equipo? Las respuestas son obvias. Sin embargo, los periodistas no van más allá de destacar unas cifras, que sí, por sí solas son impactantes, pero tiene lecturas secundarias mucho más complejas. Es ahí donde fracasa el periodismo futbolístico en la red, se queda en la mera superficie. No digo que no se puedan ofrecer datos al estilo de los almanaques de Regreso al Futuro, pero explicando ampliamente su significado.

6- Generación de conflictos entre los distintos actores futbolísticos. Los medios fomentan el enfrentamiento entre futbolistas, entrenadores y seguidores, a través de eficaces trampas periodísticas. ¿Que Zidane y Luis Enrique se vuelven a ver en los banquillos después de coincidir como jugadores de Real Madrid y Barça? Pues venga, Marca ya tiene la excusa perfecta para titular su previa del último clásico, ‘Pique en los banquillos’, acompañada de una imagen y un vídeo de los dos protagonistas azuzándose en una tangana de 2003. El diario Marca apuesta, como ven, por el respeto entre aficiones.

tangana luis enrique y zidane

7- Creación de un discurso amoral, e incluso delictivo, paralelo a las noticias. Es, quizá, el aspecto que más asco produce. Fíjense como todos los medios deportivos en la red fomentan que el público se insulte entre sí, con intención de generar un tráfico continuo en la web. Los criterios de moderación de comentarios son absolutamente inexistentes. Aquí cada uno puede lanzar la acusación o el insulto más grave sin ninguna consecuencia por parte de los editores.

Analicemos el siguiente caso, del Sport: resulta que la cuñada y sobrina de Claudio Bravo (portero del FC Barcelona) fueron víctimas de un atraco a punta de pistola en Chile. La mujer de Bravo lo hizo público a través de las redes sociales, con un mensaje lleno de faltas ortográficas. Pues vean algunos comentarios al respecto: «Tiene más delito la ortografía de la mujer de Bravo que el propio hecho», «Seguramente, a sido un madridista» (la falta se deja por respeto al nivel lingüístico del comentarista), «Vaya por dios», «Eso un pancho», y ya para acabar el mejor de todos, «Que no se queje que si el fuera venezolano y el robo hubiera ocurrido en Venezuela nunca hubieran aparecido vivas su cuñada y sobrina…» (la falta se vuelve a dejar por el mismo argumento).

8- La opinión de la audiencia se eleva a categoría periodística. ¿Que el Real Madrid está en crisis deportiva? Pues venga, en lugar de contactar con expertos en la materia para explicar las causas, colgamos una macro encuesta en la web y acto seguido escribimos un titular bien grande: «Los aficionados del Real Madrid culpan a…». El periodista abdica de su trabajo y lo deja en manos de una opinión pública voraz y agresiva, del carajillero de bar que a las 7 de la mañana está discutiendo sobre si quién es mejor, Messi o Cristiano Ronaldo, mientras en la televisión se emite la última película porno de Canal Plus.

9- Explotación de la maldita metanarrativa periodística. ¡Abajo la manía de convertir al periodista en protagonista de la noticia! ¿Qué sentido tiene observar como cuatro supuestos periodistas se enfundan la elástica y la bufanda de su equipo y sufren igual o más que los aficionados a pie de campo? Pues para la mayoría de medios digitales deportivos, muchísimo. El rey y uno de los impulsores de esta metanarrativa es, sin duda, nuestro amigo Tomás Roncero, capaz de estallar en lágrimas cuando su querido Real Madrid es vapuleado por el FC Barcelona o cuando su equipo gana la décima Copa de Europa. Es todo un melodrama, no se sabe si intencionado.

tomás roncero

10- El negocio de los medios deportivos en la red se basa en la información, pero también en el entretenimiento. De ahí que las principales webs ofrezcan servicios adicionales que suponen una nueva fuente de ingresos: desde páginas propias de apuestas deportivas hasta entrenamientos personalizados, pasando por guías nutricionales o merchandising de tu equipo favorito. Ante este panorama, el periodismo a secas queda relegado. ¿El fútbol ha matado al periodismo o el periodismo ha matado al fútbol? Es el pez que se muerde la cola, pero el resultado no deja de ser el mismo. Menos mal que aún existen pequeños oasis como Informe Robinson o la revista Panenka. A ellos nos encomendamos, como la última resistencia a éstos tristes mandamientos.