Hemos dejado a un millón de monos con su millón de máquinas de escribir, y de entre los millones de mecanoscritos resultantes hemos rescatado estas tres recomendaciones. Ahora tenemos que conseguir el millón de bananas de recompensa que habíamos prometido.

La elección de V the Wanderer

PLACEBO – PROTECT ME FROM WHAT I WANT

Teoría completa del deseo: el anhelo nos mueve hacia la obtención de nuestro objeto. Una vez obtenido el objeto, por lo tanto, no queda anhelo, el movimiento se detiene. No queda, por lo tanto, deseo.

En palabras del oportunista Eduard Punset (o de a quién se las haya tomado): «El deseo nos saca de nosotros mismos, nos desubica, nos dispara y proyecta, nos vuelve excesivos, hace que vivamos en la improvisación, el desorden y el capricho, máximas expresiones de la libertad llevada al paroxismo. El deseo reivindica la vida, el placer, la autorrealización, la libertad.»

Sin deseo, sin libertad, sólo somos seres condenados al tiempo, a la rutina, al lamento y a echar de menos, extrañamente, el no tener. Placebo, uno de los grupos que mejor cantan la desesperación y la agónica e inmediata necesidad de salvación, lo saben, pero son sólo eso, un placebo.

Así que mejor, por si acaso, desear eternamente, como un Sísifo empujando su deseo una y otra vez, perseguir y dejar escapar. Mejor protegernos de lo que deseamos.

La elección de Raúl

ASTRUD – HAY UN HOMBRE EN ESPAÑA

Tenemos una broma algo interna en la que admitimos ser los mejores o ‘los más’ en algo, a excepción de un finlandés indefinido y enigmático que siempre está por delante, ocupando el puesto número 1 de este ránking ficticio. Parecida figura, aunque patria, rescata esta canción de Astrud, dúo pop, raro, divertido, surreal y más sustancioso que Hidrogenesse. Estos barceloneses, que le ponen música electropop a pensamientos banales y llanos, tienen la teoría de que detrás de tareas del más diverso pelaje, algunas insignificantes, se esconde un mismo tío, a saber: escribe las canciones de la radio, te coge los bajos del pantalón, es secretario de estado, reparte las becas, programa el Teatro Real, es dueño de Forlasa o inventa los debates de Antena 3.

La música simple, trotona, folclórica, con teclados, acompaña esta historia de un hombre singular y pluriempleado que realiza labores ingratas e intrascendentes. ¡Pero alguien tiene que hacerlo para que el mundo no cojee! Alguien tiene que traducir los artículos de Le Monde Diplomatique y ser la máxima autoridad en derecho penal. Astrud, mitad doctor en Psicología y mitad ¿tío? en tacones, tocan el tema recientemente con una pequeña orquesta y también tienen una versión en tango.

La elección de Withor

ANDRÉS CALAMARO – ESTADIO AZTECA

Estrena ‘la roja’ su estrellita en el pecho en México, en el gran estadio, el verdadero teatro de los sueños. En el telediario hablan de él, pero nadie menciona esta canción, ni ponen su música de fondo. A mí me extraña, porque siempre que escucho hablar de él, sus acordes iniciales me vienen a la cabeza. Soy incapaz de disociar el Estadio Azteca real del Estadio Azteca calamariense.

El mejor Calamaro aparece aquí, cuando ya muchos lo dábamos por pérdido. Y nos demuestra que con un piano, una guitarra, un cajón flamenco, unos coros y una buena letra hay de sobra para marcarse una de aquellas canciones que perduran en la memoria. Los argentinos reverencian el Estadio Azteca y las diabluras de Maradona. Otros reverencian a este supuesto genio con tintes maradonianos: pelo medio afro, placer por la coca, genio y figura.

Canta Calamaro, y creo que por ello me gusta tanto esta canción ‘dicen que hay algo que tener y no muchos tenemos’. No sé que es eso que me falta, y no sé si es lo mismo que te falta a ti. Pero me hace pensar. Siempre me hace pensar. Quizás no debería tomármelo tan en serio. No olvidemos que estamos hablando, simplemente, de un estadio de fútbol. Aunque este sea, ni más ni menos, que el ‘gigante’.