Escribía Neruda: «Sucede que me canso de ser hombre». «Sucede que se me ha alegrado el día», añade, mucho tiempo después, Iniesta, «al ver al sol secarse, en tu ventana, tus bragas». David Bowie se casca una maravilla preguntándose por la vida en Marte; años más tarde unos tipos con traje la retuercen, la filtran, la mezclan con otros hitos pop. Todo existe y ha existido siempre, el número de átomos en este agujero es finito y se combinará una y otra vez, de todas las formas posibles, hasta dar la vuelta. Y en miles, millones de años, nosotros volveremos a escribir esto, y ustedes a leerlo, y Bowie, y Neruda, e Iniesta, y el astronauta Tom, a emocionarnos.

La elección de Raúl

EXTREMODURO – SUCEDE

Esta canción me obsesionó durante un tiempo porque es la única de Extremoduro en la que Robe Iniesta incluye referencias musicales en la letra, algo parecido a un homenaje explítico. Soy propenso a que algunos versos se me alojen con impunidad en la cabeza. Esta vez sucedió con ese estribillo arrojadizo: «No he vuelto a ser el mismo desde que se fue Gillespie, Zappa, Mercury y Camarón». Es todo un hallazgo que este poeta yonqui del lado chungo de la vida conceda esa confesión, inocente al fin y al cabo, pero tremendamente esclarecedora. Esto es mucho más que rock urbano.

La canción, interpreto, va de convicciones, de saber que pese a los vaivenes y vapuleos que nos asesta la vida, está bien tener un puñado de certezas y clavos ardiendo a los que agarrarse para no naufragar. Es ese rayito de luna que se cuela entre la oscuridad y la ruina, la estrellita pequeñita pero firme. Para mí, Iniesta es una de esas seguridades vitales y quizás yo no vuelva a ser el mismo a partir de cuando se vaya, algo que tardará un tiempo en ocurrir, porque se ve que ya no se mete tanto… que se está quitando, que ahora escribe libros y compone los mejores discos de su carrera.

La elección de V the Wanderer

THE UKELELE ORCHESTRA OF GREAT BRITAIN – LIFE ON MARS?

Llevo un rato intentando afinar el ukelele, pero no me siento demasiado satisfecho. A ver: dooo, doooo, doooo… mejor, pero aún no. ¿Cómo? ¿Que no se lo hemos dicho? ¡Raúl y yo ya tenemos nuestros ukeleles! Ya se lo contaremos en otra entrada (que será, imagínense, el súmum de la paramusicalidad), pero de momento sepan que es la materialización de un sueño (de forma perturbadoramente literal).

Esta suerte de eventos ha provocado que durante los últimos días me haya prohibido escuchar nada que no incluya ese encantador, encantador instrumento en sus filas (¡no saben lo bien que decora!). Y como Darren Hayman sigue sin epatarme, he acabado recurriendo a dosis masivas de la Ukelele Orchestra of Great Britain. Cosa que no está nada mal.

Me mola ver a estos tipos tan serios, tan formados y abiertamente talentosos, marcarse un título como «Anarchy in the Ukelele». Qué británicos, leñe. Saben tocar y saben usar nuestra adorada guitarrica para algo más que hacer risa: sus versiones son tan disfrutables como las originales. Si ya lo recomiendan nuestros lectores (esos mismos que se pasan por aquí pero no comentan: ¡malditos!).

Total, que hoy recomiendo de todo con la excusa de una sola canción: un instrumento, una formación, un imprescindible (ese Bowie), un tema redondo, la validez de las versiones. Y, de rebote, otra vez My Way: no se pierdan esa excesivísima fuga final, conglutinando ahí Sinatra (o Anka), Stevie Wonder, John Barry y The Who.

La elección de Withor

NIÑOS MUTANTES – EN LA TIERRA

Leer a V hablando de Bowie ha hecho renacer en mi cabeza esta canción en la que pone fin al misterio del Major Tom: el muy cabrón murió  desintegrado. Lástima. Aunque ya me lo esperaba, siempre jode pensar que nunca volvió a la Tierra.

La Tierra. El puto planeta azul. ¿Vaya mierda, no? Contaminación, sueldos precarios, guerras, personas viviendo sin electricidad. Aunque bien pensado… ¡¡que tampoco estamos tan mal!! (laporta dixit).

Los Niños Mutantes hacen aquí lo que mejor saben: una canción trallera -estaba deseando utilizar este adjetivo en un post- en dos minutos, un estribillo pegadizo y potente, unos riffs por aquí, una pequeña distorsión por allá, y ya está: habemus temazo. Y la letra, pues lo que todos sabemos: que por mucho que critiquemos, por mucho que nos agobie la gente, el trabajo, el vecino o el pesado del tercero, vivir mola. Y seguro que si estuviésemos metido en una capsula especial durante unos cuantos años, acabaramos echando de menos el trabajo, la gente e incluso al vecino del tercero, del cual he descubierto esta mañana que me tira cigarros a la terraza.

Así es la vida.

I’m sorry, Major Tom.