La música, como las drogas, los coches o las bombas de hidrógeno no es buena en sí misma. En manos inadecuadas, su empleo puede tener efectos devastadores. Porque la vida es dura, y las malas buenas canciones ganan por goleada a las que tienen calidad y nos emocionan, homenajeamos a estos temas casi delictivos que, por otra parte, nos seducen por algún misterio insondable. Así que, lector voraz, lectora inquieta, flagélense con estas recomendaciones que les entregamos a traición y hállenles el punto adictivo, si lo tuvieren. Si no, intoxíquense igualmente con estas basuras.
La elección de V the Wanderer
ANDY Y LUCAS – MI BARRIO
Entra al trapo, con el estribillo incrustado nada más empezar y conjunción abriendo la primera frase, y ya no baja. Un fraseado que ni Violadores del Verso, denuncia social del tamaño de «hente obrera lushando pa que a sus hiho no le farte la comida ensima un plato«, mención a las niñas bonitas y citas del Che (el tipo ése de los pósters) y la guinda en el pastel, ese sample que repite al tuntún «¡Camaron, Camaron!» ¿Cómo no iba a obsesionarme?
Este tour de force lírico no se conforma con rimar «siento» con «siento» o «hermano» con «hermano», sino que encima conjuga los verbos con una torpeza preescolar: «y si alguna mujer me llevara de él sería porque la amaría tanto«. El abismo nos devuelve la mirada. Apuntala la experiencia un discurso final (no sea caso que no quede claro el mensaje) de esos de «aquí quiero morir», en el que Andy (¿o Lucas?) declara a su barrio «humilde y verdadero, callejero y obrero«.
Hay una razón más para mi obsesión, tal vez la más importante, ya paramusical: ¡el videoclip! Realizado con el motor del «Sims 2» (¿?), nos muestra al dúo en versión virtual y mil momentos gloriosos: la cara de pena de Lucas (¿o Andy? El que se parece a Gegant de Doraemon, vamos) al decir «eso yo lo siento», la fiesta en el tejado, los obreros enamorados, el arranque de break dance, el creador de personajes…
Para colmo, algo en mi cabeza se empeña en emparentar este corte con otra canción absurda: el «Human» de Los Putos Killers. Escúchenlas seguidas, ¡ya verán cómo podría ser su segunda parte! (O tal vez no, de acuerdo. Ejem… ¡Camaron, Camaron!)
La elección de Raúl
LOS DEL RÍO – TAKE IT EASY
De Triana al resto del mundo y parte del extranjero. Desde que (hasta) Bill Clinton bailara la Macarena, los Blues Brothers de la Maestranza tuvieron que conquistar al público angloparlante, he aquí la razón de este amago con el idioma de Shakespeare, plasmado en el título, una frase del estribillo y un rapeado (visionarios estos dos, que se adelantaron a su tiempo metiendo a un presunto negro hiphopero en un tema pop).
Unas palmas y una base dance (nada que no hicieran también Los Sobraos) arropan una letra atormentada sobre los quebraderos de cabeza que da el amor (nada que no hagan Andy y Lucas, dignos herederos, cuando se desmarcan de la denuncia social). Este remix bailable marcó nuestros tiernos años de universidad y nos convirtió en postadolescentes postmodernos, descreídos y resabiados, hijos de la duda ante tanto manifiesto gris (letras tristes y música alegre: nada que no hicieran los Beatles).
La canción está almacenada en el track 2 de un CD de audio (no se merecen el mp3, que resta calidad de sonido), justo después de Locomía y antes de (temblad, temblad, malditos) Vitorino, la segunda parte de Macarena, perpetrada a mano armada entre el dúo sevillano y King África, afincado en un pueblo de Valladolid. A mí, la melodía, el ritmo machacón de rebujito, la voz rociera y el ‘yo no sé, I don’t know’ no se me van de la cabeza.
La elección de Withor
CHAYANNE – TORERO
Corría el año 2002, yo tenía 16 añitos y descubría a grupos como Los Rodríguez o The Cure. Empezaba a comprender, pues, que había vida musical más allá de las radiofórmulas. Sin embargo, una de las canciones que más escuché durante ese año fue, sin duda, ‘Torero’, hitazo sin paliativos del hoy en día un poco defenestrado Chayanne -¿futuro candidato al TopRip?-.
Torero es la típica canción comercial veraniega que da mucha rabia, pero esta, no sé porque, tiene algo especial, un ‘nosequé nosecuántos’ que diría aquel que me engancha. Analicemos: música machacona con una base cutre pero efectiva, unas guitarritas españolas -muy de fondo- y unas trompetas con aire mexicano que entran justo a tiempo para añadirle gracia al asunto; una letra que de tan rídicula acaba pareciendo de Dylan -recordad amigos, ¡los extremos se tocan!- con un gran inicio ‘de lunes a domingo, voy desesperado’ (no eres el único Chayanne) y, la clave del éxito, un estribillo sublime que se repite incontables veces y que supone más del 70% de la canción.
A esto hay que añadir otros dos datos que juegan a favor de Torero como clásico imperecedero. Por una parte, su videoclip, una pequeña joya de tres minutos con unos planos de gente dando saltos a cámara lenta que provocan mucha risa. Y un final bastante estúpido, por cierto. Y, sin duda, lo mejor de todo, la genial coreografia de Chayanne y sus amigos, al nivel de la de Trhiller, y lo digo en serio: movimientos extraños y sin demasiado sentido, que provocan la carcajada, pero realmente difíciles de ejecutar. Mola que al principio hacen el baile con un montón de espacio y luego lo repiten pero en un sitio muy reducido. Gente que folla.
Me he sorprendido a mí mismo escuchando esta canción después de unos años para escribir sobre ella, al comprobar que aún hoy en día me sé la letra prácticamente de memoria. Y, una vez más, ha vuelto a pasar, pese a que el tiempo no perdona: escuchada una vez, ya no he podido parar, y lleva sonando un rato insistentemente en mi portátil. Lo digo en serio: será de Chayanne, será cutre e incluso ridícula, pero no me jodáis: ‘torero’ es un TE-MA-ZO y el que no lo quiere reconocer, está mintiendo. Palabra de Torero.