La Inercia sigue en su interminable misión de escribir todas las combinaciones de palabras posibles. Para este fin se creó, hace ya 228 semanas, la sección Tres Canciones, que bajo la apariencia de recomendaciones de música de bien es en realidad un experimento loco de la cosa lingüística. En esta edición, por ejemplo, se presentan juntas por primera vez en la historia las palabras «autogiro» y «cipote» y se propone la expresión «merienda-cena de morenos». La RAE ya nos está despejando unas sillas.

La elección de V

SQÜRL & JOSEF VAN WISSEM – THE TASTE OF BLOOD

Ideas a vuelapluma: si yo fuera vampiro, además de follar hasta el límite y agotar el placer y el dolor, vagaría por el mundo con una maleta llena de libros. Leería y me perdería en las letras, tiempo suficiente al fin, y me entregaría a la música que suena a noche o a la noche que suena a música. Buscaría compañeros leales para el viaje eterno. Probablemente me llevaría mejor con el infinito y me entregaría aún más a la contemplación del universo y sus misterios.

Más ideas: ¿qué queda de la música cuando la desmontas, cuando la rompes y la restriegas por el silencio? Cuando huyes de melodías y la entregas al feedback mecánico, a la distorsión, a los instrumentos impuros y pesados; o mejor dicho, a lo que hay al otro lado de ellos. Si la música es un arte temporal, ¿en qué se convierte cuando eliminas el tiempo?

Síntesis incompleta: Jim Jarmusch hace cine; Jim Jarmusch tiene una banda. Parece que, además, fantasea con el mismo tipo de vampiro que yo. Ha juntado las tres cosas en una cinta llamada ‘Only lovers left alive’, otra síntesis incompleta, que presenta una estampa visual, sonora y literaria de un tiempo y unas almas agotadas. Son un cine y una música románticamente vampíricos, a los que se les ha restado el tiempo y se les ha sumado eternidad. Un mapa tan cargado de promesas como una maleta llena de libros.

La elección de Cano

JEFF RUSO – FARGO MAIN THEME

Una tormenta de nieve arrecia en mitad de la noche. Un tipo conduce con escasa visibilidad. Un ciervo irrumpe en mitad del camino. El inevitable accidente. El descubrimiento de otro tipo en calzoncillos, ubicado en el maletero. Su descarnada huída hacia la nada, a menos veinte grados, suponemos. Un reguero de sangre. Son los componentes de la primera escena de Fargo, adaptación televisiva de la película de mismo nombre dirigida por los hermanos Coen, en este caso, productores.
Su eficacia no seria la misma sin el temazo compuesto por Jeff Russo, un carrusel de emociones empaquetado en poco más de dos minutos que sirve de estilete de los diez capítulos dirigidos por Noah Hawley. De la tristeza inicial uno pasa a la épica, al silencio, al terror, al misterio y, por último, a la intriga por conocer qué sucede en ese universo helado coeniano. Un tema esecencialmente de vientos, pero con un toque de percusión que impacta por su sutileza. Cómo no, les recomiendo la serie.
La elección de Raúl
LA HABITACIÓN ROJA – NUNCA GANAREMOS EL MUNDIAL
Hay veces en las que las cosas se tuercen. Imagínense los bares de España, huérfanos de la caja que habrían hecho en cuartos, semis y final. Miren el fenomenal pollo que se ha montado con los patrocinadores y los espónsors, ahora obligados a renegociar los contratos ante el batacazo de la Roja en el Mundial de Brasil. Y así con todo: campañas comerciales que se caen, planes de viaje que hay que cambiar con más o menos dolor y hasta vacaciones que llegan por sorpresa. Otras veces el victimismo mezclado con humor se gira contra nosotros y nuestras previsiones: recuerdo cuando en ‘El intermedio’, con mala visión, les dio por apoyar a Portugal justo en el momento en que empezaba el ciclo triunfal de España.
Algo parecido les pasó a La Habitación Roja, que quisieron ir de pitonisos perdedores (de pulpo Paul, valga el chiste malo) y vaticinaron que nunca ganaríamos el Mundial. Aquí podríamos ser literales y entender eso como la cita futbolística por excelencia del planeta y asumir entonces la resignación secular en el ADN del buen español. Lo que pasa es que cinco años después de publicar la canción, la realidad, que diría Rajoy, se puso terca y convirtió en falso el título. Me da la impresión de que eso es lo de menos, más allá de la graciosa ironía a la que dará pie en los conciertos. Quien dice Mundial dice en realidad nostalgias, aprendizaje emocional y toda esa artillería que pone en liza la banda valenciana cuando se levanta generacional y le da por retratar las derrotas de más allá de los 30. Sé que es facilón, pero a veces un gol, una fecha, una victoria o la simple mención de un Campeonato del Mundo a los futboleros nos perfila un estado de ánimo y hasta nos enternece.