Tres canciones, 245. La elección de V

NO ME PISES QUE LLEVO CHANCLAS – ‘CABEZÓN’

Bravo por las canciones-concepto, las que sirven como significante completo, las que nos ayudan a explicar situaciones del día a día. De igual modo que todo se puede ilustrar con Los Simpson o South Park, o que hay gente (allá ellos) que encuentran paralelismos entre sus vidas y Friends, existen canciones que funcionan como atajos directos a preocupaciones universales. Comodidades de la vida moderna como esta ‘Cabezón’ de los NMPQLC (santo dios: tercera vez que los recomiendo), que resume la frustración de un problema cotidiano: ¿quién no ha ido a un concierto (o al cine, o a un acto público) y ha tenido que soportarlo con la vista bloqueada por un cabolo clavado en el tiro de visión? ¿De dónde salen esos tipos de dos metros, esos peinados afro, esos cardados imposibles que se sientan siempre justo delante de nosotros? ¿Cómo puede ser que tamaña injusticia no tuviera su himno?

Lo bueno de las canciones-signo es que ejercen de meme útil y económico, con toda la problemática y la rabia condensadas en un riff o en un par de notas. El fin de semana pasado, por ejemplo, en el Festival de Sitges, La Inercia (y amigos) sufrió un severo caso de cabezas bloqueadoras. Fue en una sesión doble en el Retiro que nos obligó a cambiar asientos y estirar mucho el cuello, con toda la pista de subtítulos ocupada por dos tiestas baloncestistas estratégicamente ubicadas. El amigo Jaime B., con el que me une el referente shanclista, no necesitó más que girarse y canturrearme para compartir frustración y empatía: «¡cabesóooon!». Yo asentí, severo, y quedó dicho todo. ¿Qué más da luego si la canción es buena cuando nos facilita tanto la comunicación?