En un día de octubre de 2009, en una universidad levantina de cuyo nombre no quiero acordarme, se votaba al delegado del curso. Como era de esperar, este tipo de rituales trasnochados no podía más que tomarse a guasa, y más si el recuento de los votos se hacía en voz alta. Prácticamente hubo que hacer una segunda vuelta con los candidatos reales, alumnos y alumnas de carne y hueso, puesto que entre los más votados de la primera manga estaba gente (hasta donde yo sabía) no matriculada como “Don Juan Carlos, rey de España”, “Chikilikuatre” o “Carmen de Mairena”. Entre los descartes de estos primeros votos nulos, un hijopútico colega tuvo a bien votar a un tal “Onani Master Anlolo”, haciendo público un inside joke fruto de nuestra común afición por el manga. Mi querido amigo acababa de revelar a la opinión pública mi querencia por una de las lecturas más dolorosas y emocionantes que he podido encontrar. En esta época de ancestral tedio veraniego vuelvo, como hago desde hace ya muchos años, al que hasta la fecha es mi manga dojinshi favorito: Onani Master Kurosawa (2006).
Sé lo que estáis pensando. Habéis leído el título y visto la carátula y ya está claro: otro manga hentai-NSFW hueco. Pues nada de eso, amig@s. O al menos no tanto como cabría esperar de un título tan sugerente y… literal. Pero vamos con un poco contexto. La retórica del cinco contra uno en la cultura popular japonesa es prolífica. La semana pasada, sin ir más lejos, el fabricante de juguetes sexuales Tenga, célebre por dar nombre a la popular línea de vaginas artificiales, declaró el 21 de julio como Día del amor propio en Japón. Tenga-man, su superhéroe promocional, es el último caso de los homenajes y reconocimientos que desde lo pop japonés se ofrecen al bueno de Onán.
Donde no llega nadie
Por su título, Onani Master Kurosawa puede parecer otro manga que se construye sobre el chiste fácil. Su condición de dōjinshi, un cómic hecho por amateurs, puede ahondar en el prejuicio ya que buena parte de estas producciones autoeditadas en Japón suele ser meras remediaciones eróticas de usar y tirar de los títulos populares de su época. Lo cierto es que el planteamiento de nuestro título no se anda con rodeos: Kurosawa es un solitario adolescente que se encierra en el baño de señoras del instituto para darle a la manivela. Su conflicto: es pillado por una compañera de clase. Que sufre acoso escolar. Y que amenaza con revelar su secreto a menos que acepte ser el ejecutor de su venganza… Y hasta aquí puedo leer. Porque es en el desarrollo dramático donde brilla sobremanera esta historia amarga sobre las heridas vitales que se producen en mitad de ese campo de minas que es la convivencia en la enseñanza reglada. No hace falta inventar distopías ni invasiones alienígenas para encontrar la maldad. Todo aquel que haya pasado por un instituto puede reconocerse en este slice-of-life sobre la crueldad adolescente. Pero de la adolescencia, como del deporte, también se sale: la redención es posible y aquello de que el tiempo todo lo cura es una enseñanza que acaba promulgando sin ambages paternalistas este manga redondo.
El tomar el punto de vista de Kurosawa nos permite entrar en la mente del pajillero. ¿Y qué hay ahí? Evidentemente, nada políticamente correcto. Kurosawa canaliza su frustración como adolescente pringado a costa de sus compañeras de clase, a las que imagina en fantasías de dominación y humillación propias de primero de porno. Si Onani Master Kurosawa se limitara a eso no sólo sería un título olvidable, sino que competiría en desventaja en un mercado en el que fetiches de todo pelaje están más que cubiertos, tanto en el circuito de las editoriales comerciales como en los círculos underground. La virtud del manga es precisamente hilar muy fino para convertir el tratamiento sexista habitual del género no en un fin, sino un medio para contar las angustias de la adolescencia.
Si Onani Master Kurosawa (y su obra previa, Molester Man) os acaba encandilando como a mí y queréis seguir la pista de su autor, YOKO, tengo buenas noticias. Yokota Takuma, su verdadero nombre, ha conseguido dar el salto al mainstream y, después de publicar un tierno manga corto (Koganeiro, 2012), su nueva obra ha sido serializada ni más ni menos que por la Weekly Shōnen Jump. Se trata de Sesuji wo Pin! to: Shikakou Kyougi Dance-bu e Youkoso y va sobre, atención, un club de bailes de salón. Incluso tras haber pasado por los filtros de la revista más famosa de manga en japonés, en señas de identidad como el dibujo femenino y el gusto por el slice-of-life encontraréis al mismo autor que autopublicó modestamente su historia hace casi una década y que ha cumplido su particular Japanese Dream.