Tres canciones, 264. La elección de Withor:

CHANTELLE DUNCAN – ‘FOREVER’

Desde que vi por primera vez ‘Reservoir Dogs’ (cuya trama principal transcurre íntegramente en un local abandonado), tengo debilidad por las películas que se desarrollan en un único escenario. Aunque siempre se corre el riesgo de tropezar con algún bodrio, el nivel global de calidad de este subgénero es elevado. Podemos encontrar grandes clásicos como ’12 hombres sin piedad’, ‘La soga’ o ‘La huella’, y películas modernas muy destacables como ‘Tape’, ‘Locke’ o ‘Enterrado’. La ecuación es muy simple: ante la imposibilidad de cambiar de escenario, los personajes tienen que estar bien definidos, la trama debe ser interesante por sí misma y sin artefactos, y los diálogos ser impecables. A ver quién es el guapo que no disfruta con estos tres elementos (si están bien ejecutados).

La cuestión me obsesiona hasta tal punto que si descubro una película monoescenarial (ves apuntando el palabro, RAE) tengo que verla sin demora. Poniendo en práctica este ejercicio, he comprobado que existen muchas más películas de ciencia-ficción de las que imaginaba que utilizan esta técnica. No deja de ser irónico, teniendo en cuenta que se trata de un género que nos hace pensar inmediatamente en aventuras espaciales, en viajes estratosféricos, en épicas batallas. Y sin embargo, durante los últimos años se ha demostrado que se pueden hacer peliculacas de ciencia-ficción con un grupo de personajes tumbados en el sofá. ¿No se lo creen? Espero que estas ocho experiencias cinematográficas les hagan entrar en razón.

‘Cube’ (Vincenzo Natali, 1997)

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El escenario: un cubo (formado por múltiples cubos)

Un clásico moderno, y una de las películas que más veces he visto en mi vida. Un grupo de personas despiertan en una extraña habitación de forma cúbica y poco después comprueban (con algún muerto por el camino) que el cubo comunica con otro, y éste con otro, y así hasta el infinito. Para más inri, todos parecen estar allí por alguna razón, pero desconocen qué pueden hacer para salir. Que no se explique claramente dónde están ni los motivos es uno de los grandes alicientes de este film que jamás debió convertirse en una trilogía.

‘Nothing’ (Vincenzo Natali, 2003)

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El escenario: la nada más absoluta

A Natali le debió gustar la experiencia de rodar ‘Cube’, ya que ‘Nothing’, su tercera película, volvió a juntar los dos elementos que se combinan este artículo: ciencia-ficción y un escenario. Se puede decir que Natali lo llevó hasta las últimas consecuencias, ya que durante la mayor parte de su metraje el único espacio es la ‘nada’ que anuncia el título. Fondo blanco, sin escenografía. Nada. Ahí se desarrolla todo. Y lo mejor de todo es que pese a esta concepción fílmica, peligrosamente cercana a Lars Von Trier, ‘Nothing’ juega con el existencialismo pero a la vez te puedes echar unas risas, cosa que siempre es de agradecer, sobre todo si has intentado mil veces leer a Heidegger y has sido incapaz de pasar de la segunda página.

‘The man from Earth’ (Richard Schenkman, 2007)

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El escenario: una apacible casa rural

Uno de los primeros films que consiguieron fama y prestigio a través de Internet. Un grupo de amigos se reúne durante un fin de semana en una casa rural para despedir a uno de ellos, que abandona el país. Todo normal, hasta que el más avispado hace una pregunta que hace saltar la banca: ¿cómo es posible que en los últimos diez años el amigo al que despiden no haya cambiado ni un ápice físicamente? A partir de ahí, se sucede una hora y media trepidante (aunque los personajes no se muevan del sofá del comedor), en una conversación que discurre entre la teología, la ciencia y la fantasía. Y al final, el gran interrogante: ¿es el protagonista un impostor de categoría o uno de los personajes históricos más importantes de la humanidad? Una pregunta a priori estúpida pero que ya no podréis volver a sacar de vuestra cabeza.

‘Triangle’ (Christopher Smith, 2009)

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El escenario: un barco (en el que pasan cosas raras)

Vean el póster y lean la sinopsis de ‘Triangle’ y pensarán que estamos ante el típico film de amigos pijos que dan rabia y que son perseguidos por un psicópata que va acabando parsimoniosamente con sus vidas. Y no estarán equivocados. Pero ‘Triangle’ se diferencia de esa retahíla de clones cinematográficos por un pequeño matiz: la trama, que tiene lugar en un misterioso barco, incluye paradojas y bucles temporales a mansalva. El título de la película, sin ningún motivo aparente por lo que acontece y que nos remite inconscientemente al Triángulo de las Bermudas, es un guiño tan cautivador que nos invita a no guardarle rencor por los enormes agujeros en el guión.

‘Moon’ (Duncan Jones, 2009)

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El escenario: una base lunar (en la que se fala portugués)

«A 450.000 kilómetros de casa, lo peor a lo que te puedes enfrentar es a ti mismo», se puede leer en el póster de ‘Moon’. El pobre Sam Rockwell lleva tres años encerrado en una base lunar y exceptuando algunas breves excursiones en vehículo por el cuerpo celeste ahí va pasando sus aburridos e interminables días. Entre la sinopsis y la frase promocional ya habrán dibujado el film en su cabeza: un astronauta que no puede soportar la soledad y el onanismo y acaba enloqueciendo. Pero… ¿y si en realidad el personaje de Rockwell no fuera un vulgar demente? La película, que triunfó en Sitges, es inteligente, a la par que inquietante y apasionante. Una joya. Ojalá pudieran clonarla.

‘Frequently asked questions about time travel’ (Gareth Carrivick, 2009)

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El escenario: un tradicional pub inglés y especialmente sus servicios

‘Frequently asked questions about time travel’ (que para el abajo firmante es una de las mejores comedias de los últimos diez años) tiene como único escenario un pub inglés. ¿La trampa? El bar siempre es el mismo, pero los protagonistas beben sus pintas en distintas épocas (y no hablamos de años o décadas, sino de saltos temporales más osados). Aviso para navegantes: una vez que hayan visto esta película, no volverán a cantar el ‘Total eclipse of the heart’ de Bonnie Tyler en un lavabo sin mirar hacia los lados y pasando algo de miedo.

‘Coherence’ (James Ward Byrkit, 2013)

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El escenario: una casa (que es la del director de la peli, por aquello de reducir el presupuesto)

Es difícil hablar de esta película sin mencionar la Paradoja de Schrödinger (concepto que yo, que soy de letras puras purísimas, descubrí en un infravalorado film de ciencia-ficción en el que Forest Whitaker pega muchas tortas llamado ‘Repo Men’). No es que vaya de listo, es que uno de los protagonistas, en cuanto se enciende la mecha, lo suelta ante nuestras narices para que no haya dudas de por dónde están yendo los tiros. Según el experimento de mecánica cuántica, un lindo gatito puede llegar a estar vivo y muerto a la vez, aunque jamás podremos comprobarlo. Afortunadamente, la película va un paso más allá, incluso llegando a demostrar que tu profesor de física en primero de BUP tenía razón: la ciencia puede ser muy divertida. Qué coño, puede llegar a ser incluso un despiporre.

‘Ex Machina’ (Alex Garland, 2015)

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El escenario: un lugar remoto (de cuyo nombre no puedo acordarme)

Ante todo, sinceridad. Ésta la acaban de estrenar, todavía no la he visto y no iba a incluirla en la lista. Pero dice el amigo @VtheWanderer que es buenísima y que exceptuando algunos planos exteriores transcurre íntegramente en un único escenario. Una vez visto el tráiler, es imposible no dejarse seducir (y sin oponer ningún tipo de resistencia) por la elegancia que desprende ‘Ex_Machina’. Y si la ven y no les gusta, ya saben dónde deben dirigir sus quejas.

@adriwithor