Periodista, escritora, locutora y presentadora de televisión, es el rostro de La 2 Noticias, el telediario más especial de la parrilla, el más premiado en la historia de la televisión y, en esencia, una cita ineludible a eso de la medianoche. Viene a Tarragona a dar una charla sobre ‘La vida imaginaria’, novela de debut con la que en 2012 ganó el premio finalista del Planeta. Protegida por unas inmensas gafas de sol negras, llega tarde, con prisas, pero se muestra atenta y con ese tono calmo suyo que parece impregnarlo todo. Charlamos de miradas, de enfoques, de literatura, de periodismo y de cómo se entremezclan.

¿Te ha cambiado la vida el premio de finalista del Planeta?

Me ha cambiado en la medida en que la etapa de promoción, que dura desde noviembre hasta después de la Feria del libro de Madrid, en junio, es muy muy intensa. He tenido que hacer encajes de bolillos para ajustar la agenda de la promoción a mi trabajo habitual en La 2 Noticias, en Televisión Española. En ese sentido sí me ha cambiado, pero en ningún otro, en ningún otro.

¿Te has sentido extraña al otro lado de la entrevista?

Es que a mí me parece que la protagonista de la noticia es la novela y en ningún caso soy yo. Es una novela que ha ganado un premio que lanza ‘La vida imaginaria’ a decenas de miles de lectores. De repente aparece en todas las librerías durante, por ejemplo, la etapa de promoción de Navidad. Me llama la atención el interés que suscita el libro y la historia de Fortunata Fortuna pero no es más que eso. La noticia no está en mí, sino en un libro que ha ganado un premio tan sonoro como el de finalista del Planeta. También me parece que, por mi experiencia profesional al fin y al cabo me estoy encontrando con colegas. La gente que me entrevista son compañeros, personas con trayectorias parecidas a la mía. Me siento muy cómplice. Para mí es una ventaja.

¿Hay algo de literatura en la mirada de La 2 Noticias?

(Risas). Tiene una mirada muy literaria y la ha tenido siempre desde sus inicios, y ahora con el equipo que tenemos montado de hace cinco años. Todos mis compañeros son grandes lectores y son buenos escritores. Somos especialmente cuidadosos con los rótulos que incorporamos, con los títulos de las noticias en los sumarios… muchos están llenos de ironía. Trabajamos la metáfora. Yo diría que hay un componente literario en buenas dosis. Y también la forma de contar las noticias: lo hacemos siempre como si fueran historias. Tendemos a explicar la historia que hay detrás del titular, y eso es también literatura.

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¿Maltratamos el lenguaje en los medios y en general? ¿Nos falta mimo?

Descuidamos el lenguaje pero me parece que se cumplen las reglas básicas, al menos en los informativos. Todos intentamos hacerlo con primor. O sea, no nos da igual cualquier cosa, ni a nosotros ni a ninguno de nuestros compañeros. Cada vez que alguien lee un rótulo o ve el título de un digital, sabe que el redactor que ha puesto el titular lo ha hecho por algo, todo está pensado. Es verdad que las prisas no suelen ser buenas para esto y se te puede escapar algo. Creo que en el periodismo las prisas son más enemigas de la propia información, más que de la forma. En las redes sociales se ve mucho. Uno tiene que ser el primero en publicarlo todo. Eso nos hace descuidar algunas cosas genuinas del periodismo como contrastar una noticia, corroborar, hablar con las fuentes, hacer un análisis más sosegado de la información. Yo lo cuento así: Hay que saber qué ha provocado el fuego, no sólo contar que se ha incendiado la casa, entendida como metáfora de cualquier otra situación. La prisa es peor para la propia esencia del periodismo que para el lenguaje.

La noche también tiene para ti más literatura que el día.

Muchísima. En realidad, el programa que yo hacía por la noche, ‘Hablar por hablar’, estaba muy vinculado a la soledad. Yo siempre decía y digo que la radio se oye por la mañana y se escucha por la noche. Por la mañana y durante el día tú puedes compaginarla con un montón de actividades. Pero si tú escuchas la radio por la noche probablemente estés solo, a oscuras, en la cama, o en tu lugar de trabajo, donde estás solamente tú. Está muy relacionado con la soledad. Y la literatura también. Es un acto de soledad: el que escribe y el que lee. Tú luego puedes compartir lo que has leído con alguien que lo ha leído también. Por eso es tan gratificante encontrarte con alguien que ha leído el mismo libro que tú. No suele ser común. Si vas a un concierto, vas con gente y lo comentas. Si vas al cine, también. El acto de leer es un acto en soledad, y el de escribir también. Por lo tanto sí tiene algo de nocturno, si entendemos nocturno como una metáfora de la soledad.

‘Hablar por hablar’ te cambió la vida.

Sí, sí, sí (piensa unos segundos). Me enseñó a escuchar. Eso aporta mucho, sobre todo para una periodista que acababa de comenzar su trayectoria profesional. En tercero, cuarto y quinto de carrera ya estaba trabajando en la Ser. Me dieron ‘Hablar por hablar’ con 25 años. Era una esponja, era una esponja… y probablemente hoy no lo sería. Con los años vas teniendo experiencia vital, vas haciéndote una opinión de las cosas y van aumentando tus prejuicios. Yo absorbía todo lo que los oyentes me contaban. Lo digería, lo analizaba después, a todo le sacaba una lectura positiva. La lección número uno que me dieron, difícil hoy en día, es que alguien te enseñe a escuchar. Siempre tenemos ganas de hablar, siempre pensamos en qué vamos a decir después nosotros. Me dio esa lección de oro.

¿Llegó a ser insano escuchar aquellas historias? ¿Había que ponerse coraza?

Es que yo nunca tuve coraza, fíjate. Nunca. Dirigiendo ‘Hablar por hablar’ me sentí siempre como una oyente más del programa. La misma o la poca coraza que tú tuvieras como oyente es la que yo tenía. Me emocionaba, me reía cuando alguien era gracioso, lloraba si la historia era triste… Lo único que me diferenciaba del resto de oyentes es que yo tenía que hacer preguntas. Tenían que ser preguntas que no intimidaran al oyente y que fueran capaces de llevarle al lugar al que él quería ir, no al que yo quería que fuera. Durante el tiempo en que pensaba cómo guiarle o llevarle durante la llamada podía estar un poco más distante, pero luego me afectaba igual. Recuerdo que por entonces vivía aún con mis padres, llegaba a casa y comentaba algunas llamadas con mi madre en la cocina durante el desayuno. Le contaba algunas llamadas llorando por recordar la historia. O me partía de risa. En mi casa o entre mis amigos era típico que me dijeran: «Cuéntanos alguna historia de ‘Hablar por hablar'». Me hizo disfrutar mucho.

¿Recuerdas el momento en el que decidiste ser periodista?

No, la verdad es que he sido siempre muy curiosa y muy preguntona. Desde pequeña leía mucho Mafalda y recuerdo que pensaba: ‘Me pueden hacer cualquier pregunta sobre cualquier viñeta’. Tenía yo ocho o nueve años. Me acuerdo de una viñeta en la que Mafalda le preguntaba a su padre: ‘Papá, ¿qué es el erotismo?’. Y el padre hacía ¡clonc!, y se caía. Iba a la farmacia a pedir unas pastillas para su padre y le preguntaban que por qué se había desmayado. Mafalda le preguntaba qué era el erotismo a la farmacéutica, y se caía también. Yo hice lo mismo. Fui y le pregunté a mi padre lo mismo… y él me dio una respuesta fabulosa. Me dijo: ‘Búscalo en el diccionario’. (risas). Con esto quiero decir que siempre he preguntado mucho y me han interesado las historias. Voy en el bus o en el metro y estoy mirando a la gente, imaginándome sus historias para luego contarlas. Siempre me ha acompañado esa necesidad de explicar las cosas. Pero no fue una vocación que yo tuviera muy marcada desde pequeña. Supongo que fue surgiendo.

MARA TORRES

¿La literatura es una vía de escape?

Para mí la literatura, la ficción, es la libertad. Escribir y leer son fuentes de libertad. Lo ha sido durante el tiempo como lectora, y lo sigue siendo, y también a la hora de escribir ‘La vida imaginaria’. Realmente, me sentía libre. Tenía el poder de hacer lo que quisiera con una vida que me había inventado. Eso te da unas alas difíciles de comparar a cualquier otra cosa.

¿Por qué le cantamos, le escribimos, le dedicamos tanto a la pérdida?

Me alegro de que digas la pérdida y no el amor, porque es un libro sobre la pérdida. A mí siempre me ha interesado y me ha atormentado la ausencia. ‘Hablar por hablar’ estaba vinculado a la soledad, luego escribí ‘Sin ti. Cuatro miradas desde la ausencia’, que habla sobre la muerte del ser querido. Ahora quise abordar el tema del desamor porque quería una muerte menos definitiva, que era la muerte emocional. Tienes que aprender a vivir sin esa persona y eso es un ejercicio de reconstrucción de uno mismo muy interesante.

¿La manera de entender el periodismo influye en tu literatura?

(Piensa). Me da la sensación de que no, de que son dos mundos que yo tengo completamente separados. Pero eso es una impresión. Otra cosa es que si ves los textos que escribo para el informativo puedas detectar algo de literario y si lees ‘La vida imaginaria’ veas algo de periodístico. No es un acto consciente. Un campo trabaja con la realidad y otro con la ficción. Los dos se nutren, pero son dos ámbitos bien delimitados.

¿Qué te gusta de la tele?

No veo nada. Tengo una tele plana, que me compré hace muchos años, cuando nadie tenía. Ni siquiera tenía TDT, así que tardé mogollón en comprar el aparato, y luego nunca ordené los canales: tengo el 1 en el 34, el 7 en el 27… y es un lío. Además, el otro día intenté cambiar con el mando y ya no tiene ni pilas. No veo la tele casi nunca en casa. Veo los informativos durante el tiempo que estoy en Televisión Española, que son diez horas diarias. Pero muy poco más.

¿La 2 Noticias fue pionera a la hora de ponerse a contar noticias como historias?

Sin duda. Mantiene el sello de lo que fue, que abrió camino y que ha sido seguido luego por un montón de informativos. Nadie hablaba de medio ambiente, nadie hablaba de tecnología, nadie hablaba de ciencia, nadie le hablaba al espectador con la complicidad con la que hoy se hace en todos los informativos, porque yo lo veo. Ese camino lo abrió La 2 Noticias.

¿Qué jefe te ha marcado más?

El que más me ha impactado y lo sigue haciendo es mi jefe actual, Íñigo Herráiz, un editor de 34 años, y el equipo de edición: Rafa Lobo, Ana Bielsa, Eva Vicente. Nosotros somos diez en el informativo, que es muy pequeño. Cualquier otro puede tener 50, 60, 100 personas… La 2 Noticias se hace con diez compañeros y de ellos aprendo cada día: lo que dicen, cómo lo dicen, cómo lo cuentan, su mirada crítica y poco complaciente de la actualidad. Ellos son mis referentes.

Has dicho de Iñaki Gabilondo que te impactaba la manera en la que entraba en la redacción, y su aroma.

(Risas). ¡Es que era muy temprano! Eran las cuatro de la mañana… y él olía siempre… supongo que todos olíamos igual de bien, porque todos veníamos duchados y limpios, pero a mí me llamó la atención aquello. Durante el tiempo en que estuve con él, me impactaba lo exigente que era y luego recuerdo que hacíamos reuniones después del programa y cada uno hablaba de los temas que le interesaba. Nos hacía explicarle el porqué siempre, nunca descartaba algo, siempre te daba la oportunidad de que se lo explicaras y muchas veces se dejaba convencer.

Habéis recibido el premio al mejor informativo del mundo. ¿Cómo se trabaja con eso? ¿Es difícil separarse de tanto reconocimiento?

A nosotros nos gustan los premios. De hecho, los tenemos ahí encima de la mesa, pero la importancia se la damos cada día a la forma de elaborar la información, a hacer 25 minutos que merezcan la pena a un espectador que prácticamente lo ha visto ya todo, que llega de noche a casa, que está cansado de que le cuenten la actualidad como se la han contado todos. Queremos encontrar esa peculiaridad para que le compense haber estado con nosotros a deshora, teniendo que buscarnos en la parrilla de programación… Es lo que nos mueve. Nos hace muchísima ilusión que nos premien como el informativo que más ha hecho por los derechos humanos. Pero también nos hace ilusión un premio de una asociación de vecinos de un barrio porque hemos hecho alguna pieza sobre la inmigración. Todos nos gusta pero nuestro reto es darle la vuelta a la información para que merezca la pena quedarse a ver de noche el informativo.

MARA TORRES

(Por su cercanía cómplice, su agenda diferente y sus enfoques humanos, La inercia amplió esa nómina de distinciones galardonando también a La 2 Noticias en sus Premios Comunicación Bien).

Hay una pregunta que me carcome: ¿cómo viviste la entrevista que le hicisteis a Andrés Calamaro en La 2 Noticias? La vi en directo y fue un espectáculo, también muy comentado en Internet.

(Risas). Sí, con Carlos del Amor, ¡siempre me preguntan por ella!. Lo he contado tantas veces… incluso la cuento imitando el acento argentino y lo convertí en una especie de show, aprendiéndome las cosas que dijo Calamaro en la entrevista. La verdad es que fue amabilísimo con Carlos y conmigo pero nosotros nos quedamos estupefactos. Llegó y se sentó con su mate encima de la mesa. Antes de empezar no hacía más que preguntar si estaba bien, si el chaleco le hacía gordo, si se lo quitaba o no… Estaba muy preocupado de sí mismo. Eso me llamó la atención y me inspiró mucha ternura. Con nosotros fue muy muy amable y nos dijo que le habíamos hecho una de las mejores entrevistas en España. Nos sorprendió, porque él contestó lo que le dio la gana todo el tiempo. Le daba igual lo que le preguntáramos. Contestaba lo que quería. Nos hizo pasar muy buen rato. A la mañana siguiente nos llamaban amigos que nos decían que se estaban pasando el link de la entrevista entre compañeros de trabajo. Decía (imita Mara el acento argentino): «¿Ya terminó? ¿Se acabó?». O cuando dijo: «Es que los españoles no hicieron bien los deberes porque mi disco tenía que ser uno de los más vendidos. Algo hicieron mal ellos. Yo hice mis deberes». Me gustó Calamaro.

Para acabar, ¿nos puedes recomendar tres canciones?.

‘Dulce introducción al caos’, de Extremoduro. Es la apertura del disco ‘La ley innata’. La he escuchado durante horas. Me la puedo poner en bucle. También me gusta una de Fangoria: ‘No quiero más dramas en mi vida’. Y luego, una que va a sorprender, ‘Procuro olvidarte’, una canción de toda la vida que acaba de versionar María Dolores Pradera. Tiene una letra muy bonita que me recuerda un poco a la historia de Fortunata Fortuna. Va de la dificultad que hay muchas veces para olvidar. Intentas hacer un montón de actividades durante el día sólo para llegar a casa cansado y meterte por la noche en la cama para no pensar. Y aun así, piensas.

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