La historia de Justo Molinero (Villanueva de Córdoba, 1959) la escribieron también nuestros padres, emigrantes andaluces hacia tierras con más oportunidades. Le robamos un ratito después de que acabe su programa desde la emisora de Tarragona. Es afable, reivindicativo y agradecido. El chaval que llegó a Santa Coloma huyendo del hambre es hoy fundador y presidente del Grupo Teletaxi, un emporio de radios y televisiones. Hablamos de comunicación, orígenes, música, pesimismo, crisis y política.

¿Te sientes más catalán que andaluz, más andaluz que catalán, al 50%…?

Es difícil… Me siento andaluz, me siento catalán… Me siento catalán andaluz y andaluz catalán. Ya llevo aquí más de la mitad de mi vida, pero es muy complicado que uno pueda borrar sus primeras vivencias, sus amigos, la niñez. Me siento un catalán más. Estoy muy bien aquí.

En Andalucía eres el catalán. Aquí eres en andaluz.

Así es. Tampoco me ofende. Sé lo que soy y sé lo que siento. Me gustaría que muchos catalanes fueran capaces de ver las cosas desde los dos ángulos, desde los dos sitios. En eso me siento en superioridad a ellos. Sé lo que se siente desde aquí de Andalucía y cómo se ve Catalunya desde allí. En eso estoy en mejores condiciones, mejor situado.

A estas alturas, ¿aún hay conflictos? ¿Nos lastra todavía esa estrechez de miras?

No son conflictos… Hay cosas que sólo se aprenden yendo a la escuela y a la universidad. Otras sólo se aprenden estando en la calle y saliendo fuera. A veces no somos como somos sino como la gente nos ve. Y para ver cómo se ve la cosa desde fuera tienes que salir. También pasaría si fuera gallego… Dicho eso, no hay ningún conflicto entre el Justo Molinero andaluz y el catalán. A lo largo de mis 45 años aquí, la gente que me ha seguido sabe cómo soy y cómo pienso. Me acuesto y me levanto sin pensar que eso es un conflicto… porque no lo es.

¿Quedan recelos, prejuicios?

Eso está superado, borrado y olvidado. Ahora se empieza a hablar de la independencia de Catalunya con más fuerza que nunca. La independencia deberá hablar en castellano también, o no será posible. O tiramos y empujamos todos para salir de la situación en la que estamos o no vamos a salir. El que crea que cada uno tiene su capillita… i ‘jo sóc el català’… nada de eso… El català necessita a l’altre i l’altre necessita al català. Vamos a llevarnos bien y a empujar todos. Que la lengua en la que tú te expreses no sea el inconveniente. El problema serían los sentimientos. Nadie está aquí retenido y nadie ha venido obligado. Si estoy en Catalunya es porque aquí estoy bien. Si no, me iría a otro sitio, o sería el tonto del pueblo.

Justo, con un Premio de la Música, por la difusión

¿Catalunya debe ser independiente?

A ver… (piensa). No lo sé, porque ni me lo planteo. Sí creo que Catalunya debe tener la posibilidad de decidir si quiere o no serlo. Catalunya y cualquier otro. Tiene derecho a decidir hacia dónde quiere caminar. Si el conjunto de catalanes deciden que es lo que quieren, es imposible que la mayoría se equivoque.

¿Por qué emigraste a Catalunya?

Porque no podía vivir en mi pueblo. Vine a buscarme a la vida. No vine a invertir sino  a trabajar, vine huyendo del hambre. Éramos una familia, con cuatro hermanos. Yo iba a cumplir 18 años y no veía ningún tipo de futuro. Deseaba encontrar una tierra que, a cambio de mi trabajo, me diera la posibilidad de desarrollarme como persona. Aquí ya vivía un hermano de mi padre. Esta tierra me acogió perfectamente. Le estoy muy agradecido.

¿Recuerdas tu primer día en Catalunya?

Sí. Llegamos a Santa Coloma de Gramanet. Fue curioso. Mi oficio era mecánico. Vinimos con un autocar que, por Valencia, se averió. Lo arreglamos entre yo y mis hermanos, que también eran mecánicos. Pero quedaron unas cosas por arreglar y las dejamos para cuando llegamos a Santa Coloma y descargamos. Al del autocar le cobramos lo mismo que nos había costado el transporte. Ya llegamos a Catalunya trabajando y cobrando el primer día. Me acuerdo de llegar ala Ramblade Sant Sebastià, una calle muy importante de Santa Coloma que estaba abierta porque estaban haciendo los colectores para los desagües. Enfrente de nuestro piso había una empresa de confección. Por la mañana, muy temprano, se oía mucho alboroto: había 400 personas empezando a entrar antes de las seis de la mañana. Estaba la gente haciendo cola para ir a trabajar. Entendí que no había otra salida que currar, currar y currar. No regalan nada. A veces habíamos tenido esa sensación, de la gente que se iba a Francia o a Suiza, y venían con un Citroën tiburón enorme al poco tiempo… Luego veías cuál era el horario que tenían que hacer… y te dabas cuenta de que tampoco allí ataban los perros con longaniza…

¿De qué trabajaste?

Entré de mecánico. Llegamos en 1967. Era un año muy duro. Los bancos habían cerrado los créditos. Había poco trabajo. Recuerdo que fuimos desde Santa Coloma andando hasta L’Hospitalet, como 10 ó 12 veces, buscando trabajo, preguntando, calle a calle, taller por taller…. No había manera… Desistimos, hasta que me avisaron de un taller y empecé. Luego hice las pruebas para entrar en la Renault y trabajé ahí hasta que me fui al servicio militar. Conocí a un compañero cuyo padre era taxista. Me ilusioné y me encariñé. Me compré un taxi y empecé a trabajar. Se iban a celebrar los Mundiales de fútbol de 1982. Era un gran acontecimiento y Barcelona se preparaba para ello.

Justo, en el estudio, realizando su programa desde Tarragona

Había una oportunidad de negocio.

Pensé que si iba a venir tanta gente, en los taxis se iban a perder muchas cosas… ¿por qué no montar una emisora de radio especializada en dar información a los taxistas? Se podría llamar a la emisora y localizar un taxi en el caso de que alguien lo necesitara… Por supuesto, en esa época no había móviles… Fui a hablar con Narcís Serra, el presidente del Área Metropolitana y a su vez alcalde de Barcelona. Le propuse que la radio se pudiera escuchar en todos los autobuses y en el metro. Le pareció fenomenal pero me dijo que no dependía de él que yo tuviera una concesión de radio. Dependía de Madrid. Salí decepcionado. Tiré por el camino del medio y monté la radio en plan pirata. Y funcionó, fue un éxito. La emisora fue cogiendo auge y así estuvimos hasta el 29 de diciembre de 1986. Por orden del gobierno, nos cerraron, por no tener concesión. Las ilusiones, al traste.

¿Qué pasó luego?

Estuve un año parado. Hice las pruebas de acceso a la universidad. Luego me llamaron para ir a trabajar a Radio Miramar. Fui pero puse la condición de llevarme a parte de mi equipo. Después me ofrecieron comprar el 50% de la emisora y lo compré. En el año 91 salieron a concurso nuevas concesiones. Me presenté ya con RadioTeletaxi y me la dieron. Y así hasta hoy, poco a poco.

¿Recuerdas la primera vez que entraste en un estudio de radio?

Había entrado pero no para trabajar sino para ver a gente como mi amigo Andrés Caparrós, que hacía programas donde hablaba de los taxistas. Había conocido a Luis Del Olmo en unos programas que hacía por la tarde en Radio Peninsular, ahora Radio 5. Luego estuve en ‘De costa a costa’, el programa que hacían en RNE. Sí que me gustaba la radio pero yo no monté la emisora para ser locutor. Yo tenía a varios presentadores. Tenía un compañero taxista, Jacinto, al que le debo mucho, porque si no hubiera sido por él no hubiera empezado. Era locutor y eso le hizo coger fama y empezó a ligotear, hasta que la mujer le dijo: ‘La radio o el taxi’. Y dejó la radio, que por entonces era totalmente altruista. Entonces me puse yo y empecé a poner la música que yo tenía en casa o en el taxi.

¿Cuál fue la primera canción que pinchaste?

No lo sé… Supongo que debió ser algo de Jarcha, de Juanito Valderrama, de Juanito Maravilla… de Pepe Marchena… eran discos que yo tenía… También Los Chichos, flamenco, rumba…

¿Llegaste a intuir alguna vez que esto se iba a hacer tan grande?

No, no, en ningún momento. Desde el año 81 hasta el 86 viví cada día con el temor de que me cerraran la emisora. Eso no se lo deseo a nadie. Cogí a gente para trabajar, porque llega un momento en el que me planteo dedicarme a ello. Decido vender el taxi y la licencia para comprar una emisora más grande, unos locales decentes… para empezar a buscar publicidad. Compré un estudio al lado de donde estamos ahora. La gente empezó a cobrar. Nos ganábamos un dinerito pero siempre con el fantasma del cierre al acecho. Nos llegamos a creer que no nos pasaría, pero sí, llegó la hora de cerrar.

Había un público ahí esperando, demandando esa oferta.

Existía un segmento importante de población que pedía esa música. Algunas emisoras lo intentaron pero no tuvieron suerte. Luego en la primera oleada del EGM salimos ya con 178.000 oyentes. Aquella gente nos estaba esperando.

¿Te sientes un poco el padrino de ciertos artistas, de gente que llevaba toda la vida cantando pero que sin tu altavoz no hubieran salido del anonimato?

Es posible. Había gente que no tenía la posibilidad de sonar en según qué radios. En esa época empezaban a aparecer ya las tertulias, con esa gente que parece saberlo todo. Las radios comienzan a especializarse. Estábamos con el rollo ese de ser europeos, todo el día con Europa… Salieron las radiofórmulas, a poner música en inglés. Se estaba olvidando lo nuestro, como menospreciando lo de casa. Y a nosotros era lo que nos gustaba, lo que nos hacía ilusión. Empezaron a aflorar artistas que a lo mejor llevaban mucho tiempo y no habían sido nada. Hicimos un buen trabajo.

Es una emisora festiva, animosa.

La radio se justifica llevando alegría e ilusión a la gente. No podemos estar cada día incidiendo en lo mismo, diciendo todo el día que el suelo está mojado. Vale, sí, está mojado. Ya lo sabemos, pero vamos a patinar. Sí, nos podemos romper la pierna. Pero si te caes, te puedes romper las dos… Hay otra vida más allá de eso.

El tarot ha sido una parte importante de la programación. ¿Habéis recibido algún tipo de críticas o de reprimendas por ello?

Ya no hacemos tarot de día, desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche, que es el horario protegido. La ley del audiovisual se puso en el tema… El mundo mundial está necesitado de que haya alguien que escuche. La gente de los tarots ha venido a hacer un trabajo importante de psicólogos que, por lo que sea, no se ve bien. Pero, en cambio, sí se está permitiendo que nos lleguen señales de fuera de Barcelona que sí lo hacen. No lo entiendo. En la televisión hay cosas que no podemos hacer, como tarot, pero en cambio sí se permite que sea normal que alguien se cague en el padre de no sé quién y eso lo puede ver un niño. ¿Tenemos lo que nos merecemos? Seguramente. Tenemos un Consell de l’Audiovisual que tiene competencias para joderme a mí pero no para joderte a ti aquí. Si aquí eso no se puede hacer, es que no se puede hacer, me lo diga quien me lo diga. A mí me lo dice el Consell porque estoy aquí y a ti, que emites aquí pero estás fuera, te lo permiten. ¿De qué nos quejamos? Pues la empresa de aquí se pone por debajo de las Terres de l’Ebre y así ya no le meten mano. Es algo perverso. No puede ser que me afecten las leyes de allí y las de aquí. Y, en cambio, uno viene aquí, me hace la competencia a mí ¿y tú le dejas?. ¿Él sí puede y yo no?

¿Echas en falta aquellas fiestas multitudinarias que organizó el Grupo Teletaxi en varias ciudades catalanas? (en Tarragona, en sitios como la plaza de toros o el Parc de la Ciutat).

Claro. Vivimos una época muy bonita y la recordamos con añoranza y cariño. Luego vinieron otros tiempos y no se pudieron hacer. Parece ser que a algunos vecinos de Santa Coloma no les gustaba demasiado, era mucha la gente que venía… Creo que aquellas fiestas hay que volverlas a retomar, que venga la gente a pasar el día, con la familia, con su merienda, con sus bocadillos, y esos artistas de primera línea. Nos lo tendremos que plantear. Aún tienen cabida esas fiestas.

Eran reuniones bestiales, por el número de espectadores, además de maratonianas. ¿Te reconoces un gran poder de convocatoria?

La gente no venía porque yo les dijera que vinieran. Venían porque yo les decía que iban a participar de una fiesta grande. He tocado siempre con los pies en el suelo. No es ‘si tú me dices ven, lo dejo todo’. Venían porque traíamos, por ejemplo, a El Barrio. La primera vez que vino aquí fue con nosotros, y ahora llena pabellones en Reus. Eran artistas que gracias a empujones así salieron adelante, como Ecos del Rocío, Manuel Orta… No venían por mí, ¡aunque soy guapo (risas)!, venían por la fiesta.

¿Te paran por la calle y te piden que recuperes aquello?

Sí, la gente vive con esa esperanza. Eran otros tiempos. Teníamos ilusiones que hoy no tenemos. Hoy lo vemos todo mal y no hay nadie que mire para adelante, diciendo ‘podemos’. Vivimos en un momento en el que reina el desánimo. Yo he vivido otros tiempos, fatales, sin teléfono, sin motos, sin coches… pero teníamos ganas. Cuando llegamos aquí, no teníamos nada pero sí unas ganas enormes de tirar adelante. Ahora veo esas ganas perdidas, ahora es tumbarse en el parque y fumarse cuatro porros. Se ha perdido el convencimiento de que si tú quieres, puedes. Nadie regala nada. El hambre es jodida y hay que luchar.

Manuel Orta, en una abarrotadísima plaza de toros de Tarragona

Te veo algo pesimista. ¿Tan mal estamos?

Un día, en una entrevista Jordi Pujol me decía que esta era una crisis desde la abundancia, y un poco tenía razón. Si tenemos que renunciar a ciertas cosas, pues sí, entonces sí estamos en crisis. ¿Pero y cuando no teníamos nada, y mucha ilusión para salir? Antes el que cobraba mil euros era un desgraciado; ahora, bienaventurado el mileurista. Ahora es: ‘¿Cuánto me va a pagar?’. Antes era: ‘Empléeme y me pagará lo que me merezca’. Encuentro mucho desánimo y desgana en toda la sociedad, también empezando por los políticos, que no nos dan mensajes de confianza. Europa dice… A mí no me tiene que venir ninguna agencia de calificación a decir que mi país estaba anteayer peor que hoy y que las primas de riesgo estaban a 333 y hoy a 390. ¿No son capaces los políticos españoles y los europeos de hacer una agencia de calificación de riesgo oficial? No, mientras que estemos en manos de los trapicheos. Tú mañana tienes que poner en marcha deuda pública porque necesitas dinero, pues yo hoy subo el crédito y tú pagas un mayor interés. El señor que tiene el dinero me lo deja a 2, yo te lo vendo a ti a 5, gano 3 y reparto el coeficiente. ¡La pura especulación! Eso existe. ¿Alguien se lo dice a la Merkel o a Sarkozy que esto está pasando? Yo le preguntaría a la gente: ¿Está usted hoy peor que ayer?. Pues te has levantado con lo mismo que ayer, pero la prima de riesgo está más alta. No lo entiendo. Hay una gente, que son negociantes, que están tratando con tu dinero y estamos cayendo en esa trampa. ¿Que Europa nos exige mayores recortes? Perdone, primero vamos a ver si somos capaces de asumir los que ya tenemos. No creo que sea la reforma laboral la que vaya a solucionar el problema del paro a corto plazo… ni creo que sacar una amnistía fiscal… me da vergüenza ver cómo la señora que friega en un banco paga más a Hacienda que el presidente del banco. Llegará un momento en el que esa señora pedirá que la factura se la hagan en negro. Nos hemos bebido el entendimiento. ¿Ese partido decía que lo primero que haría al llegar al poder sería una amnistía fiscal? Yo no se lo escuché. ¿Se tienen que sentir engañados los que votaron a ese partido? Yo creo que sí. En Andalucía el Partido Popular ha perdido 400.000 votos porque la gente, con una sabieza enorme, está viendo que hace lo contrario de lo que dijo. Y no hablo ni desde un partido ni desde el otro… Se presentan con un programa para que les votes y una vez les has votado, hacen lo que les da la gana.

A ti se te han acercado muchos políticos. ¿Crees que ha sido por interés?

No, primero porque a la mayoría les he llamado yo para que vinieran. Tengo buena relación con todos ellos, sean del partido que sean. La mayoría de políticos son buena gente. Es loable el trabajo que hacen algunos. Qué culpa tiene la gente de que algunos quieran coger el oficio de político cuando tendrían que ser piloneros.

¿Te marca de alguna manera ser afiliado de Convergència? ¿Te mediatiza?

No. Estoy afiliado a Convergència porque me considero que como soy bien nacido, me siento agradecido. Estoy agradecido. En mi cabeza no cabe que una persona que, al nacer, vio el mismo sol que yo, y que se llama Felipe González, me cierre a mí la emisora. Y esto lo he hablado con él, cuando vino un día a la radio. Se sintió orgulloso y me dijo: ‘¡Qué emisora! ¡Y un andaluz!’. Y yo le respondí: ‘¡Tú me la cerraste!’. Y fíjate por donde vino un catalán a echarme una mano. Pero no me regaló nada. Me presenté a un concurso, gané en la posición que fuera y me dieron la licencia, pero por lo menos no me hicieron como él, que me mandó la emisora a tomar por culo. Es verdad que yo no tenía licencia para emitir pero no es menos verdad que no la tenía porque no me la quisieron facilitar. Vinieron los otros, y para adelante. Hay que saber ser agradecido. Pero no me ha condicionado en nada. He dicho lo que tenía que decir en cada momento y en el sitio en el que lo tenía que decir, sea de Convergència, de Unió, comunista…

¿Qué le falta a Catalunya?

No le falta nada. Al catalán le falta confianza. Se lo tiene que creer. Es un ploramiques y le gusta, ya le va bien. Llega un momento en el que tienes que hacer ruido para que te oigan, y si no haces ruido, no te oyen, y si no te oyen, estás sólo para pagar, para pagar… y encima de pagar, eres el insolidario y el pesetero. Se habla mucho y se hace poco. Catalunya necesita que su gente crea en sí misma. Si somos capaces, seguramente saldremos de ésta. Catalunya lo tiene todo: un clima enorme, un paisaje fenómeno, una gente seria y trabajadora, ciudades modernas, infraestructuras que están, entre comillas, bastante bien…

¿Qué le falta a Andalucía?

Falta que las cosas vayan poco mejor para que la gente pueda ir a vivir allí… Tenemos ciudades bonitas, sin contaminar, que no son capaces de venderse. Se falla un poco en la promoción de Andalucía. Al andaluz le pasa un poco lo mismo que al catalán: tienen que creerse que ellos pueden. Están un poco anclados en el pasado. Tienen infraestructuras muy buenas, unos paisajes enormes, una tierra virgen… Soy una persona enamorada de Andalucía, no por andaluz, sino porque me enamora todo, desde sus campos hasta la gente.

¿Qué opinas de la imagen que algunos catalanes pueden tener de los andaluces?

Exabruptos echados por el señor Duran i Lleida llegan a Andalucía y automáticamente generan un odio hacia nosotros. Cuando allí hay un andaluz o un extremeño y dice un exabrupto sobre los catalanes, pues aquí pasa lo mismo. Pero ni todos los catalanes piensan así, ni todos los andaluces son como algunos los pintan. Hay muchísimos andaluces en Catalunya que son embajadores de su tierra. Cuando están aquí hablan de su tierra y de su gente y cuando se van allá le hablan a su familia de cómo es Catalunya. Es ese problema interno de los políticos, incapaces de solventar el problema real. Es por lo pobres y miserables que son los políticos, que no pueden arreglar los verdaderos problemas y le echan la culpa a los ciudadanos y eso hace que nos encaremos.

Cambiando un poco de tercio, hay que decir que, por tu visibilidad y tu presencia mediática, te has convertido incluso en un personaje. ¿Cómo llevas las imitaciones?

A veces gustan más y a veces menos pero te hacen sentir que estás vivo. Están hechas con mucho cariño. Unos tienen que vivir para que el otro, el que va por detrás, pueda vivir también. Pues ya está. Todos vivimos.

¿Qué entrevistado te ha impactado más?

Los he tenido de todos los gustos y condiciones. Hace unos días entrevisté a Salvador Giné, presidente del círculo de las letras catalanas, la máxima institución, además de sociólogo muy importante. Dibujaba un horizonte negro y hablaba de problemas que tendremos en el futuro, de que destruimos el medio ambiente a mayor ritmo del que lo vamos construyendo… es como si tuviéramos una fecha de caducidad puesta en la cabeza. Me decía que nos lo estamos cargando todo y que no va a quedar aire para respirar. Cuando entrevistas a una persona así, a un sabio, y te dice que nos queda para aguantar varios años así…

Molinero y los políticos. En la imagen, con José Montilla, entonces presidente de la Generalitat

Pero habrá que ser optimistas, a pesar de la que cae.

Tiene que quedar alguna posibilidad. Me parece muy bien que si no hay para médicos, les digan que tengan que trabajar más horas. Pero si yo me pongo malo, necesito que haya un médico y no puedo ver a un médico con ojeras porque lleva trabajando 14 horas. Pero me molesta enormemente poner cualquier televisión autonómica y ver que tiene 2, 3, 4, 5 ó 6 canales. Vamos a ver: ¿hay aquí un orden de prioridades o no? Me parece que estamos gastándonos el dinero donde no es necesario. Deberían saber que la educación y la sanidad son intocables y es a lo primero a lo que le meten mano. Esto no es cuestionable. Nos estamos jugando el ser o no ser. ¿A mí qué me importa ver el TV3 por el Canal 33, por el HD3, por el Club Súper 3 o por el Esport3? Somos un país pequeño. Es una auténtica barbaridad. Y si me voy más para allá, pues la tomo con Valencia, con Baleares, con Murcia, con Madrid, con Andalucía, con Galicia, País Vasco… Y no tienen un canal, sino varios. Estamos tirando el dinero. Consells Comarcals, Diputaciones, delegaciones del gobierno… ¡En Barcelona tenemos la delegación del Govern de la Generalitat! Nos estamos pasando de frenada. Tenemos cargos doblados que no son más que sitios y lugares donde ir colocando a los amigos. No puede ser que los mismos estén siempre en los mismos sitios, los mismos chorizos en los mismos cargos. ¿No están un poco en entredicho las diputaciones, entendiendo la función que hacen… pero tiene que ser así? Si la gente supiera la cantidad de empleados que tienen las diputaciones, alucinarían vivos, y los que han entrado ahí sin nada, por ser amigos de.

¿No confías en la clase política?

Actualmente, no. Es que no hacen nada para que les tengamos que tener confianza. En campaña electoral todos tienen la solución, pero una vez llegan al poder se les olvida. Ahora escuchas a los socialistas y piensas: ¿Esta gente ha estado gobernando? Lo que tenemos lo han dejado ellos. ¿No se les cae la cara de vergüenza? Es el juego de ‘tú has robado’ y ‘sí, pero tú más’.

¿Cuál es el artista que más te ha marcado?

Por ejemplo, el Barrio es un artista que se lo ha currado mucho. También Joaquín Sabina, desde sus comienzos, ha estado muy cerca de nosotros. Por supuesto, Joan Manel Serrat, Ecos del Rocío… También ha sido un referente Isabel Pantoja, a pesar de los pesares. Es una mujer que trabaja, una artista como la copa de un pino y que da todo lo que tiene. La he visto con una gripe enorme y cantar hasta la última canción… y no sólo copla, sino también flamenco. Y podía haber suspendido el concierto perfectamente.

¿Qué escuchas en casa?

Tengo mucha música, y también en el iPhone, pero no hay gran diferencia con la que pongo en la radio. Es música con la que me identifico perfectamente, con un mensaje. Paso olímpicamente de esas músicas que se venden mucho pero que no llegan a ningún sitio.

Para acabar, recomiéndanos tres canciones.

Pondría una de Ecos del Rocío que se llama ‘Himno para un luchador’. Trata de un hombre que se cayó muchas veces pero que siempre se levantó. Es una canción preciosa. Quizás me quedaría con una canción antigua que se llama ‘En un mundo nuevo’. La cantaba Carina. Nos haría falta tener un mundo nuevo en el que sepamos valorar mejor las cosas. La última sería una del Barrio, que dice “yo me voy pa’l mundo, no sé lo que pasará”. Es un poco lo que tenemos que hacer todos. Tenemos que salir de ese acojonamiento general en el que nos han metido… esa gente que coge su maleta y se va por ahí, a otros países, a Alemania… y se está yendo gente que sabe. Hemos pasado de exportar lo que no servía para nada, a exportar mano de obra cualificada. También es verdad que eso algún día lo pagaremos.

raúl

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