La lucidez es una virtud cara de ver,  más aún en la música. Cuando se da, suele ir acompañada de un sanísimo sentido de la autoparodia y la ironía. La de William Shatner es una carrera tardíamente lúcida: sobrevivir a base de convenciones decadentes, ser reverenciado por niños de cuarenta años, convertirse en icono camp, empeñarse en defender un absurdo proyecto musical… todo eso ha hecho del viejo capitán Kirk de Star Trek un tipo de lo más cachondo. Y, tras mucho empeño, un ¿músico? a tener en cuenta.

· ¿Quién es? William Shatner

· ¿Qué hace? Fue el capitán Kirk de ‘Star Trek’, insiste en la música hablada

· ¿Por qué mola? Por entender la sana autoparodia y acertar a base de tanto insistir

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Eran los años 60, la década camp por excelencia, la del Batman de Adam West, los hippies y la psicodelia para las masas. Richard Nixon era presidente de los EE.UU. de América. Aún no habían matado a John Lennon. El fenómeno Star Trek acababa de hacer eclosión y algunos de sus protagonistas intentaban expandir fronteras; así, Leonard Nimoy (Mr. Spock) se cascaba una chorrada del tamaño de «The Ballad of Bilbo Baggins» sin parpadear. El bueno de Shat, por su parte, fue mucho más ambicioso.

«The Transformed Man» aparece en 1968 con una propuesta estrambótica hasta decir basta. Shatner, en pleno éxtasis beatnik, casa a trompicones fragmentos de literatura clásica con canciones pop del momento. Así, tal cual. Shakespeare, The Beatles, Rostand, Dylan. La cosa aún podría funcionar, pero no: el actor se obceca en recitar (en ningún momento pretende ser cantante) en un spoken word forzadísimo, afectado e involuntariamente cómico. Y los arreglos, virgen santa, los arreglos. El disco es un éxito, pero no como Shatner deseaba: aparece en listas de los peores álbumes de la historia, en recopilatorios de celebridades rebajándose, se convierte en un chiste recurrente que aún hoy perdura.

Pero si una cosa no le falta a nuestro amigo Bill es tenacidad. Se escuda en un halo de incomprensión y no ceja en la defensa de su «estilo» personal, aunque a nadie más le guste. Y luego llegan las convenciones de trekkies. La menospreciada película «Galaxy Quest» (aquí «Héroes fuera de órbita», dios) esboza un acertado relato de lo que debe de suponer ser un ex-Trek: convenciones, supervivencia, estoicismo y más convenciones: ahí se debió forjar la peculiar introspección iniciática de Shatner. Sigue adelante, como puede, con su persona espacial, mientras los años le convierten en un preparabarbacoas sonrosado y bonachón. Y el tiempo, que no cura nada pero al menos da perspectiva, le acaba haciendo entrar en razón. Y deja de tomarse en serio a sí mismo.

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¡A por ellos, Bill!

Como recompensa a sus infames logros y a su sabiduría forjada a fuego llega un día su amigo Ben Folds y le produce y arregla un disco autoconsciente desde su mismo título, «Has Been» («vieja gloria»). Un album que, para sorpresa de todos (diría que hasta del mismo Shatner), no sólo no es ridículo: es asombrosamente cautivador.

«Has Been» es una excepción dentro de la trayectoria de su protagonista, del panorama musical y de sabe dios qué otras cosas más. Sin abandonar su amado spoken word, pero con una mano firme guiándole, Shatner se muestra arrollador en lo sonoro y en lo textual. Esta vieja gloria consciente del papel que le ha tocado en el reparto se destapa: sombrío, gruñón, resignado, tierno, débil y, sobretodo, ácido, muy ácido. «Has Been» es el trabajo de un cómico experto, esta vez sí, voluntariamente, que acaba emocionando más que levantando sonrisas.

Comienza el asunto con una redonda versión del «Common People» de Pulp, tema ya de por sí redondo. Shatner no sólo capta a la perfección el desprecio y el cinismo que requiere la pieza: diría que incluso supera a los de Cocker. Su forma de recitar (acompañada vocalmente por Joe Jackson, unos arreglos guitarreros sincronizadísimos y unos coros en su justo lugar) es cruda, distanciada y epifánica. La pomposidad de su «estilo» cobra sentido. Quizá este sea el único defecto del conjunto: arranca tan fuerte que en ningún corte vuelve a impresionar de la misma manera. La única queja de un CD completísimo.

Shatner recita en solitario pasajes de puro terror gótico («What Have You Done»), reflexiona sobre su figura («It Hasn’t Happened Yet» o la emotiva «Real»), se pone elegante para anunciarnos, sardónicamente, que todos vamos a morir («You’ll Have Time», en la que unas coristas repiten «you’re gonna die» alegremente mientras Shat repasa nombres de celebridades defenestradas) y suelta toda la bilis en un dúo de cascarrabias con Henry Rollins («I Can’t Get Behind That») que por momentos alcanza cotas de monólogo de George Carlin.

«Has Been» es la obra de un perro viejo que a base de ser una estrella de tercera ha alcanzado la gloria. Directo, sincero, sin resentimientos y, ante todo, entrañable, Shatner consigue al fin lo que lleva intentando desde hace más de cuarenta años. A veces hay que pasar por abortos antes de ser padre.

Shat, viejo cabrón, te diría lo que te dicen todos, «larga vida y prosperidad», pero a ti no te hace falta. Porque sabes que todos nos morimos, pero tú lo harás justo en el sitio en el que querías estar: en el pequeño solar de poesía de este chiste que es la vida. Y recitando.

V the Wanderer