Depeche Mode entrega su nuevo álbum de estudio, Spirit, centrado en el auge de los populismos

Con cada nuevo disco de Depeche Mode pasa lo mismo. Tarde o temprano, en los medios aparece el crítico especializado de turno que lo señala como “el mejor de la banda desde los tiempos de Violator y Songs of faith and devotion, editados en 1990 y 1993, respectivamente. El último trabajo de la banda no ha sido una excepción. Spirit ha sido descrito por algunos como una “obra maestra”, aunque curiosamente ha sido atacado con dureza por los fans más integristas, que echan de menos la figura del teclista Alan Wilder.

Supervivientes de sí mismos

Sea como fuere, lo nuevo de Depeche Mode no es imprescindible ni tampoco un completo desastre. Desde Exciter, disco de 2001, el trío formado por Gahan, Gore y Fletcher no falta a su cita y entrega nueva música de estudio puntualmente. Los excesos del grupo, con intentos de suicidio incluidos, quedan muy atrás, casi como una anécdota más de la época más rock n’ roll de la formación. Francamente, el debate es estéril. Da igual si un nuevo álbum es o no excelente. De hecho, el conjunto puede presumir de no haber firmado nunca un disco mediocre.

A estas alturas de la película, en consecuencia, hay que celebrar que Depeche Mode siga en activo y que nunca se haya acomodado. Incluso su irregular Sounds of the universe, de 2009, contenía momentos brillantes. No fue un disco fácil, pues es cierto que no contenía ningún tema digno de su pasado, pero a pesar de ello fue un paso adelante en la experimentación musical del grupo. Puede que por eso se haya recuperado la canción que lo cerraba, Corrupt, y se toque en directo en los showcase de la banda para presentar Spirit. De hecho, el primer single de aquel trabajo, Wrong, ni siquiera tenía estribillo. Gustarán más o menos, pero los ingleses siempre han sido valientes.

(…) “hay que celebrar que Depeche Mode siga en activo y que nunca se haya acomodado”

Es imposible no sonar a uno mismo con el paso de los años”, señaló en una entrevista el principal compositor del grupo, Martin L. Gore. Quizás es una excusa creativa o quizás la evidencia de un estilo propio, pero hay que admitir que Playing the angel, de 2005, o Delta Machine, de 2013, eran álbumes pretendidamente oscuros que a pesar de ser notables no apuntaban nada original. Sigo pensando, sin embargo, que un disco normal de Depeche Mode es infinitamente más estimulante que el 90% de las novedades musicales que copan las listas de éxitos. En realidad, el grupo hizo los deberes hace tiempo y hace lo que le da la gana, independientemente de las (todavía importantes) ventas de sus trabajos. El gran éxito del trío, es más, es el simple hecho de haber sobrevivido a sí mismo.

Un dibujo triste y amargo de nuestra era

¿Cómo es Spirit? En conjunto, un buen disco. Sigue habiendo espacio para la épica de estadio con la que sedujeron al público yanqui con Music for the masses en 1987. La sexualidad, auténtica religión del grupo, sigue teniendo cierto protagonismo. En ese sentido hay que destacar You move, composición a cuatro manos entre Gahan y Gore, los dos gallos del gallinero. Sucia y directa, es una de las sorpresas del álbum. El primer sencillo, Where’s the revolution, se ha descrito en según qué esferas como “la canción más política en la historia de Depeche Mode”. Falso. Solamente hay que recordar la fase más socialmente comprometida de Gore, que dio como resultado Construction time again, en 1983.

El auge de los populismos con Trump a la cabeza es el contexto social y político de Spirit. Scum, Going Backwards (uno de las mejores canciones del disco) o Poorman hablan, precisamente, de los conflictos que sacuden nuestro adormilado mundo. Se han criticado las letras por simples y pueriles, lejos de la complejidad de Some great reward y Black celebration, trabajos de 1984 y 1986. Sin embargo, Gore sigue atinado a la hora de reflejar su mensaje y vestirlo con las atmosferas musicales adecuadas. Spirit es sombrío, hipnótico e incluso gélido en determinados instantes. No es un trabajo clave para entender la aportación del grupo al tecno, puede, pero sirve como dibujo triste y amargo de nuestra era.

Lo mejor: Going backwards, Cover, So much love.

Lo peor: Los temas interpretados por Gore, Eternal y Fail.