Este año los sindicatos han cambiado la manifestación por un encuentro de (dos) cantautores. Puede sonar la cosa a cumbayá, a hiperrealismo de la canción protesta, amenazando parodia. Así fue. Cubrí los actos del 1 de mayo, una fiesta que corre el peligro de volverse vacía, instrumental, poco más que decorativa. Fueron los discursos de siempre, en su gradación de radicalidades, infectados de lugares comunes y populismo: una vistosa nota de color en mitad de la ciudad, en una mañana luminosa, y ya (y este pensamiento crítico es en sí mismo una transitada convención).

Al final se azota a todo: al trasvase del Ebro, a la reforma laboral, al derrumbe de Bangladesh, a la Troika, a la ley del aborto, al empresario cabrón que come niños; parlamentos que, al menos en la forma, suenan anacrónicos, desfasados. Dardos generalizados que diluyen y hacen perder la fuerza. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca ejerce de lección, acaso de verdadero ejemplo de movilización popular frente al enquilosamiento de las fuerzas sindicales, por otra parte divididas: hay recital de las siglas grandes por la mañana y manifestación por la tarde de los movimientos más minoritarios.

mani tgn4.jpg

Pero vayamos a la música, al festival, cuya previa por megafonía deja que desear en cuanto a pulsión antisistema y se amolda más a un espléndido día de sol imbatible: temas de Rosana. Ante tal lingotazo de blancura y autoayuda, urge ración de canción protesta y ahí viene la cantautora Montserrat Castellà, que borda ‘No dudaría’, de Antonio Flores. Todo es cuestión de predisposición, así que por un momento llega Rambla Nova abajo la brisilla de la libertad, y hay hasta turistas que se paran para ver el directo. Termina con una versión de ‘Palabras para Julia’, de Paco Ibáñez, otra leyenda de la lucha. El espectáculo, siquiera en estética y folclore, está a la altura.

El magma va de camisetas del Che a otras con el mensaje ‘Working class heroes’. Tengo que hacer preguntas a los presentes para la crónica y es fácil encender la mecha y fomentar la autocrítica en varios frentes. Muchos me anuncian que aquí hay más trabajadores que parados, y que esos desempleados estarán llenando las playas a esas horas. En esas, coge el relevo el cantautor José Hernando, con una canción en la que recupera la figura de George Orwell en Catalunya («Cuando la gente aún creía en la revolución», rememoraba la letra). Después, para desengrasar la batalla, viene ‘Boig per tu’, de Sau, y un tema sobre el alzheimer, antes de encarar el punto álgido.

mani10.jpg

La adaptación de ‘Resistiré’, de El Dúo Dinámico, emerge con la fuerza de un bis. En este contexto, el hit de tan inofensivo grupo adquiere una mágica rebeldía que anima al público, como si fuera un insospechado himno de la revolución y la resiliencia. Unas señoras piden que la repita, pero Hernando encauza el final del show con algo bastante más esperable, ‘Somos’, de José Antonio Labordeta, que lo vuelve a poner todo bajo control. El evento, en suma, tenía algo de homenaje a las luchas históricas de la clase obrera, pero apelar a imaginarios así acarrea efectos contraproducentes.

A esas horas se me ocurren chistes y titulares sobre los adoquines (‘Bajo la Rambla no había arena de playa, sino un parking’) o me vuelve a la cabeza la parodia de Manu Chao en Muchachada Nui. Igual influye el cabreo por el último disco de Nacho Vegas o el sonoro batacazo de la jornada: apenas mil personas en dos actos, anecdótico ante las tasas de paro (estoy a una frase de reventar de demagogia). Quizás lo que falla es el marketing, que no sean creíbles esos símbolos. La mañana termina con dos últimos: la ‘Internacional’, con unos pocos puños en alto, y ‘El cant dels Segadors’, porque el derecho a decidir también se ha colado en el heterodoxo pack de las reivindicaciones.

mani tgn9.jpg

Regreso al trabajo satisfecho de haberme entretenido, cavilando cómo amortiguar la crítica y saturado de mensajes sin matices. No digo la pelea de los trabajadores, pero sí el 1 de mayo se antoja pasado y literatura y va camino de despojarse de ideología y convertirse en uno de esos festivos museizados, que no se sabe qué conmemoran y sólo sirven para hacer puente. La nostalgia, otras veces tan buen negocio, no ha evitado aquí el desgaste.

(Cuando vuelvo a la redacción, dándole la vuelta a lo visto un compañero me pasa un enlace impagable: es Ramón Muñoz, el primer cantautor de derechas de España, un personaje del programa ‘Herois Quotidians’. Aquí, su canción ‘Tú lo sospechas, soy de derechas’, donde se ve la mano de Juan Carlos Ortega como guionista).

raúl