Si el planeta futbolístico arde febril al compás del balón Jabulani, la calle empieza a derretirse, el mundo se desmorona, España se rompe y los políticos siguen hablando sin decir nada (algo similar a estas entradillas), ven con nosotros, cándido ciudadano, humilde internauta, y vuelve a disfrutar con nuestras recomendaciones que te van a salvar de esos pequeños apocalipsis que vives cada día. De nosotros será el reino de los cielos. Amén.

LOVE OF LESBIAN – CLUB DE FANS DE JOHN BOY

Dice Santi Balmes, líder de esta banda catalana, que en el indi hay mucho facha. Más que en el dance latino, añado yo, donde la consumición es más ingenua y desprejuiciada. Esta canción va de las filias y las folias cambiantes, del paso del odio extremo a la pasión más desmedida por nuestro artista, de la mitificación y, en esencia, del hooligan musical.

Ellos, como grupo, ya han sufrido todo eso en sus carnes: que si se venden por cantar en castellano, que si ahora son más serios y maduros que antes, que si evolucionan, que si no, que si ahora se profesionalizan y no se trasvisten en escena, en fin. El tema sigue el patrón clásico de la banda: un pildorazo pop pegadizo con guitarras, piano, alguna programación discreta y la voz gravísima de Santi Balmes, con una lírica entre onírica y surrealista, aunque por una vez la historia está bien clara.

Todo empieza yendo a Dublín a ver un concierto de John Boy (ese artista inventado, ¿acaso álter ego?) que nos la suda olímpicamente y que nos acaba conquistando, con la mirada universal de alcance personal y el verso letal. Y acabamos convertidos en un fan fatal, más o menos cegados, y si hace falta chillando como un histérico e idolatrando a nuestro artistazo súper alternativo hasta la santidad, como aquella leyenda urbana (o no) en la que un tío iba presumiendo de que su novia se la había chupado a J de Los Planetas. Aquí no se llega a tal extremo. Esto no es más que una canción de fanatismos mezclada con una historia de amor.

La elección de Withor

LOLE Y MANUE – TU MIRÁ

Las cosas como son: el flamenco, así de buenas a primeras, acojona. Porque no estamos acostumbrados, porque parece música de gitanos, porque, al principio, cuesta ubicarlo como una música agradable de escuchar. Además, ¿cómo te van a mirar tus colegas guays, aquellos que sólo escuchan el último estilo surgido de la electrónica, cuando les dices que escuchas flamenco? Pero luego viene Tarantino, se le va un pelín la olla como suele pasar, la pone en una peli molona, y aquello que parecía anticuado, para patriarcas en su chabola, se transforma en algo, digamos… cool.

Yo con el flamenco voy dando pasitos, hay cosas que me gustan, pero la mayoría no. Sin embargo, me gusta descubrir que hay canciones flamencas que me pueden enganchar. Y Tu mirá es una de ellas. Por su letra (no jodamos: ‘y tu mirá se me clava en los ojos como una espá’ es buenísimo), su estructura (ese cambio de ritmo final, tan genial como inesperado) o el sentimiento que desprende.

Sentimiento. Bingo. Quizás sea la clave de todo esto. ‘Tu mirá’, como la mayoría de las canciones de este estilo, desprenden sentimiento desde el primer acorde. Son canciones dramáticas, de estar atrapado en un callejón sin salida. Es sufrimiento, desesperación, es, en definitiva, la vida. Quizás hablar de flores tronchas o blancas mariposas no sea la manera en que nosotros entendemos estos sentimientos, pero sin duda, lo hemos vivido. Por eso me encanta esta canción, y por eso, siempre que la escucho, hay algo que me hace sentir que sigo vivo.

La elección de V the Wanderer

INFORMATION SOCIETY – OZAR MIDRASHIM

En estos días inciertos, en que los vampiros lucen gomina y pose Dolce&Gabana, me encuentro revisitando el rastro del no-muerto Raziel con más necesidad que nunca. Que el aire pútrido y corrupto de Nosgoth nos dé en la cara, que nos salpique su brutalidad.

Kurt Harland, voz y compositor de la (normalita) banda de synthpop Information Society, pergeñó este instrumental que más tarde serviría de introducción a la lucha del doblemente finado Raziel contra su «padre» Kain. De ahí pasó a firmar toda la música de la saga «Legacy of Kain», con asombroso e histórico acierto.

Antinatural, ténebre, faraónica, latente de malignidad estancada, Ozar Midrashim nos hunde en un mundo de vampiros ferales, de aires, pulsiones y diálogos shakespearianos, de viajes en el tiempo y pulsos con el inefable Destino. Nosgoth es una tierra que pudo salvarse pero se descompone, poblada por cadáveres en vida; en ella, un espectro devorador de almas intenta escapar de los hilos invisibles de la Historia.

Pocas veces un sólo tema describe tan bien un mundo imaginado, unos personajes. Pocas, muy pocas, lo hace con tanta riqueza. Allá vamos de nuevo, ya noto el olor del aire viciado de las fortalezas de Nosgoth.