Aquel ritmillo; el del pasodoble himno oficioso de Tarragona. Los compases pachangueros de Amparito Roca retumban aún, pero ya lejanos, bajo la alfombra de nuestras cabezas. Los escuchamos diez, doce, catorce, doscientascincuentaysietemil millones de veces, así que ante tanta saturación (también de rock català) nos vamos a desintoxicar, como hacemos en este humilde y feliz rincón al que regresamos semanalmente para acurrucarnos. Sólo él nos comprende. Aquí nadie puede hacernos daño.

La elección de Raúl

SIDONIE  – LOS OLVIDADOS

Con el castellano, este trasnochado trío de barceloneses ha bajado marcha en las farras y, antes de volverse completamente moñas gracias a su último disco, hacían cosas como éstas, con delicadeza pero sin caer en al blandiblú de ‘me salen rosas de la boca cuando me preguntan por ti’. No inventan la pólvora: coros, dúos, voces femeninas y melodías pop de las de toda la vida.

Aquí, en este medio tiempo (casi balada) luminoso y acústico del espléndido disco ‘Costa Azul’, narran una historia de heridas llena de venopunciones, camisas de fuerzas y electroshocks. El desencuentro amoroso se puede curar también en los manicomios, con el desafío de hacer lo que sea por olvidar, ya sea a través de algún condicionamiento pavloviano, una reclusión o la simpar lobotomía. Luego, claro, el frágil sistema nervioso puede saltar por los aires por los aguijones en la sien y los calambres.

Y mientras, los enfermeros cabrones conspirando fuera de la celda, en esta especie de sentimental ‘Naranja mecánica’ para intentar resetear los recuerdos. Pero ni extirpándote un cacho de cerebro lo vas a conseguir. Ni siquiera seccionándote el lóbulo puñetero donde se ha ido amontonando nuestro amor en infinitos ‘guardar como’. No hay manera de olvidarte, así que sólo queda empezar a romper la pared acolchada a base de testarazos. Como un loco.

La elección de V the Wanderer

MUSE – APOCALYPSE PLEASE

Bombardéanos, señor. Venga a nosotros tu reino del caos, hágase tu voluntad de destrucción así en la tierra como en los cielos. Que arda el mundo y se mueran los feos: nos vamos a la mierda, así que mejor abrazar de una vez por todas el pesimismo y recrearnos en nuestra inevitable condena.

Será nuestro himno este «apocalipsis por favor», que al menos lo pide con educación, y sus notas de piano que caen como obuses. Declararemos el fin del mundo, a ver si así deja de subir el paro y no nos molestan más con la política. Nos enroscaremos en sus programaciones, las mismas que luego crecieron en ‘Take a bow’, de mensaje menos apocalíptico y más acusador. A mí ambas me recuerdan, no sé bien por qué, a ‘Kooyanisqatsi’: algo así como su gemelo malo.

Ya caen las bombas desde el piano, salpicando de tierra nuestros oídos. Ya se acerca el apocalipsis, y miles de manos se alzan en victorioso y aliviado gesto. El ejército Bellamy avanza sin piedad hacia la aniquilación total, aunque, esperen… ¿no acaba de hacer este tío una canción para ‘Crepúsculo’?

Joder, nos vamos a la mierda de verdad, después de todo.

La elección de Withor

EXTREMODURO – EXTREMAYDURA

Miro y analizo mi lista de canciones más escuchadas en lastfm y me doy cuenta de que me he vuelto un pijo de mierda. Mis gustos se han eclectizado, y me he vuelto un poco sibarita. Ya no hay espacio en mi vida musical para ciertas cosas, pues ahora dedico mi tiempo a cosas que ‘me llenan’ de verdad. Me estoy dando asco.

Y recuerdo que no hace tantos años, todos los sábados por la noche pasaba las horas en un tugurio asqueroso, más pequeño que mi lavabo, donce decenas de heavies y también algunas personas confraternizábamos, abrazándonos intentando que la cerveza no se nos cayera al suelo, y gritábamos con todas nuestras fuerzas ‘jesucristo garcía’, ‘dolores se llamaba lola’, ‘agradecido’ y tantos y tantos temazos que ahora recuerdo con nostalgia.

Aún considero a Extremoduro unos de mis grupos favoritos, pero ya no es como antaño, cuando me sabía todas sus canciones de principio a final. Por eso, hoy he decidido echar la vista atrás y recuperar una canción que se aleja lo máximo posible del elitismo moderno de hoy en día. Ya desde su título, ‘Extremaydura’, se nos anuncia que aquí no se estarán con tonterías. Una especie de grito demoníaco (mitificable) nos lo confirma. Música simplona a más no poder, una voz que nos puede hacer soñar a todos con ser cantantes profesionales y una letra tan inteligente como bestia, son elementos suficientes como para justificar mi amor por Extremoduro. Y es que echar la vista hacia atrás es un ejercicio que todos, absolutamente todos, deberíamos hacer más a menudo.