Lou Reed y su mujer preparan un concierto audible sólo para perros. A Javier Krahe le han puesto una querella por cocinar un Cristo en Lo+Plus. Belén Esteban, la princesa del pueblo, ha ganado el concurso ‘Más que baile’. Nosotros, con un pie en la actualidad musical y otro en la historia, una mano en lo ‘underground’ y otra en lo ‘mainstream’ y la cabeza estallando de eclecticismo (o todo lo contrario) proponemos tres nuevas canciones, ajenas a modas, vaivenes históricos y noticias, o a lo mejor ni siquiera eso.

La elección de Raúl

KIKO VENENO – JOSELITO

Ahí va con su guitarra al hombro, de puerto en puerto, y entonado con ‘finito’, si se tercia. Para ser un histórico de la música, hay que haber respirado mucha atmósfera de bar. Kiko Veneno, uno de los tipos más independientes de este país, se autorretrata a sí mismo y, a la vez, a todos los que se patean garitos y tugurios intentando difundir su música.

Esa falta de ambición, el vino de Chiclana, el plácido mediodía como espíritu de vida, la siesta, no presentarse a la batalla, salir haciendo un cameo en un engendro cinematográfico como ‘Sevillian Zombies’, algo parecido a hacer lo que te da la olímpica gana… todo eso transpira ‘Joselito’, un sencillo tema luminoso, confesional y que me pone de muy buen humor, como todo lo que hace Kiko Veneno, entre la rumba, la bossa y ese pop aquí magníficamente cuajado, que destila una irresistible ternura cotidiana. Aún recuerdo su disco con el título ‘Seré mecánico por ti’.

Por encima de todo, la canción contiene una de las frases más certeras que he escuchado. “Siete novias tuve, más novias que un moro. Me salieron malas. Y a las siete abandoné”. Palabra de este gerundense de nacimiento y sevillanísimo de adopción, que alcanza como nadie el tono tragicómico, allí donde todo en esta vida, música incluida, debería habitar.

La elección de V the Wanderer

SYSTEM OF A DOWN – HIGHWAY SONG

Serj Tankian en una autopista, de noche, con la monótona velocidad del paso de las luces, con el estado estático de la vida que corre. Viaja solo, a regañadientes, habla del amor, del miedo y del amor al miedo. Y el pasado, puta vida, que nunca volverá.

La banda sigue sus caprichos de tenor, su modulación libérrima que llega aquí a lo inverosímil (¿cuantos cantantes caben en Tarkian?). Subidón, bajón, subidón, bajón. Sin acústicos ni orquestas (todavía), S.O.A.D. se ponen tristes y melancólicos, solos, perdidos, desesperados. Démosles un abrazo.

Tempo libre y variable para un estado metafísico, existencial y existencialista. Que son el grupo ése que hacía gracia con ‘Chop Suey’, sí, pero también los reflexivos intimistas de ‘Aerials’. A la guitarra, la soledad rabiosa, a la batería, la tristeza incurable.

Metal armenio o libanés o americano, poesía, intelectualismo y comentario social pelín forzados, sobriedad a ratos y exceso por norma, hasta para ser íntimos. Ahí tienen un perfil más amplio de la banda del síncope; la que nos repite, a trescientos por hora en alguna autopista solitaria y nocturna, que nuestros días no volverán.

La elección de Withor

FACTO DELAFÉ Y LAS FLORES AZULES – ENERO EN LA PLAYA

Es difícil encontrar canciones con las que te puedas identificar al 100%. Que cuando escuchas la letra, te veas reflejado en los personajes: sus deseos son tus deseos; sus sueños son tus sueños. Implicación absoluta que eleva la música a una categoría superior, llámese, por ejemplo, catarsis.

Los personajes de esta canción no tienen grandes deseos, ni grandes vidas. Su historia es monótona, aburrida. Aquí no hay un astronauta que no puede volver ni un pacto de sangre en el fragor de la batalla. Hablamos de personas corrientes, como tu y como yo, que están en la cama, y hace frío, y quieren que llegue al calor. Y se imaginan, como hacemos tu y yo en invierno, en una calita, y lo que les gusta es lo que nos gustaría  a ti y a mí: una cervecita, echar un futbolín. Un remojón en la piscina. Un pacharán. Un buen polvo.

A ritmo de ¿rap? está canción consigue introducirme como pocas en sus estrofas y puedo hacer mias sus palabras. Un pequeño cambio de ritmo separa el frío-realidad de la calor-sueño. La canción se anima. Pero el sueño se acaba. La música vuelve a cambiar, porque vuelve el frío (gran estructura!). La cama esta fría. Congelada. Congelada. Congelada. Hasta que nos volvamos a dormir, tú y yo, y volvamos a ser felices en esa calita de la costa catalana.

La elección de V the Wanderer

SYSTEM OF A DOWN – HIGHWAY SONG

Serj Tankian en una autopista, de noche, con la monótona velocidad del paso de las luces, con el estado estático de la vida que corre. Viaja solo, a regañadientes, habla del amor, del miedo y del amor al miedo. Y el pasado, puta vida, que nunca volverá.

La banda sigue sus caprichos de tenor, su modulación libérrima que llega aquí a lo inverosímil (¿cuantos cantantes caben en Tarkian?). Subidón, bajón, subidón, bajón. Sin acústicos ni orquestas (todavía), S.O.A.D. se ponen tristes y melancólicos, solos, perdidos, desesperados. Démosles un abrazo.

Tempo libre y variable para un estado metafísico, existencial y existencialista. Que son el grupo ése que hacía gracia con ‘Chop Suey’, sí, pero también los reflexivos intimistas de ‘Aerials’. A la guitarra, la soledad rabiosa, a la batería, la tristeza incurable.

Metal armenio o libanés o americano, poesía, intelectualismo y comentario social pelín forzados, sobriedad a ratos y exceso por norma, hasta para ser íntimos. Ahí tienen un perfil más amplio de la banda del síncope; la que nos repite, a trescientos por hora en alguna autopista solitaria y nocturna, que nuestros días no volverán.