Vuelven Mecano por enésima vez y a nosotros nos da por pensar en un buen puñado de falsísimas verdades: segundas partes no fueron buenas, ya no se hace buena música, las mejores baladas son de grupos heavies, siempre es mejor el libro que la película, fuimos la última generación buena, los niños de hoy en día se han echado a perder y de pequeños todos comíamos Nocilla, jugábamos con peonzas en la calle y veíamos La Bola de Cristal. Al mismo tiempo.

La elección de Withor

THE RONETTES – BE MY BABY

«Te tragarás la colección de cassettes, de las Shan-Gri-Las o de las Ronettes» gritaba yo hace unos años, cuando Siniestro Total señalaban el camino de mi vida y mi destino, aunque lo cierto es que no sabía quienes eran las Shan-Gri-Las y mucho menos las Ronettes. No es que importase demasiado. Hasta que un día me topé con una batería de esas que no se limitan a hacer el triste papel de acompañante secundario con dos líneas de diálogo. Era una batería rebelde, que se salía de su papel, tomaba el liderato, y era el resto de los instrumentos los que debían esforzarse por seguirla. Fue viendo ‘Malas Calles’, del amigo Scorsese. Fue el primer contacto serio.

Cierto es que la batería inicial apenas dura dos segundos. Pero algo tendrá cuando son muchos los artistas que la han copiado e inician sus canciones con el mismo ritmo. Hagan la prueba. ¿Los responsables? El batería que tuvo la suerte de pasar a la historia por esto -en realidad podría haber sido cualquiera, como Ringo- es un tal Hal Blaine, el arreglista Jack Nietzche -introduzcan aquí su broma comparando con el filósofo- y el supuesto genio detrás de todo, el mítico Phil Spector. Aunque como suele suceder en estos casos, la leyenda atribuye a Spector el 100% del mérito, cuando en realidad parece ser que fue Nietzche el que en realidad tuvo la idea. ¡Así es la vida, mi querido Nietzche!

Sólo con esos dos segundos, ya estaríamos hablando de temazo. Pero lo que viene después no desmerece. El ‘Wall of sound’ de Spector funciona a la perfección -aunque en realidad era un auténtico caos consistente en meter a mucha gente tocando en un espacio muy reducido y ‘a ver que sale’- y además, sin complejos, suenan por ahí unas maracas y… ¡unas castañuelas! Dicen de Nietzche que estaba un poco mal de la azotea, y qué explicar que no se haya hecho ya de la locura de Spector (que iba al estudio de grabación con una pistola, y llegó incluso a apuntar a Dee Dee Ramone cuando le sugirió que quizás se estaba equivocando).

Dicen que todos los genios, en realidad, están un poco locos. ‘Be my baby’ es una prueba irrefutable de que hay algo de cierto en esa afirmación.Y más todavía si tenemos en cuenta que Brian Wilson de los Beach Boys, otro chalado mítico, la consideró como la mejor canción pop de la historia. Brindemos, pues, por esta bendita locura.

La elección de V the Wanderer

JOSÉ LUIS PERALES – EL AMOR

Perales es, ante todo, la imagen del Buen Tío, del Hombre Correcto. Lo imagino como un profesor de lengua y literatura de buenos modales, desconectado de la modernidad, hojeando un periódico a media mañana en la pausa del café. Raúl dice que lo ve yendo a turnos en una fábrica sin levantar mucho revuelo. (Acierta más el amigo Raúl; Perales, avisa Wikipedia, tiene una maestría industrial en electricidad).

Este hombre tranquilo ha conseguido nosecuántos discos de oro y platino, ha compuesto hitos como ‘¿Y cómo es él?’ o ‘Un velero llamado Libertad’ y le ha apañado temas a Jeanette (imprescindible ‘¿Por qué te vas?’), Raphael o los Pecos. Sus temas menos conocidos (es relativo: seguro que sus fans los conocen al dedillo) no dejan de ser monumentos, como este ‘El amor’ de aire evocador, melancólico, en el que Perales exhibe timbre y resonancia y se viste con una preciosa guitarra española y, ojo, un sólo eléctrico en los postres. Poca broma con el maestro industrial.

La elección de Raúl

TARÁNTULA – CON TODA LA MARCHA

Quico Alsedo dijo de ellos que si se los encontrara no sabría si darles un abrazo o una ostia. El amigo Joan Pons cree que si algún grupo se atrevería hoy en día a liarla en un plató de televisión sería Tarántula. Que quizás sólo ellos, con el permiso de Punsetes y Margarita, osarían en directo a pasarse por el canal de Suez el poder de los medios. Tengo un disco de Tarántula que se llama ‘Humildad trascendental’ (el primero se titulaba ‘Esperando a Ramón’) y en él las letras hablan de Robocop, Montserrat Caballé, Segundo de Chomón o Eurovisión. Todo este ideario pintoresco, surrealista y absurdo, alumbrado por Joe Crepúsculo, puede entroncar con el humor de Vengamonjas o la irreverencia rudimentaria de Kaka de Luxe, pasando por algunas etapas de Siniestro Total. Viene arropado por secuencias elementales, pop maquetero, bastardo y rudo. Hasta con ritmos de tuna se atreven.

No es difícil que a un tanto por ciento notable de la población la propuesta de estos barceloneses les parezca una mierda, por la cutrez, aunque lo cierto es que copan los festivales alternativos desde hace casi un lustro. Esta canción, en la línea, no tiene muchos secretos. Comienza con esta letra: “Año 2029. Un asteroide mongoloide caerá sobre tu cabeza para hacerte pensar”. Y claro, con ésas la indiferencia no es una opción. ‘Con toda la marcha’ se convierte en una ingenua celebración de la vida que discurre, me parece a mí, por un ataque al tedio cotidiano familiar, aunque podría estar equivocado. A mí me atrae la rareza y el desconcierto que me generan. Su inclasificabilidad. Nunca se sabe si Tarántula son de ridículo infantil o de perspectiva genialmente insólita, de rabia o admiración, de paliza o parabién.