La Inercia ha sobrevivido al cambio de año, al centenario, a los Reyes Magos y a un antilipdub que es puro músculo. Y lo ha hecho por usted, ínclito lector, amada lectora, para traerle estos tres temas que levantarán su espíritu. Así de mucho le quiere.

La elección de V the Wanderer

OLD GODS OF ASGARD – THE POET AND THE MUSE

Firman con nombre vikingo pero no para ocultarse: el asunto es una broma, colaboración y colegueo con Remedy, los creadores de esas joyas jugables que son ‘Max Payne’ y ‘Alan Wake’. En Bright Falls, icónico pueblo donde transcurre la aventura del escritor Wake, uno puede encontrarse con los hermanos Anderson, viejos rockeros que han perdido la chaveta y que antaño se hicieron llamar Old Gods of Asgard. Tras su música están, en realidad, los finlandeses Poets of the Fall, amigos de Sam Lake, guionista de las obras de Remedy.

Costaría entender la obra de unos sin los otros. Los Poets se presentaron al mundo con ‘Late Goodbye‘, tema que cerraba ‘Max Payne 2’ y condensaba su impacto dramático. En ‘Alan Wake’ suenan como la ficticia banda local, como ellos mismos en algún final de capítulo e incluso aparecen (estén atentos) en un programa televisivo junto al Wake de carne y hueso y el mismo Lake. Referencias, guiños y vueltas y más vueltas a la realidad y la ficción.

‘The Poet and the Muse’ resume de manera poética (¡spoiler!) el transfondo narrativo del juego y otorga a Wake las pistas para luchar con la oscuridad que le persigue. Pura metaficción y todas esas pedanterías. Es, además, un temón, que defiende por sí mismo una preciosa historia sobre un poeta y su musa perdida, con el timbre de Marko Saaresto (hermano no muy lejano de Eddie Vedder) y una instrumentación suave y evocadora. Escuchen y jueguen.

La elección de Withor

ROMINA Y ALBANO – FELICIDAD

Sí. Así es. Romina y Albano. Tampoco se sorprendan, esto es La Inercia, no la RockdeLux -gracias a Dios-. Además, no es la primera vez. El amigo Raúl ya recomendó escuchar a las Grecas y a Rafaella Carrá, y puso ahí su nombre, bien grande y bien clarito, y si alguien quiere algo, que se lo diga a la cara -o a la patilla-. Y el amigo Víctor recomendó a Chiquetete (¡¡¡Chiquetete!!!) y se quedó tan pancho. Con dos cojones.

Felicidad (que bonito nombre tienes). Típica canción que le gusta a todo el mundo, aunque no todo el mundo lo reconozca. Típica canción que sólo podía ser concebida en la Italia de los 70, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva. Típica canción que la pones en una fiesta y triunfas, la pones en el trabajo y se ríen de ti. Típica canción perfecta para ser un hipócrita. Señores, pues yo digo que es un temazo y, como Raúl y Víctor, ya me da igual lo que puedan pensar. Porque ya tengo 28 tacos, el mundo se acaba en unos meses, y yo ya estoy viejo para gilipolleces.

La elección de Raúl

TACHENKO – ESCAPATORIA

Digamos que la trama maña enraíza en El Niño Gusano, y de ahí, desde su disolución, germina el árbol genealógico del pop zaragozano-astur: La Costa Brava, los efímeros e inéditos Muy Poca Gente o Tachenko, y con ellos vamos; con la banda, no con el baloncestista ruso ni con su celebrity chanante ni con un borrachuzo en las últimas que hay en mi barrio, también tocayo. Más convencionales que La Costa Brava, sin la preclara lucidez del desaparecido Sergio Algora, poeta, músico y cerebro primigenio de toda la saga, Tachenko apostaron a veces por el humor, cantándole a las chavalas, a las gestas de Arconada o al surrealismo en Afganistán, y otras veces por imprimir a las canciones una mirada cándida, de cuento entrañable, cuando no de un pálpito romanticón e ingenuo, a riesgo, usted perdone, de empalagar.

Lo que pasa es que ellos, que pudieron pecar de blanditos e insulsos, de un tiempo a esta parte ganaron en contundencia y revitalizaron con saludable ímpetu eso que convenimos en llamar pop guitarrero, sin otro cometido que el de perseguir la melodía y el estribillo que se enganchara, desinhibiéndose sin prejuicios a golpe de coros. Siempre habitando en la independencia, pero con tirón y buenas parcelas de público, en el impecable disco ‘Os reís porque sois jóvenes’ los zaragozanos dieron el estirón y de ahí rescato este single. Mandan los riffs y la robustez instrumental, aunque nunca deja de perder el ramalazo adolescente que busca la adicción o ese punto comercial que desde hace años derrapa en el mismo lugar común: esto, sonando en los 40 o en Cadena Dial, vendería un porrón de discos. De momento y hasta nueva orden me pongo Tachenko, tarareo, canto y soy feliz. Y no bailo, oye, por no ser más obsceno.